INFO
Elkarrizketa
IBON FERNANDEZ IRADI
Preso en Lannemezan con una grave enfermedad

«El estatus de ‘presos especiales’ dificulta la atención médica»

Su dolencia le fue diagnosticada en 2013, tres años después de notar los primeros síntomas. Ahora, con los informes médicos pertinentes, ha pedido la excarcelación por «incompatibilidad de su estado con el mantenimiento en prisión». Espera que el juez de Aplicación de Penas se pronuncie en las próximas semanas. Mientras, sigue lo mejor que puede el tratamiento en la cárcel de Lannemezan, adonde en diciembre hubo una marcha de solidaridad que le trajo una «bocanada de aire fresco». Elkarrizketa, euskaraz, Kazeta.info-n.


¿Cómo se encuentra de salud?

Creo que ya es sabido que me diagnosticaron esclerosis múltiple y, por tanto, padezco las consecuencias de esa dolencia. No negaré que llevar esto en la cárcel es realmente difícil, ya que aquí no hay condiciones para tratar adecuadamente esta enfermedad. No es fácil ni para mí ni para mis allegados y todo ello crea gran desazón. Desde que aparecieron los primeros síntomas en enero de 2011 he tenido tres crisis fuertes. En mi caso, además, el comienzo de la enfermedad fue muy virulento y por dos veces he tenido que estar temporalmente en silla de ruedas.

Actualmente, debido a los diferentes crisis, tengo síntomas diferentes. Por ejemplo, mucho dolor en la parte izquierda del cuerpo, y la sensibilidad de las dos piernas y también de partes de la cara no es completa, tengo hormigueos... A esto se añaden otros síntomas como los acúfenos (zumbidos constantes) que no me dejan dormir bien, temblores internos en el cuerpo... En general, suelo tener un gran cansancio físico, estoy todo el día muy-muy cansado sin apenas hacer nada. Obviamente, todo esto provoca una gran fatiga sicológica y un enorme estrés.

¿Qué atención recibe en la cárcel? ¿Qué tratamiento sigue?

Como ya he mencionado antes, en la cárcel no hay condiciones para llevar un tratamiento adecuado. Los pacientes que sufren la misma enfermedad que yo suelen ser examinados por el neúrologo cada seis meses. Dada mi situación, hace más de un año que no he tenido la ocasión de estar con él. Además, debido a las dificultades que conlleva el estar encarcelado, la última vez que pude consultar con él fue por videoconferencia, es decir, que no pudo examinarme directamente y me han dicho que la próxima vez también será por videoconferencia.

En mi caso, la esclerosis múltiple también afecta al aparato digestivo (las crisis fuertes se produjeron tras haber pillado una gastroenteritis) y es evidente que la alimentación de la cárcel no es la más apropiada. La prisión suele ser a menudo foco importante de infecciones y así se me declaró la enfermedad, es decir, que una gastrorenteritis que atrapamos la mayoría de los presos fue el detonante. Tratar adecuadamente esta enfermedad supone que seas atendido frecuentemente por diferentes especialistas o que sigas un programa de rehabilitación constante... Todo esto es imposible en el universo carcelario.

En lo que se refiere a medicinas, sigo el tratamiento habitual para la esclerosis múltiple (Interferón). Tenía que haber empezado el tratamiento enseguida pero como estar en la cárcel hace que todo sea más complicado y más difícil, no pude hacerlo hasta seis meses más tarde. De todos modos, hay que tener en cuenta que es una enfermedad incurable y que, por lo tanto, su efecto es limitado.

¿En qué fase se encuentra su solicitud de liberación?

La demanda de suspensión de pena y, por tanto, de poder ser excarcelado la presentamos en marzo del año pasado. El proceso se está alargando. El segundo paso es el examen de dos expertos diferentes para comprobar si mi estado de salud resulta compatible con permanecer preso. Esta fase está ya realizada y los dos informes coinciden en que no es compatible. Ahora la decisión sobre mi excarcelación está en manos del juez. Creo que podría tomarla hacia finales de febrero o en marzo.

¿Cómo definiría la actitud del Gobierno francés hacia los presos enfermos?

Hasta ahora, por lo menos, su actitud no me ha ayudado nada, más bien ha dificultado las cosas. La Administración penitenciaria nos etiqueta como «presos especialmente vigilados» lo que denominan DPS. El hecho de catalogarnos así es una decisión política. Al imponernos ese estatus, cuando tienen que sacarnos a una consulta médica o al hospital nos aplican unas medidas de seguridad extremas. Es algo inaudito, porque cuando te llevan a un médico del exterior, solemos ir rodeados de policías y funcionarios armados hasta los dientes y atados de pies y manos. En esas condiciones, la mayoría de las veces estás deseando que se acabe cuanto antes la consulta. Es por esa razón que a mí, por ejemplo, en vez de sacarme de la carcel me han puesto las consultas a través de videoconferencia.

El estatus DPS impuesto por el Gobierno impide que las consultas se lleven a cabo en condiciones dignas y a veces hasta impide que el médico te vea cara a cara. Eso es una consecuencia de la decisión política gubernamental.