Arkaitz Rodriguez, un calvario médico que resume la crueldad carcelaria
La última negativa de Instituciones Penitenciarias a trasladar al preso Arkaitz Rodriguez a una consulta en Gasteiz colma la paciencia de su familia. Su caso delata cómo los derechos humanos desaparecen al otro lado de las rejas. 20 meses después de contraer una inquietante dolencia, sigue sin diagnóstico. La decisión de Madrid ciega cada rayo de luz.
Han pasado 20 meses desde que Arkaitz Rodríguez -preso en Logroño por el «caso Bateragune»- notara las primeras molestias en su pie izquierdo. Pronto apreció que no era una simple sobrecarga, sino algo mucho más serio, que de hecho en una temporada reciente le impidió hasta andar, con dolores intensos, gran pérdida de masa muscular (doce kilos en total) y problemas circulatorios. Pues bien, llegado octubre de 2013 -enfermó en febrero de 2012-, sigue sin tener siquiera diagnóstico.
Cada intento ha sido bloqueado desde Madrid, con dos episodios especialmente sangrantes: el de agosto, cuando al fin se autorizó su traslado al hospital de Donostia pero fue de nuevo devuelto a la cárcel sin haber acabado las pruebas y contra el criterio médico; y el de esta pasada semana, cuando se le ha negado una consulta ya comprometida en un hospital de Gasteiz. A ello se ha sumado la revocación de una sesión de fisioterapia en Logroño, porque según se ha argumentado al propio preso, «la comisaría no dispone de tantos coches como necesitaría».
La preocupación de la familia es intensa y motivada: «Arkaitz no tiene autonomía locomotora. Como dice él, `no ando, me desplazo'». Su caso es definido a simple vista como de afección severa por los distintos especialistas. El miedo a una irreversibilidad está cada vez más presente. Y el trato de Instituciones Penitenciarias es de lo más desconsiderado, rayano o con el cachondeo o con la más refinada de las crueldades.
Ni resonancia ni ecografía
Para captar todo este calvario en su dimensión exacta se hace necesario recapitular. Los primeros quince meses de dolencia son calificados por la familia directamente como «perdidos». Los dolores crecieron hasta el punto de que Rodríguez fue atendido cinco veces en el hospital de San Pedro de Logroño, dos de ellas en Urgencias. Sin embargo, en todo ese tiempo no se le hicieron ni resonancias ni ecografías, como solicitó.
Los especialistas del Hospital Donostia -de donde es natural- le concedieron sendas citas para los días 2 y 6 de agosto de este año, lo que hacía lógico el traslado a la capital guipuzcoana. Sin embargo, el 25 de junio Instituciones Penitenciarias lo denegaba con este argumento que luego se ha ido reiterando: «Consta que extingue condena de seis años de privación de libertad como autor de un delito de integración en organización terrorista, organización que aún no se ha disuelto y de la que no constan indicios de su desvinculación en prisión. En consecuencia, la amenaza y el riesgo de que en una eventual excarcelación puedan producirse incidentes o pueda intentarse la evasión es alto, incrementándose cuando se lleve a efecto en ese entorno geográfico».
En julio, el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria aceptó el recurso y autorizó el traslado, por lo que -como publicó GARA en su día- Rodríguez fue ingresado en Donostia en agosto para realizarle pruebas. Parecía que por fin llegaría el diagnóstico, pero todo cambió radicalmente al trascender la noticia a los medios españoles, con titulares como este: ``El juez accede a que un etarra sea tratado en el Hospital Donostia'' (``La Razón''). Se destacaban aspectos como que el juez José Luis Castro había liberado en su día al preso enfermo Iosu Uribetxebarria o el de que Rodríguez comparte prisión y causa judicial con Otegi. La conclusión fue que el 21 de agosto una orden directa de Madrid, tras constantes llamadas a la directora médico de Donostia, precipitaba el alta y Rodríguez era devuelto a Logroño. «A mi pesar, no tengo un diagnóstico definitivo», escribió el coordinador del equipo médico, que instaba a que el caso lo siguiera un especialista de Gasteiz
Pasado otro mes, el pasado 27 de setiembre, Rodríguez era llevado a la cárcel de Zaballa. «Otro falso espejismo», indica la familia. Solo tres días después, lo reenviaban a Logroño «sin mayores explicaciones» y ante el estupor incluso de responsables de la prisión riojana.
La esperada consulta en Gasteiz se fijó para este viernes pasado. Tres días antes, Instituciones Penitenciarias ha vuelto a vetarla con su manual: «Consta que extingue condena...».
Hoy día, Rodríguez parece haber mejorado algo, incluso camina un rato al día: «Pero ni sabe qué le ha pasado, ni sabe por qué ahora sí, ni cómo estará mañana...». Y continuará...