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Dos semanas de examen a las verdaderas intenciones del Gobierno

El próximo 19 de abril se cierra el plazo para la presentación de enmiendas al proyecto de presupuesto. El Gobierno del PNV tiene dos semanas laborables para exponer sus verdaderas intenciones con estas cuentas.Lo primero que Lakua tiene que aclarar es si de verdad va a buscar una negociación que puede resultarle cara o si opta por una prórroga que tendría un coste más político que económico.

Iñaki Iriondo.

Arranca la semana que va a marcar, realmente, el devenir de los primeros presupuestos del Gobierno de Iñigo Urkullu. Su consejero de Hacienda, Ricardo Gatzagaetxebarria, tiene fijada para mañana la cita con el PP, que es hoy por hoy el grupo que más dispuesto parece a tender la mano al PNV, aunque su ayuda se queda corta sin el concurso de algún otro grupo. El 19 de abril, viernes, se cierra el plazo para la presentación de enmiendas. En estos diez días, por tanto, el Ejecutivo tendrá que extender toda su capacidad negociadora para evitar que quienes presenten enmiendas a la totalidad superen los 38 escaños. Si no lo consigue, tendrá una semana de prórroga hasta que el viernes 26 el Parlamento vote si devuelve o no las cuentas al Ejecutivo.

La cuestión central es que a estas alturas la incógnita principal ya no es saber con quién quiere el Gabinete de Urkullu sacar adelante sus presupuestos, sino que la pregunta es si el Gobierno quiere o no que se aprueben. PP y PSE mantienen desde un inicio la sospecha de que Urkullu y Gatzagaetxebarria habían optado de salida por un escenario de prórroga, y los indicios que han ido acumulando desde entonces apuntalan esa idea.

De hecho, la CAV lleva ya más de tres meses funcionando con los presupuestos de 2012 prorrogados e, incluso, si finalmente se aprobaran nuevas cuentas para 2013, estas entrarían en vigor en junio. Por esas fechas hay que ponerse ya a definir las cifras del próximo año y en octubre deben presentarse ya las líneas básicas del proyecto de 2014.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que, pese al anunciado descenso de 1.132,5 millones sobre el presupuesto de 2012, en la práctica esa cantidad es menor. El Gobierno de Patxi López reajustó sus cuentas y redujo sus gastos en 295 millones. El propio Gatzagaetxebarria estimó que la rebaja práctica sería de 750 u 800 millones. El Ejecutivo de Urkullu admite también que a lo largo del año se encontrará con ingresos extras, producto de cambios normativos que no fueron tomados en consideración en el Consejo Vasco de Finanzas de octubre de 2012 que estableció la previsión de ingresos para este año.

Es decir, la incapacidad de sacar adelante sus primeros presupuestos supondría un duro golpe político para Iñigo Urkullu y el PNV, pero en términos económicos la prórroga podría no ser tan mala. A fin de cuentas, como explicó el lehendakari, basta con no gastar más de aquello con lo que se cuenta.

De hecho, y puede comprobarse desde que se comenzó a hablar de los presupuestos, el Gobierno y el PNV están más preocupados por trasladar en público a la oposición la responsabilidad de su aprobación que de buscar acuerdos que lo posibiliten.

Al PNV le encantaría poder contar con algún tipo de trato con el PSE para la aprobación del presupuesto. Es la opción más cómoda, debido a la existencia de una tradición de entendimientos entre ambas fuerzas. Sin embargo, el PSE ha puesto el listón muy alto, anunciando que si no se contemplan mayores ingresos exigirá la devolución del presupuesto. Esta actitud se basa en que necesita acentuar su perfil de izquierda y, también, en que el PSE no olvida el trato que desde Sabin Etxea dispensaron al lehendakari Patxi López.

Según señalaron algunos medios el pasado viernes, el Ejecutivo ya ha excluido a EH Bildu de cualquier posibilidad de acuerdo. Es evidente que los modelos económicos de la izquierda soberanista y del Gobierno jeltzale son prácticamente antagónicos. EH Bildu entiende que los recortes aplicados por Urkullu han superado sus rayas rojas. Para hoy ha convocado un acto en el que Laura Mintegi «concretará su posición ante el proyecto presupuestario»; previsiblemente, supondrá el anuncio de la presentación de una enmienda a la totalidad.

Quien más comprensible se está mostrando con el Gobierno del PNV es el PP, y no son pocos tampoco los guiños que los jeltzales están lanzando al partido de Mariano Rajoy. Sin embargo, el problema de este pacto es que resulta numéricamente insuficiente y precisa de algún tipo de complicidad por parte de UPyD. Un maridaje difícil de tragar para buena parte del electorado del PNV y que para que pudiera darse exigiría poder vender la imagen de que al Ejecutivo de Urkullu le ha salido prácticamente gratis. Cualquier precio, sobre todo si es simbólico, resulta demasiado caro.

En un par de semanas, tres a lo sumo, el primer gran reto del Gobierno de Urkullu estará aclarado y su futuro, marcado.