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Incomunicación y réplicas agravan la precaria situación en Myanmar

Las réplicas y el daño a infraestructuras clave agravan la precaria situación en Myanmar, marcada por décadas de inestabilidad y una guerra civil que comenzó hace cuatro años. Tres días después del terremoto que sacudió el país, empieza a evidenciarse la enorme destrucción causada por el seísmo, que ha provocado al menos 1.700 muertos.

Una mujer llora mientras espera durante las labores de rescate en un templo de Mandalay. (Sai AUNG MAIN | AFP)

La destrucción causada por el impacto del terremoto de magnitud 7,7 el pasado viernes en el centro-norte de Myanmar comienza a emerger con más claridad a medida que pasan los días y agrava la ya de por sí crítica situación en el país, gobernada por una Junta Militar tras el golpe de Estado de 2021 y sumida desde entonces en una guerra civil.

Uno de los lugares más afectados es la ciudad de Mandalay, la segunda mayor de Birmania con alrededor de 1,5 millones de habitantes, miles de ellos desplazados internos, cuyo aeropuerto permanece cerrado y las carreteras y puentes cercanos dañados.

La antigua capital birmana, histórica ciudad emblema de la tradición budista del país, se encuentra a unos 17 kilómetros del epicentro, y se prevé que sea uno de los lugares más perjudicados, si bien el difícil acceso y los cortes de internet y telefonía complican saber aún el alcance de la tragedia.

«Todo está en ruinas (...) Nadie quiere volver a sus casas», señaló a Efe un vecino de la urbe. «Los edificios que no han colapsado están inclinados, así que todo el mundo teme que se caigan (...) Los vecinos viven en la calle o a la intemperie, entre las ruinas», añadió por teléfono.

El último recuento de la Junta Militar es de 694 muertos solo en Mandalay. En la noche del sábado señaló que el balance total provisional ascendía a al menos 1.644 muertos, 3.408 heridos y 139 desaparecidos en las zonas afectadas por el seísmo.

Las autoridades castrenses, que no controlan gran parte del país, no han vuelto a actualizar cifras, aunque su líder, Min Aung Hlaing, mencionó 1.700 víctimas en una conversación con el primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim.

El difícil acceso a la zona cercana al epicentro y las réplicas dificultan enormemente las tareas de ayuda y rescate. Según el último recuento, hasta anoche se habían producido unas 180 réplicas.

SAGAING, EN RUINAS

La situación en Sagaing, situada a la misma distancia del epicentro que Mandalay, es más incierta, con el acceso aún más complicado. «El daño es realmente enorme», relató Afrhill Rances, directora de comunicación para Asia-Pacífico de la Federación Internacional de la Cruz Roja, que añadió que sus socios en el país afirmaron ayer que «el 70% de Sagaing está destruido».

Con unos 300.000 habitantes, la ciudad se sitúa en la región homónima, una zona en la que las guerrillas étnicas y las fuerzas prodemocráticas han ganado terreno al Ejército.

«Creo que nadie ha podido obtener una idea clara de lo que realmente está ocurriendo en Sagaing», sostuvo Rances.

Naciones Unidas y grupos humanitarios, que advierten de una grave escasez de suministros médicos, han empezado a desplegar equipos quirúrgicos móviles y hospitales de campaña sobre el terreno para brindar atención médica.



Rescate infructuoso en la torre de Bangkok

Las operaciones de rescate contrarreloj continuaron ayer entre los restos de una torre en obras que colapsó en Bangkok y dejó a decenas de personas atrapadas tras el impacto en la ciudad del terremoto que sacudió Myanmar. Al anochecer, los equipos de rescate no habían conseguido sacar a nadie con vida de la enorme montaña de escombros y donde se certificó la muerte de 11 personas. El nuevo balance elevó a 18 los fallecidos y 78 personas siguen desaparecidas en todo Bangkok.

La mayoría de víctimas y desaparecidos se concentra en los escombros de la torre de 30 pisos que colapsó. «Hemos detectado señales de personas con vida en la profundidad de los escombros, pero es muy difícil alcanzarlas», dijo el rescatista Kraisorn Thongmuang. Explicó que llegar a 1, 2 o 3 metros de profundidad es «extremadamente complicado» y añadió que el edificio se quedó completamente plano al caer.GARA