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Ahron Bregman
Excapitán israelí y autor del libro «La ocupación»

«El EI es el mejor elemento de propaganda de Netanyahu en años»

Nació en 1957 en Mishmar Hashivá, una comunidad agrícola ubicada junto a Tel Aviv y, apenas dos décadas después, participó, como miembro del Ejército israelí, en la «operación Litani» y la posterior invasión de Líbano. En 1982 comenzó sus estudios de Ciencia Política en la Universidad Hebrea de Jerusalén y, a través de una carta al diario «Haaretz», anunció que no participaría en la ocupación de los territorios palestinos. Actulmente es profesor en el King´s College de Londres, donde reside.


Ahron Bregman tiene a sus espaldas nueve generaciones de judíos en Palestina. Su familia emigró antes incluso de la declaración del Estado de Israel. Ahora, sin embargo, pese a haber sido miembro del Ejército sionista, está proscrito en Tel Aviv, donde no se perdona a quien denuncia las vulneraciones de Derechos Humanos de los palestinos. Se define como «izquierdista liberal», y no reniega de la solución de los dos estados. La semana pasada estuvo en Madrid presentando «La ocupación (Crítica, 2014)», un análisis del conflicto desde 1967.

La última masacre contra Gaza dejó más de 2.000 muertos, miles de heridos y cientos de viviendas destruidas. Al otro lado, sin embargo, se volvió a constatar que el apoyo a la operación era abrumador. ¿Hay esperanza en esa sociedad?

La sociedad israelí está cambiando dramáticamente desde hace tiempo. La izquierda liberal ha dejado el espacio a la derecha religiosa y secular. Nosotros, la izquierda en Israel, somos responsables de la situación de nuestra sociedad porque nos centramos en una única cuestión. Para nosotros todo era el proceso de paz, en lugar de abordar otros elementos, como los Derechos Humanos o las ideas universales. Sin embargo, nos limitamos al proceso de paz. Y se trata de algo complicado, porque un proceso así es difícil. Somos responsables del auge de esta derecha loca, aunque no menos responsables que ellos de su propio éxito.

En su libro defiende la solución de los dos estados como única alternativa viable.

Es la única solución, pero no es algo que digamos únicamente la izquierda liberal. Bejamin Netanyahu lo dice. Ariel Sharon, que fue primer ministro, lo sabía. Cuando están en la oposición dicen que no, pero luego llegan al poder y entienden lo que en la izquierda tenemos claro: que es la única solución. Entre el río Jordan y el mar Mediterráneo hay diez millones de personas. Seis millones de ellos son judíos y el resto son árabes. Si esperamos 20, 30, 40 ó 50 años, la mayoría será árabe. Y ahí tienes dos opciones. La primera: permitirles la participación en unas elecciones generales, un caso en el que tendremos un primer ministro palestino. La otra: no permitir su participación, lo que nos convierte en Sudáfrica. Esta es la realidad.

Esos dos estados otorgarían el 78% de la Palestina histórica a Israel y el 22% a los palestinos. ¿Cree que es una solución justa?

Con la aceptación de la resolución 242 en 1988, Arafat dio por buena esta división. ¿Justicia? No, la «justicia», como usted la plantea, nunca va a estar en el corazón del conflicto. Ahora estiempo para el pragmatismo, especialmente para los palestinos. Existe el riesgo de que también pierdan el 22%, donde Israel sigue construyendo colonias.

Con la construccnión de colonias que fragmenta Cisjordania y Gaza sometida al control de Tel Aviv y al bloqueo, ¿cree que ese Estado es factible?

Desde un punto de vista israelí tiene mucha urgencia. La primera, por la demografía. Además, esta sociedad está cambiando dramáticamente hacia la derecha. Lo puedes ver en cualquier lugar, por ejemplo en las noticias, donde ves a muchos religiosos con la kippá. También en el Ejército. Las unidades de infantería están llenas de colonos. El comandante de la brigada israelí centrada en Rafah es colono. Uno de los candidatos a ser el jefe de la cúpula del Ejército israelí es también colono. No tendrá el puesto, pero no por su condición de colono sino por otras razones. Están en todos los lugares. De cara al futuro, cuando se ponga en marcha la solución de los dos estados, hay que tener en cuenta que no es una línea en el mapa, sino una separación física. Y si alguien tendrá que mover a los colonos de sus casas será el Ejército, como hizo en el Sinaí o en Gaza. Si esperas otros 20 años, el ejército que enviarás será un ejército de colonos. Y tendrán que expulsar a sus padres, madres o hermanas.

¿Cree que Tel Aviv estará dispuesta a evacuar a los colonos en Cisjordania?

Es difícil ahora por la situación en la región, por las revoluciones en Oriente Medio. Los israelíes van a decir que el ISIS está llegando por el este. ¿Y si llegan a Jordania, la monarquía colapsa y los tenemos al lado? Por eso argumentan que no pueden dar a los palestinos el valle del Jordán, que sería el 30% ó el 40% del Estado. Dirán que necesitan una zona de exclusión.

El Estado Islámico es un fenónmeno novedoso. El Gobierno israelí ha tenido más de dos décadas y ha seguido construyendo.

El ISIS ha caído en las manos israelíes como una fruta madura. Por un lado, a Netanyahu le permite decir que es lo mismo que Hamas, cosa que es incierta. Así puede negarse a hablar con ellos y lanzar el mensaje al mundo de que deberían unirse a Israel para luchar contra Hamas. Por otro, defender la idea de la zona de exclusión en el valle del Jordán. El ISIS es el mejor elemento de propaganda que Netanyahu ha tenido en años y la excusa perfecta para no avanzar en el frente palestino.

Más allá de la situación política de la zona, ¿ve dispuesto a un Gobierno israelí formado por la extrema derecha a evacuar a los colonos? ¿Cuál sería el procedimiento?

Por un lado, los asentamientos aislados en Cisjordania tienen que ser trasladados a los grandes bloques como Ariel, Ma´ale Adumin, Gush Etzion. El Ejército seguriá controlando el valle del Jordán mientras se abren negociaciones con los palestinos. Si ellos están preparados para decir las seis palabras mágicas: «no más conflicto, no más demandas», se marchará. Hay que mover los asentamientos aislados, que son los que están creando problemas e impiden el desarrollo de un Estado palestino. Creo que esta vía es posible. ¿Será políticamente capaz de hacerlo Netanyahu? No lo sé. Quizás Avigdor Lieberman sí. Ahora está en contra, pero es suficientemente inteligente como para estar de acuerdo con este análisis sobre la urgencia.

Está muy confiado en lo razonable de su posición, pero la sociedad israelí no es partidaria. ¿Cómo se le puede mover?

La gran cuestión no son los dos estados, sino cómo hacemos moverse a la sociedad israelí. Por supuesto, es importante que los palestinos participen. Pero Israel es la parte más fuerte. Hay dos cuestiones que les harán moverse: la primera, una tercera intifada no violenta. Una intifada de velas, de flores, de paraguas, como en Hong Kong...

De velas, flores, paraguas... o también de piedras.

Las piedras serían el máximo que la definición de una intifada no violenta aceptaría. Tiene que ser no violenta porque, en caso contrario, los israelíes les aplastarían. Hay una segunda cuestión: debería haber una presión internacional masiva hacia Israel, incluyendo un boicot cualitativo y centrado en servicios y productos que vengan de los territorios ocupados. No un boicot a Israel, del que estoy en contra, porque puede ser interpretado como una humillación y empuja a la sociedad al extremo. Pero si lo haces con los territorios ocupados será simbólico y económicamente efectivo. Ocurrió con Sudáfrica. Sé cómo se mueven los israelíes y solo lo hacen bajo presión. Todas las naciones lo hacen. Ellos tienen todo bajo su control: la tierra, el agua, los territorios ocupados. Pueden ofrecer mucho. Los palestinos no tienen nada para ofrecer, porque no tienen nada. Va en contra de la naturaleza humana pensar que los israelíes van a dar algo por nada. Por eso hay que presionar, para que Netanyahu vaya a su propia gente y les diga que tiene que hacer algo. No hay otra opción.

«La futura intifada interna cortará entre Tel Aviv y Haifa»

En su libro hace mención al papel de los palestinos en el interior de Israel y apunta a un futuro conflicto. ¿Cree que ahí puede abrirse un nuevo foco?

Absolutamente. El conflicto israelí-palestino tiene salida, en el sentido de que sabemos cómo va ser la solución definitiva. Le puedo dibujar un mapa. Pero creo que el próximo conflicto, que tendrá que ser resuelto por un primer ministro que todavía no ha nacido, está dentro de Israel. Tienes una gran mayoría de 1.200.000 personas que son ciudadanos de segunda, y que empiezan a hacer un ruido que es nuevo. Si los israelíes siguen empujándoles hacia la dirección del reconocimiento como Estado judío, está dejándoles fuera. «Si este es un Estado judío ¿qué somos nosotros?», piensan. Por lo tanto, es el próximo conflicto. No estamos hablando de personas que estén en el Negev, sino que están distribuidas por todo el país, en Haifa, en Tel Aviv. La futura intifada interna cortará la carretera entre Tel Avivi y Haifa. La historiadores del futuro que escriban sobre el conflicto entre israelíes y palestinos en Israel comenzarán en octubre de 2000, cuando por primera vez en la historia, la policía israelí abrió fuego y mató 13 ciudadanos israelíes. No puedo imaginar a la policía israelí abriendo fuego en Tel Aviv. Si los israelíes no son cuidadosos con su relación con Gaza y Cisjordania, encenderán la chispa de la guerra interna, porque los árabes están conectados. Los ciudadanos de Gaza, de Cisjordania o del interior de Israel son la misma gente. Este futuro puede ser próximo.

En este contexto, ¿se puede considerar Israel una democracia cuando se basa en el principio de que es un Estado judío?

Israel se considera a sí mismo la única democracia en Oriente Medio. Pero se trata de una democracia de Oriente Medio. Es formalmente, una democracia, porque hay elecciones, partidos, instituciones... Pero le falta la cultura democrática. Derechos Humanos, ideas universales de las que carece. Si ponen fin a la ocupación, pueden tener tiempo para desarrollar su democracia. A.P.