San Mamés revitaliza a Osasuna ante un Athletic con astenia primaveral
Osasuna es otro en El Sadar... y también en San Mamés, donde otros se encogen pero los rojillos últimamente se estiran. El Athletic no dio la talla esta vez en su retorno tras el parón de selecciones, donde compareció a ritmo inusualmente bajo, como si supiera que este es solo el inicio de un sprint que puede ser memorable. Empate a 0 que frena a unos y alivia a otros.
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El fútbol, siempre imprevisible, ni siquiera acata tendencias. Llegaba el Athletic muy lanzado y venía Osasuna acongojado, pero paradójicamente San Mamés es un escenario que últimamente saca de encima complejos a los rojillos. Al final tenían razón los temores previos de Ernesto Valverde, al que no le gusta recibir a Osasuna, y que casi hasta temió por el punto, según reconoció.
Un punto que sabe a poco para los vizcainos tras la victoria del Villarreal en Getafe. Y a los navarros les impulsa a siete puntos por encima de la permanencia, aunque la racha de una sola victoria en 17 encuentros siga siendo patética. El choque en Leganés en ocho días ya no suena dramático.
Todo ello tras 90 minutos con un arranque sorprendente. Impulsado por una línea de tres centrales que daba vuelo total a dos potros salvajes como Areso y Bretones, una opción muy lógica que extrañamente Vicente Moreno ha desdeñado en la liga, Osasuna recuperaba el balón fácil y se desplegaba con agilidad, El fruto inmediato fue una secuencia inverosímil de cuatro corners en los cuatro primeros minutos. A la cuarta Torró estuvo a punto de mandar a la red el centro de Moncayola, en segunda jugada.
Huérfano de Sancet, que volvió a la convocatoria pero no al verde, el Athletic no encontraba conexión por el centro para luego abrir a banda, donde los Williams sí debían ser superiores a los ofensivos laterales rojillos.
YURI Y ARESO, TAL PARA CUAL.
Pivotar en Maroan fue el plan B zurigorri en esa fase, pero Boyomo y Herrando le contuvieron bien. Fue uno de los choques constantes, como el de Yuri y Areso en la banda, donde saltaban chispas. Fuegos de artificio en realidad, porque Aitor, sustituto del sancionado Herrera, no tuvo que hacer una parada -cómoda- hasta el minuto 25. Más difícil fue la mano a disparo de Nico en el 31, tras gran control y recorte del extremo. Y justo a continuación Maroan pidió penalti por un toquecito de Budimir en el área. La primera parte rojiblanca se resumió en este breve arreón.
El amago de asalto sí sirvió para reactivar a la grada, que había empezado a pleno pulmón pero ya daba muestras de flaquear ante la falta de estímulos desde el césped por parte de los suyos. Los de Valverde llegaron al descanso con más posesión pero sin peligro.
Por su parte, Osasuna aparecía más tranquilo que de costumbre con balón; en el San Mamés que arruga a cualquiera, los rojillos llevan varios años crecidos e inspirados, con las dos eliminatorias de Copa superadas y la casi-victoria liguera del pasado año (2-2 en el descuento).
El Txingurri había comenzado el partido muy tranquilo con su bloc de notas, pero a esas alturas su expresión facial reflejaba un mal rato. Con todo, el técnico local decidió dar continuidad tras el descanso. Osasuna sí retocó algo el plan, minimizando al inicio riesgos en circulación para optar por balones largos a Budimir.
Con las derrotas de Alavés y Leganés el sábado, los dos equipos que marcan la raya de la permanencia, el punto era un botín muy goloso. El compromiso defensivo del equipo quedaba claro en los repliegues de Aimar Oroz, que rebañó un balón a Berenguer al borde del área en una de las pocas veces que el Athletic pudo correr.
ACELERÓN INSUFICIENTE.
Valverde sí movió ficha en el 57, cuando en Osasuna algunos de los que jugaron apenas 68 horas antes en Montjuic ya daban síntomas de fatiga (caso de Moncayola). Gorosabel y Unai Gómez, al césped. Llegaba una penetración por el centro de Nico salvada milagrosamente por la puntera de Areso, que apuntaba a que se venía vendaval. De hecho, un centro chut de Iñaki Williams soplaba el palo acto seguido.
Aimar, siempre lúcido en San Mamés, se empeñaba en que su equipo mirara hacia adelante con sus reversos y conducciones. Un cabezazo de Budimir y un tiro de Abel Bretones, con la derecha, equilibrarían de nuevo las fuerzas. Y la entrada de Moi Gómez reafirmaba que Osasuna quería balón.
LA ÚLTIMA FUE ROJILLA.
A falta de un cuarto de hora, el partido estaba para cualquiera... o para ninguno de los dos. Lo reflejaba de nuevo la competición de cabalgadas entre Yuri y Areso, con el de Zarautz aparentemente más fresco que el de Cascante en esta fase de campaña tan avanzada.
Moncayola dijo basta en el 74 y con él se fue Areso, sustituidos por dos todoterreno como Pablo Ibáñez y Rubén Peña. Vicente Moreno sabía que en el último cuarto de hora tocaría sufrir. Aunque luego no fue para tanto.
El carrusel de cambios decididamente les vino mejor a los visitantes porque el partido se volvió a enfriar y a cerrar un tanto. La mejor opción, de hecho, la iba a tener Osasuna en el 89 con un remate de Rubén Peña que sacó como pudo Unai Simón.
Al final, con tres minutos escasos de descuento que demuestran que el partido tuvo ritmo alto, un empate muy justo, admitido por unos y otros en sala de prensa. Y una secuela evitada: el runrún de cese de Vicente Moreno empezaba a tomar fuerza en caso de descalabro.
Valverde temió perder en el «desorden» final
«Nosotros no somos de despedir entrenadores». Así zanjó Braulio Vázquez minutos antes del partido una pregunta sobre la continuidad o no de Vicente Moreno, lo que realmente no parecía una muestra de confianza hacia el técnico. El valenciano había reconocido el sábado en Taxoare que la directiva no le ha refrendado en el cargo aunque él tampoco lo ha pedido. Y es que una sola victoria en 17 partidos pesa mucho.
Seguramente por eso, Moreno pasó muy serio por la sala de prensa, sin expresar la alegría que se presupone a puntuar en San Mamés: «Ponemos en valor el punto porque jugábamos en un escenario muy difícil y hemos competido muy bien. Nos ha faltado alguna ocasión más, pero igual generando más hubiéramos recibido un gol»
Moreno gana algo de crédito y mucha calma
Ernesto Valverde no pasó una buena tarde. En sala de prensa delató incluso que sus sensaciones fueron peores que las del público en general. Incidió en que el Athletic ha podido perder el partido al final porque «nos hemos desordenado y se ha puesto muy peligroso». Antes de ello, lamentó que en la primera parte no encontraron el ritmo propicio, lo que achacó en parte a la acumulación de faltas, aunque los números no corroboran su tesis.
«Estaba bastante cabreado porque nos estábamos descontrolando y ya perdimos así algún partido. Queremos hacer un gol pero lo que no puede pasar es que perdamos el partido. Y si no estás ordenado, tampoco puedes atacar bien», criticó Valverde. Tanto el técnico como sus jugadores lamentaron el empate pero lo reconocieron como ajustado a lo que sucedió en el césped.