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Segunda victoria a domicilio

Oficio, sufrimiento y premio final

Los rojillos volvieron a sacar petróleo de los lances a balón parado -esta vez fue una jugada de laboratorio perfectamente ejecutada- para demostrar que ahora sí que saben manejarse en la categoría, pese a repetir otro agónico tramo final en inferioridad numérica.


BARÇA B 0

OSASUNA 1

Como ante el Valladolid y Las Palmas, el oficio y las apreturas finales marcaron un nuevo triunfo rojillo, el segundo que conquista lejos de El Sadar, lo que le permite encadenar su sexta jornada consecutiva sin conocer la derrota y situarse en la zona templada de la tabla, a cinco puntos del play-off. Lo mejor de todo ello, sin lugar a dudas, es que la escuadra navarra ahora sí que está ofreciendo su adaptación a la categoría, pese a que sigue complicándose la vida en los últimos minutos.

Aunque lo intentó en los primeros compases del choque, ya una vez que consiguió adelantarse a la media hora de encuentro, Osasuna evitó pelearle la posesión a un Barcelona B que mostró sus cualidades técnicas, pero pecó de bisoñez y falta de acierto en los metros decisivos. Los de Urban buscaron traerse los tres puntos a Iruñea con su fiabilidad a balón parado y alguna que otra contra llevada por Nino quien, con la de ayer, suma ya las nueve dianas.

Bisoñez local, picardía navarra

La inexperiencia local sumada a la picardía navarra dieron fruto a la jugada clave que marcó el devenir del choque. Roberto Torres amagó con sacar una falta lateral al borde del área culé a las cabezas de sus compañeros, lo que provocó que la línea zaguera azulgrana se desplazase y eso sirvió para el movimiento rápido del delantero almeriense que, colocándose en el punto de penalti, enganchó con precisión el servicio raso del de Arre para enviarlo a las redes.

Los anfitriones pudieron, cuatro minutos antes, estrenar el electrónico, pero la valiente salida de Santamaría impidió el gol del activo Dongou. Puede que el encuentro hubiese ido por otros derroteros de haber materializado dicha ocasión, pero tanto lo uno -no marcar- como lo otro -encajar a renglón seguido- dejó tocados a los de Eusebio Sacristán, que se lanzaron en tromba después del descanso a la búsqueda, al menos, del empate, dando entrada a hombres de refresco, como el desequilibrante Adama, que dio mucho trabajo a Sisinio y compañía.

A Osasuna le llegó la hora de apretar los dientes, sobre todo cuando se quedó con uno menos, y defender con orden, lo que trajo consigo que, quitando un disparo al anfiteatro de Dongou y un caracoleo de Sandro dentro del área que acabó con chut final de Gumbau -ambos lances en el último cuarto de hora-, no pasase excesivos apuros. Los de Urban saben ahora cómo manejarse en esas situaciones y eso da confianza.

La nota discordante la pusieron las dos expulsiones rojillas

No todo fueron buenas sensaciones. La nota discordante fueron las dos expulsiones rojillas, especialmente la de De las Cuevas. El jugador alicantino ya es reincidente en este tipo de acciones, pero ahora revisten más importancia por la especial coyuntura del equipo.

Sabedor de que Osasuna dispone de las fichas profesionales justas -aliviará la situación el regreso de Nekounam y Ansarifard-, el futbolista rojillo no debió cometer una falta por detrás y tan clara, tras haber visto ya una primera amarilla.

En cuanto a la roja a Urban, fruto del calentón del técnico polaco, habrá que esperar a ver qué determina Competición. Lo que está claro es que Kibu Vicuña dirigirá al equipo este próximo domingo. N.M.