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Un barullo de escenarios para echar a Barcina

El ultimátum del PSN de «15 días» para la dimisión de Barcina fue de todo menos claro. De hecho, lo que hace es abrir un abanico de posibilidades inmenso. Todo resulta tan difuso que ni siquiera se sabe cuándo termina ese plazo.

La presidenta Yolanda Barcina hace declaraciones ante los medios. (Jagoba MANTEROLA / ARGAZKI PRESS)

Nada es lo que parece. La enrevesada forma de entender la política que tiene el PSN ha enmarañado algo que podría haberse resuelto de un plumazo, puesto que el escándalo de corrupción es mayúsculo. Ahora, hay tantos actores en juego que el resultado es un berenjenal. Toca, por tanto, repasar algunas nociones básicas para entender los escenarios que ya están abiertos.

O elecciones en mayo o el año que viene

Las elecciones en Nafarroa no se pueden convocar en el último año de legislatura y tampoco cuando se han convocado ya unos comicios «superiores», para que no interfieran. Esta vez, ambas restricciones confluyen, dado que estamos a punto de entrar en ese último año y, además, llegan las europeas. Por tanto, se ha iniciado ya la cuenta atrás para poder convocar a las urnas. El último día factible sería el 31 de marzo. Si para entonces no se han convocado elecciones, habrá que aguantar el resto de legislatura y las navarras volverán a coincidir con las municipales. El único que puede convocar a las urnas es el presidente/a de Nafarroa.

Las ventajas de ser presidente

El cargo de presidenta le da a Barcina tres opciones: 1) aguantar hasta que la moción de censura se ejecute; 2) dimitir y convocar elecciones; o 3) solo dimitir. Si aguanta, forzará una moción de censura, de la que saldrá investido un nuevo presidente. Si Barcina opta por marcharse y llamar a las urnas, continuaría gobernando hasta julio, ya que se quedaría en funciones mientras toma posesión el nuevo Parlamento que elegirá a su sustituto. La tercera opción que tiene es dimitir sin convocar elecciones. En tal caso, el Parlamento debería elegir un sustituto y el único requisito existente es que el presidente debe de ser un parlamentario. De ocurrir así, ese nuevo presidente tiene la opción de aguantar hasta que termine la legislatura en mayo del año que viene o adelantar las elecciones. Si le queda tiempo...

Un plazo absurdo para añadir dudas

En principio (Roberto Jiménez no fue excesivamente claro), el plazo de «15 días» empieza a contar a partir del próximo lunes, día 17. Y acabaría, por tanto, el lunes 3 de marzo a las doce de la noche. No obstante, este límite está ligado a la comisión de investigación de lo narrado por la exgerente de Hacienda, que el PSN pretende ventilar en dos semanas. Pero, ¿qué ocurrirá si en esa comisión surgen nuevos elementos? No hay respuesta. Lo que sí se ha dicho es que si en esa comisión se corroboran las acusaciones (el PSN lo da por hecho hoy, pero quién sabe qué hará mañana), Jiménez presentará una moción de censura para «echar» a Barcina. Es lo que ha prometido, pero en la práctica no lo puede hacer.

El PSN necesita una firma más

Para presentar una moción de censura son necesarios diez parlamentarios. El PSN tiene nueve y, por lo tanto, necesita que una formación más suscriba la petición. Podrían hacerlo I-E, Geroa Bai, Aralar-NaBai y Bildu. Pueden hacerlo conjuntamente o no, dado que con un parlamentario más basta, aunque luego todos deberán votar al candidato. La moción podría registrarse el mismo 3 de marzo y quedarían, por tanto, 28 días naturales para celebrar un pleno extraordinario y convocar las elecciones. Ese pleno ha de convocarse en menos de diez días (hasta el 13 de marzo). Por tanto, todo va apretadísimo. En principio, ningún grupo apoyará al PSN si no va a convocar elecciones.

El eventual gobierno de transición

Si la moción prosperara, Jiménez sería nuevo presidente y su gobierno duraría, en funciones, hasta después de los comicios. En principio, serían unos tres meses en los que el PSN promete «sacar todos los trapos sucios». No está claro si los miembros de ese gobierno serían políticos o técnicos, ni si sería un ejecutivo de coalición o monocolor. Ahora mismo, no es la mayor preocupación, porque Barcina puede abortar su creación en cualquier momento y, además, hay más agentes en juego.

Influencia de elementos externos

Más allá del Parlamento existe la realidad. Los hechos relatados por Idoia Nieves son tan graves que pueden tener consecuencias penales. Kontuz presentó ayer una denuncia ante el Supremo y es previsible que el Alto Tribunal tome decisiones en unos diez días. A juicio de los abogados de Kontuz, se han podido cometer hasta cinco delitos. Resulta complicado que el Supremo no interrogue a la exgerente de Hacienda después de que esta asegurara que Goicoechea intentó corromperla. En tal caso, la imputación de la vicepresidenta será un duro palo.

Mientras tanto, la indignación bulle en la calle y no es descartable que, en breve, se anuncien nuevas manifestaciones en contra de la corrupción y el esperpento. El hastío es tal que ya no basta con respuestas confusas. Por otro lado, la noticia del descalabro del Gobierno de UPN ha llegado a Madrid. Los ministros enarbolan abiertamente el «Navarra es cuestión de Estado». Hay presiones. Y el PSN debe obediencia a Ferraz.