El ataque de Murcia y otro caso de acoso alertan a los allegados de presos vascos
El apedreamiento de una furgoneta que volvía de las prisiones de Murcia será denunciado. Pudo provocar un grave accidente, constatan las siete personas que viajaban en ella. Y no es un hecho aislado; sucede al hostigamiento del viernes en Puerto y a tres casos más de acoso.
Afortunadamente, las siete personas que viajaban en la furgoneta de los voluntarios de Mirentxin (cinco allegados y dos chóferes) no tienen ni un rasguño. Pero sí se han traído a casa el susto correspondiente tras ser apedreados en dos ocasiones el sábado en Murcia, primero en las inmediaciones de la cárcel nueva y después, con mucho más riesgo, ya en la autovía hacia Madrid. «Se situaron en paralelo, sacaron medio cuerpo fuera del coche y nos lanzaron cinco piedras grandes, del tamaño de una mano», explica a GARA Idoia H., amiga del preso Joseba Segurola.
Fueron abordados por las mismas personas en tres momentos diferentes del día. Primero los encontraron por la mañana a la entrada a la cárcel, junto a una dotación de la Guardia Civil; entonces eran seis y llevaban banderas españolas. Pensaron que podía deberse a alguna de las concentraciones de protesta por las excarcelaciones tras la sentencia de Estrasburgo, «porque ese día `La Razón' había publicado que esta semana saldrán más vascos». Ya por la tarde, en el mismo recinto recibieron un par de pedradas del mismo grupo, entonces reducido a cuatro personas. Y finalmente llegó el tercer ataque, el que pudo ser fatal.
«En ese momento pensamos `¡qué planificación!', porque pasó ya a la salida de Murcia, o sea que nos siguieron durante un cuarto de hora -narra Idoia-. Pero a la vez vemos que fue todo bastante chapucero, así que no sabemos. Visto que nos abordaron en tres momentos diferentes, ¿es posible que les avisaran desde dentro de cuándo llegábamos y nos íbamos? Quizás, solo podemos especular. También fue raro que al llegar a la cárcel esta vez nos identificaron a los siete; no es lo habitual».
Eneko Ariztimuño era uno de los dos conductores voluntarios. En el momento del ataque iba como copiloto: «No nos pilló de sorpresa porque ya vimos que nos iban siguiendo y optamos por bajar la velocidad. Nos atacaron justo en un carril de salida de la autopista, de modo que tiraron las piedras y huyeron. Pudo ser grave si el conductor se pone nervioso o si hubieran roto un cristal, pero por suerte no pasó ni una cosa ni la otra».
Ariztimuño se toma el ataque como «algo que llevas asumido», pero matizando que en el fondo ellos eran siete y podían arroparse mutuamente: «Sin embargo, hay otros familiares que van solos en su coche, o son personas de edad.... En un viaje ya siempre te juegas la vida. Por eso hacemos esta labor voluntaria: para aumentar la seguridad y porque, al fin y al cabo, tú puedes turnarte y descansar mientras ellos hacen la visita. Lo suyo es mucho peor, así que hay que seguir ayudándoles».
Para refrendar sus palabras, Idoia recuerda que la noche anterior ya tuvieron problemas para pasar Etxegarate y Somosierra por la nieve. Habían salido a las diez de la noche de casa, el viernes, y no volvieron hasta altas horas de la madrugada del domingo. El apedreamiento se produjo a las 17.00 del sábado. No ha generado ninguna declaración política ni ha tenido relieve informativo más allá de algunos medios vascos, lo que aumenta la preocupación de los allegados. Algo similar pasó el viernes con el acoso a los allegados de Antxon López Ruiz en Puerto; las imágenes más violentas fueron evitadas.
En Sevilla
El caldo de cultivo creado por la crispada respuesta oficial a la decisión de Estrasburgo facilita estos ataques a allegados. Su indefensión será uno de los temas de la asamblea nacional que realiza este domingo Etxerat.
Este colectivo recuerda tres episodios de hostigamiento en poco más de un año. El más conocido fue la persecución sufrida en la carretera por Enara, hermana del preso Arkaitz Rodríguez, al regresar de una visita a Logroño en setiembre de 2012. Sujetos que se identificaron como policías intentaron sacarla de la carretera y la sometieron luego a golpes y tocamientos. Izaro, hermana de Gari Arruarte y compañera de Ugaitz Errazkin, padeció otro episodio de acoso poco después. Y a ello se suma lo ocurrido recientemente con Naia Zuriarrain en Sevilla, donde se hallaba para visitar a Asier Arzalluz, su compañero preso.
Según explica la joven y recoge el último informe mensual de Etxerat, una mujer la abordó con la excusa de un problema en el vehículo, intentando ganarse su confianza. Al día siguiente, en otro punto alejado de la zona, la misma persona se le presentó cuando estaba comiendo, aparentando un encuentro casual. Se sentó a su mesa y poco después apareció otro hombre al que presentó como su amigo, tras lo que la mujer se marchó. Ese hombre conocía el nombre y los dos apellidos de Naia Zuriarrain y se presentó como empleado del Ministerio del Interior.
«Fueron momentos de gran tensión -explica Zuriarrain-. Yo estaba sola en Sevilla y no sabía cómo salir de esa situación. Me amenazó diciendo que no me iba a mover, que le iba a oír durante 20 minutos (...), que si no me quedaba allí Asier iba a ser trasladado a Ceuta, que estaba en sus manos». Zuriarrain decidió marcharse y contó lo ocurrido a sus abogados.
Encerrados en Iruñea por los presos de Sevilla
La preocupación por los presos de Sevilla-II, que cumplen hoy 22 días en huelga de hambre, sigue creciendo. Etxerat dará hoy información detallada. Ayer el caso recibió un portazo por la mañana en el Parlamento navarro, ya que UPN y PSN vetaron una comparecencia informativa de sus familiares, pero por la tarde la solidaridad tomó cuerpo en un encierro de una semana en la iglesia de San Lorenzo, en Iruñea, como muestra la foto. Según explicaron tras entrar en la iglesia, el objetivo de la iniciativa es instar a los agentes a que actúen ante la vulneración de derechos. Ayer hubo actos por los presos en Trintxerpe (22), Iurreta (36), Bermeo (20), Gernika (40), Zaldibia (16), Altsasu (44), Astigarraga (15), Iruñea (66), Laudio (45), Añorga (13), Otxarkoaga (16), Euba (11), Altza (15) y Sopela (17). Iñigo URIZ | ARGAZKI PRESS