El PNV marca distancias con el ejemplo catalán
Mientras lo componentes de EH Bildu han acudido a la campaña catalana e hicieron que el independentismo catalán estuviera presente en las elecciones autonómicas, el PNV ha tratado de mantener la distancia. Lo mismo hace tras conocer los resultados. El PNV ya evitó en 2009 ir a unas elecciones autonómicas con la ciudadanía polarizada por la defensa de una consulta.
El último mitin que ofreció Josu Jon Imaz como presidente del EBB fue junto a Artur Mas en Andorra, el 30 de noviembre de 2007. Ambos apoyaban al candidato del Partido Liberal de Andorra. Un año antes Imaz había estado en el mitin central de la candidatura de Artur Mas. «El PNV está con CiU», dijo en un discurso pronunciado íntegramente en catalán. Mas ganó aquellas elecciones pero no logró gobernar, y advirtió de ese peligro a Juan José Ibarretxe cuando en la campaña de 2009 acudió a Getxo para apoyar al PNV. Artur Mas estuvo entonces más acertado en sus previsiones que cuando disolvió el Parlament y convocó a las urnas para el 25N.
En los últimos tiempos el PNV se ha distanciado un tanto de CiU. Hace año y medio la relación entre ambas formaciones sufrió una crisis al abstenerse los jeltzales en una moción que pedía 1.450 millones de euros para la Generalitat, pero la formalidad se ha restituido. Sin embargo, el EBB dirigido por Iñigo Urkullu ha seguido manteniendo las distancias.
Especialmente llamativo ha sido el desapego del PNV con respecto a la ola independentista catalana que se levantó con la manifestación de la Diada de este año. El EBB delegó en Iñaki Anasagasti su representación en la marcha. La presencia de Oriol Pujol en el Alderdi Eguna aparece como un hecho aislado. Ni el PNV buscó ningún gesto de CiU durante la campaña para el Parlamento de Gasteiz, ni ha habido apoyo a Artur Mas ante las elecciones del pasado domingo. Apenas se cuenta en este tiempo un encuentro discreto entre Mas y Urkullu el 28 de setiembre, presentado además como una cita que se venía demorando desde julio.
EH Bildu buscó en la campaña electoral la identificación con el independentismo catalán, con momentos emocionantes como el que se vivió en el acto central del BEC, con descuelgue de una enorme ikurriña y otra estelada mientras se levantaba un castell a los gritos de «in-inde-independencia». El PNV, por contra, se limitaba a señalar la existencia de coincidencias en lo nacional pero diferencias tácticas.
Probablemente hoy, a la vista de los resultados obtenidos por Urkullu y Mas en sus respectivos retos electorales, el PNV esté satisfecho de la tierra puesta por medio entre las campañas de uno y otro. Andoni Ortuzar, presidente del EBB, destacaba ayer que en las elecciones catalanas la táctica de CiU ha provocado una polarización «hacia los extremos», que ha beneficiado a ERC y Ciutadans.
Siendo esto cierto, también lo es que CiU, con su apuesta, ha hecho una criba en su propio electorado. Hoy sabe que los 1.112.341 votos que sustentan sus 50 parlamentarios apoyan decididamente ser un Estado en Europa. Este es un proceso que el PNV no ha hecho todavía. Nadie niega el abertzalismo de la mayor parte de su electorado, pero también es evidente que en las últimas elecciones la papeleta jeltzale fue refugio de muchos votantes que lo que pretendían era cerrar el paso a EH Bildu.
Habrá que ver lo que el futuro depara en Catalunya. Lo que el pasado nos enseña es que cuando un lehendakari del PNV trató de avanzar hacia la consulta fue frenado por su propio partido, que veía aquella situación más como un riesgo que como una oportunidad.
Iñigo Urkullu entendía, precisamente, que el PNV corría el riesgo de que le pasara lo que a CiU. Temía que concurrir a las elecciones de 2009 con una situación muy polarizada en torno a la consulta podía tener como consecuencia una pérdida de apoyo electoral. No quería tensionar el electorado como se había hecho en 2001 porque tampoco tenía enfrente un enemigo de la talla del trío Aznar-Mayor Oreja-Redondo Terreros. Intuía que por defender la consulta, el PNV podía perder el Gobierno. La CAV se quedó sin consulta y el PNV sin gobierno.
Las fuerzas de EH Bildu, por su parte, no han dejado de reeditar en estos días sus lazos con la izquierda independentista catalana. EA y Aralar participaron durante la campaña en los principales actos de su socio ERC, principal triunfador de las elecciones del domingo. La izquierda abertzale y Alternatiba apoyaron a las CUP, que en sus primeras elecciones autonómicas han conseguido entrar en el Parlament con tres diputados.
Unos y otros, componentes todos de EH Bildu, aprovecharon la jornada de ayer para felicitar a los más cercanos pero también al conjunto del soberanismo de izquierda, por considerar que los resultados, en su conjunto, suponen un avance hacia la autodeterminación catalana.
En sintonía con las direcciones de Madrid, las delegaciones locales del PSOE y el PP, así como UPN, prefirieron centrar su análisis en la pérdida de apoyo de CiU que en la mayoría soberanista que vuelve a dibujarse en el Parlament. Hubo quien como Gorka Maneiro, en un gesto de osadía, se permitió pedir la dimisión de Artur Mas, después de que UPyD, con su participación en el final de la campaña, hubiera logrado el 0,40% del voto, superado hasta por el partido Pirata y el PACMA.
Como dijo en euskara Iñigo Urkullu en un tuit: «Los resultados de las elecciones han demostrado que las cuestiones de Catalunya y Euskadi son temas todavía sin resolver para el Estado». Pero también hay diferencias autóctonas en cómo afrontarlos.