2015 OTS. 12 GAURKOA Es momento de mirar al futuro Joxemari Olarra Agiriano Ezker abertzaleko militantea Desde que he salido de prisión he tenido oportunidad de hablar con personas que no veía en años y he sentido la necesidad de ir al encuentro de otras más sin esperar a que el azar nos reúna. He escuchado a veteranos y recién iniciados militantes para entender una sociedad que ha vivido cambios de calado y para coger el pulso de la izquierda abertzale de hoy. No me gustan ni la autocomplacencia ni la euforia. Antepongo el paso firme y constante de quienes avanzan con la brújula en la mano al de aquellos otros que se desplazan sin rumbo y al azar, al de quienes avanzan sin darse cuenta que están atados a la noria o al de los que se paran a la espera de caminos despejados. El camino transitado se ha levantado con el esfuerzo de muchos y de mucho tiempo, un camino de piso firme y seguro. Sin embargo, la orografía mostraba la necesidad de levantar un puente a un nuevo tiempo político desde el que continuar camino hacia el mismo destino. Hemos comprobado que combinar las fuerzas con las herramientas adecuadas y aprovechar medios humanos y materiales nos hace avanzar. Así ha sido durante años y está siendo en este tiempo político donde hemos situado a Euskal Herria. No es un secreto, el terreno era desfavorable y el clima adverso. En desventaja y objetiva inferioridad rivalizábamos nada menos que contra dos estados. Hostigados por los medios de comunicación, ninguneados por otros actores nacionales que miraban para otro lado e ignorados por la incomprensión internacional. Aun así, siendo pequeños frente a dos gigantes, hemos sabido encajar las embestidas y salir adelante. Hemos salido enteros y con fuerzas, siendo capaces de entretejer complicidades, forjando nuevas alianzas e incluso rubricando acuerdos estratégicos de país. Hemos demostrado a nivel internacional dónde se encuentra la intransigencia y la sinrazón, y por eso no nos faltan amigos y apoyos. Es cierto, no se cerró el conflicto pero se abrió la esperanza, hemos recuperado credibilidad y volvemos a ser depositarios de la confianza del Pueblo. Compromiso y lucha han dado frutos y los seguirán dando, pero no nos podemos quedar dormitando a la espera de que alguien o la casualidad solucione nuestros problemas. Solo hemos desbrozado el desconocido terreno donde vamos a tener que trazar y pavimentar el camino que nos marca la brújula, la independencia y el socialismo. Una travesía donde tan peligroso es marchar a oscuras o en la negrura de las sombras como expuestos a la deslumbrante luz del sol. Esto no ha hecho más que empezar, no está todo resuelto, ni todo el sendero trazado. Cimentar ese camino que conduce al futuro soñado es lo primero y hay más labor de la que pueda parecer y tarea para todos. En lo inmediato, sigue habiendo obstáculos que salvar y no pocos retos que superar. Esa es nuestra responsabilidad, dar pasos que conduzcan a pequeñas victorias que nos lleven a otras mayores y a un futuro de celebraciones. Se puede mirar atrás pero sin perder el horizonte. Tornar la cabeza no para vivir de la nostalgia sino para mirarnos en el espejo de la entrega y el compromiso. Echar un vistazo al camino recorrido no para desandarlo sino para recoger las banderas y continuar hacia adelante. Mirando atrás veremos que la izquierda abertzale estuvo hasta hace poco proscrita, impedida para movilizar y movilizarse, para pensar y repensarse. Incapacitada para estar presente en las citas electorales con su propia personalidad, inmovilizada e invisibilizada. Una izquierda abertzale de corazón desmedido, de una entrega sin par, pero mermada en sus capacidades y a la que una década de «ilegalidad» impidió hacer la necesaria transmisión política entre generaciones de abertzales. Se dificultó el trasvase de experiencia, conocimiento y saber político entre veteranos y jóvenes militantes. Ellos eran bien conscientes y por eso nos llevaron a ese terreno. La represión y la persecución política también hicieron y han hecho que no sea «legal» la solidaridad con los presos manifestada con retratos y homenajes, pero en ningún caso harán ilegítima la solidaridad y la movilización que les debemos. Todavía hoy tenemos cientos de militantes bajo llave, decenas de jóvenes a merced de una sentencia, y todavía mañana, cargos públicos, responsables políticos y solidarios con los presos desfilaran por las salas de Audiencia Nacional donde se desarrolle su macrojuicio. Todos sabemos de dónde venimos. También sabemos que gracias a la cantidad de decisiones arriesgadas tomadas (y a las no tomadas) en el pasado hemos llegado hasta aquí. Decisiones colectivas que nos ayudaron a superar escollos y ayudarán a superarlos en el presente y el futuro. Considerar cuánto, cómo y por qué se ha logrado en la lucha de liberación nacional y social es importante, pero no basta. Se hace necesario vertebrar la nueva acción política y desarrollar nuestra estrategia en los terrenos ideológico, movilizador e institucional para proyectar el definitivo cambio de ciclo político. Estamos en un momento de tránsito en que no hemos acabado de construir las nuevas herramientas ni de pulir nuestros defectos y ya visualizamos la magnitud de los obstáculos. Completar esta transformación no es tarea de días, meses o unos pocos años. Se necesita tiempo, paciencia y sobre todo determinación. Sabemos que el camino no estará exento ni de dificultades ni de equivocaciones, máxime cuando el enemigo acecha pretendiendo condicionar nuestro posicionamiento en el nuevo tiempo político. Todo momento transitorio es tiempo de incertidumbres, de más dudas que certezas. Sabemos que algunos de los que nos decían ayer «con violencia no...» nos han dejado entender que «sin violencia tampoco» mientras siguen sentados en el mismo mullido sofá. También sabemos que habrá quienes continúen mirando a los lados, fijando la vista hoy en el PNV y mañana en Podemos, confiando en soluciones venidas de fuera y traídas por otros. Tendremos que lidiar con agoreros y «agonías» que siempre lo ven todo negro, con los que repiten el consabido «ya lo decía yo» y con los que saben lo que «hay que» hacer para que lo hagan otros. En cualquier caso, críticas y consejos desde el respeto, con ánimo de aportar y la vista puesta en seguir adelante siempre ha sido bien recibidos en la izquierda abertzale. En contextos de tránsito y readecuación se debe reflexionar colectivamente sobre modos y maneras, sobre herramientas e instrumentos a utilizar para conseguir una mayor incidencia, participación y penetración social del proyecto independentista y socialistas vasco. Son buenas premisas un actuar valiente y sin miedo a los cambios, no dejarse llevar por la inercia, la vacilación, el inmovilismo o la parálisis, además de repensar permanentemente entre todos nuestra función y el papel de cada cual en el nuevo contexto en el que ya nos movemos. En última instancia, tomar posiciones y concretar iniciativas que nos hagan eficaces y estar a la altura de lo que el pueblo exige. Perseguir más y mayor participación, ofrecer más y mejores explicaciones, proyectar cercanía y posibilitar que cada vez más gente sea parte activa de las decisiones. No son soluciones mágicas pero sí un comienzo para romper con la apatía social que, queramos o no, condiciona y contagia a una militancia abertzale que no es impermeable. La coyuntura histórica es favorable para, en muchos aspectos, avanzar más y más rápido. Hemos conseguido traer al Estado hasta «aquí», hemos sido en gran medida causantes de la actual crisis del estado, de su presente debilidad y su falta de credibilidad. Nada de lo que ocurre ha llegado porque sí. Se dan condiciones nuevas y se están creando novedosas situaciones que no éramos capaces de soñar hace bien poco. Todo lo nuevo se debe al esfuerzo, el trabajo, el compromiso, la lucha, el sacrificio y el sufrimiento pasado, pero no es hora de entretenerse mirándonos al ombligo. No perdamos el tiempo. Son momentos de encarar el futuro con pasión e ilusión y de, todos a una, poner a este pueblo en la senda de la victoria. Es momento de organizarse y luchar. Hay mimbres más que suficientes para construir nuestro sueño y para avanzar hacia él. Ideas, ganas, motivación y convencimiento no nos faltan. Merece la pena y ganar está en nuestra mano.