2015 URT. 17 Iosu Uribetxebarria hil da Arrasaten El martes le pidieron 29 años más de cárcel Iñaki IRIONDO El martes, antes de que se acallaran los ecos la «Operación Mate» y a la espera de lo que dijera la TS sobre la acumulación de penas, la Fiscalía de la Audiencia Nacional hacía público un escrito en el que pedía una nueva condena de 29 años de cárcel para Iosu Uribetxebarria y su imagen volvió a asomarse a los medios. La Fiscalía sabía que ese juicio era imposible porque conocía que estaba a punto de morir, pero lo utilizó como otro cartucho más en su batalla propagandística, ahora que la AVT le aprieta el pie derecho con una manifestación contra su «traición» a las víctimas. Poco efecto tuvo. El miércoles, la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, arremetía contra el Ejecutivo de Rajoy por su política de «cesión ante ETA» continuadora de «los pactos» de Zapatero. «Bolinaga es el De Juana del PP y fue el Gobierno quien le excarceló porque se ha demostrado que no estaba terminal», declaró Ordóñez dos días antes de que Uribetxebarria haya muerto. De acuerdo con los principios de la legalidad, Iosu Uribetxebarria debía haber sido excarcelado antes de llegar a una situación terminal, como debieran serlo hoy mismo muchos otros presos. Sin embargo, en el Estado español, donde PSOE y PP han preferido la «construcción de imputaciones» y la «ingeniería» al cumplimiento de la legalidad, hasta la aplicación tardía de los derechos humanos es vista como una «cesión a los terroristas». Y así, de un día para otro, el mas duro de los ministros de Interior o el más implacable de los jueces es enviado a la hoguera por hereje si no atiende a los requerimientos de los portavoces inflados de asociaciones a las que no ya el Derecho actual, sino hasta la Ley del Talión -«ojo por ojo, diente por diente»-, les parece cosa de blandos. Por estos caminos embarrados se llega a que ante el fallecimiento de una persona, entre terribles dolores según reportan las agencias, haya quien anteponga su lamento porque no haya llegado a volver a ser juzgado o porque haya estado en sus últimos días «disfrutando de sus amigos». ¿Qué mayor condena que la muerte les hubiera satisfecho? Y deslizándose por esa pendiente enfangada se cae también en la bajeza de muchos comentarios que ayer recorrieron las redes sociales -y hasta las portadas de algún diario digital con registro legal- sin temor alguno a que haya una «Operación Araña» de las FSE que los persiga.