2014 UZT. 16 UDATE | 38. Gasteizko Jazz jaialdia. Kritika Cuando Binney encontró a Luc Yahvé M. de la Cavada La sección Konexioa es uno de los tesoros ocultos del Jazzaldia gasteiztarra. Presentada siempre con cierto aire de tapadillo, como si la organización tuviese miedo de que su potencial no fuese suficiente como para promocionarla más. Pero la idea es buena y, además, es condenadamente jazzística: junte usted a un músico de aquí con un músico de allá, y a ver qué pasa. Pocas cosas son tan -jazz- como esa. Desde su inauguración en 2007, Konexioa ha desdibujado parte de su esencia, que originalmente consistía en juntar a músicos de Euskal Herria con algún gran nombre internacional tendiendo un puente musical muy estimulante (independientemente de cada resultado). Sin embargo, el encuentro de este año es de los más interesantes que se han visto en el festival, al poner sobre un escenario al guitarrista de Baiona Sylvain Luc y al saxofonista norteamericano David Binney. Binney es un eterno diamante en bruto de la escena neoyorquina. Escuchando sus numerosos discos -no se pierdan el recién salido -Anacapa- (Criss Cross/Distrijazz)- no queda ninguna duda de su valioso y polivalente perfil. Sin embargo, quizás por cierta querencia underground en su obra, nunca ha llegado a despegar ante el gran público del jazz, quedando siempre en ese premio de consolación que es ser un músico de músicos, o algo así. Pero el hecho es que escucharle es amarle, y resulta imposible escapar a su magnetismo, a las serpenteantes cascadas de su saxo alto, a su fiereza rítmica o a su tono musculoso, más heredero de tenores como Michael Brecker que de referentes directos de su instrumento. Juntarle con un músico como Sylvain Luc es algo inesperado y emocionante, no tanto porque haya un choque directo de estilos o lenguajes (que, en cierta forma, lo hay), sino porque en el encuentro de ambos músicos se cruzan dos sensibilidades muy concretas: la norteamericana y la europea. Así se planteó el abrazo (no diremos duelo) músico-cultural en la primera jornada del festival, como un mano a mano transoceánico en el que ambos músicos supieron jugar al juego del otro sin perder su propia identidad. A pesar de que fue Binney quien tuvo que trabajar sobre composiciones de Luc, hubo cierta superioridad del saxofonista a la hora de infectar con su lenguaje la música interpretada. Cosas de la personalidad. La despedida del concierto, con una versión del clásico -Invitation- en el que Binney invocó al gran Stan Getz, es una de esas cosas inesperadas que hacen de Konexioa una sección única. Darle un poco de cancha no estaría de más.