Ahondar en la credibilidad
La sensación de avance abertzale que suscitó la primera vuelta del pasado 23 de marzo se ha mitigado en la segunda porque no todas las expectativas generadas en esa semana se han cumplido. Sin embargo, los datos demuestran que ha habido un progreso real, aunque las grandes ciudades siguen siendo el punto débil. Eso sí, todavía falta bastante para ganar la batalla de la credibilidad.
Concluidas las dos citas con las urnas para elegir a los representantes municipales de Ipar Euskal Herria para los próximos seis años, toca ahora analizar el conjunto del proceso electoral y valorar si los resultados finales coinciden con los objetivos marcados. En ese ejercicio están inmersos tanto los candidatos como las fuerzas políticas y agrupaciones locales que los presentaban, en particular aquellos que no están satisfechos con lo obtenido.
El hecho de que el sistema electoral francés incluya dos vueltas en aquellas localidades en las que un candidato no haya obtenido la mayoría absoluta en la primera hace que la liza de la segunda acapare prácticamente toda la atención mediática, precisamente porque las fuerzas suelen estar más reñidas, máxime si ha habido alianzas y/o renuncias en favor de un candidato u otro.
Por ello, la sensación de avance abertzale que suscitó la primera vuelta ha quedado un tanto mitigada en la segunda, ya que las expectativas generadas en ciertos municipios (Urruña, Ziburu, Arbona, Ahetze...) no se han concretado como se esperaba. Sin embargo, considerando los datos globalmente, es decir, tomando en cuenta las dos vueltas, los resultados confirman el avance y consolidación de la fuerza electoral de los abertzales que se había ido manifestando en las anteriores cantonales de 2011 y legislativas de 2012.
La frustración en algunas localidades como Urruña, Ahetze y Arbona por no haber alcanzado la alcaldía, en Ziburu -donde podían haber entrado en responsabilididades de gestión- o incluso en Baiona -donde a pesar de la alianza con el Front de Gauche bajó el voto abertzale- no debería ensombrecer la progresión producida en general en el conjunto del territorio tras haber logrado presentar candidaturas en numerosos municipios, en muchos de ellos por primera vez.
Tampoco debería hacer olvidar hitos como haber conseguido alcaldías en Uztaritze, Aiherra o Baigorri y renovado otras (Hiriburu, Azkarate, Izura...). Y sobre todo, comparando lo comparable -es decir, primeras vueltas con primeras vueltas- constatar que desde las anteriores municipales de 2008 ha aumentado notablemente el apoyo a los abertzales.
En los próximos días se conocerán más detalles sobre el número de electos abertzales dado que en 118 de los 159 pueblos de Lapurdi, Nafarroa Behere y Zuberoa se trataba de listas abiertas en las que normalmente los candidatos se presentan sin etiqueta política, por lo que resulta difícil contabilizarlos. Además, en algunas localidades todavía no está determinado quién será el primer edil y el grupo que lo apoyará en la responsabilidad de guiar la gestión municipal.
Pero, circunscribiéndose a las 41 poblaciones de más de 1.000 habitantes, es evidente que el número de electos abertzales ha ascendido considerablemente, en especial en localidades medias. Ahora bien, el retrato también deja de manifiesto que los puntos débiles siguen siendo las grandes ciudades.
En Angelu, esta vez han apostado por presentarse con lista propia. Aunque el resultado (5,75%) ha dejado constancia de que los abertzales tienen todavía mucho camino por recorrer, el reto ha tenido la virtualidad de constatar su peso electoral, algo que todavía no se puede medir en Biarritz.
Allí esa nebulosa persiste. Diferentes sectores de abertzales se han vuelto a integrar en la candidatura centrista del que será ahora alcalde -Michel Veunac-, y si bien incidirán en la política municipal que llevará a cabo el grupo en el poder, su fuerza electoral seguirá diluida.
En Baiona las perspectivas de los abertzales encabezados por Jean-Claude Iriart no se han culminado en la segunda vuelta, pero no hay que desmerecer el éxito de la primera (10,30%) ni olvidar que obtienen dos concejales cuando antes no disponían de ninguno.
Determinar con exactitud las razones de un resultado u otro es algo prácticamente imposible, ya que entran en juego muchos factores. El de la participación es uno de ellos. En general, en la segunda vuelta ha sido mayor, pero no ha beneficiado a los abertzales. En Ziburu ha subido el 2%, al igual que en Urruña, pero han sido los dos alcaldes electos de la derecha (Guy Poulou y Odile de Coral, respectivamente) quienes lo han acumulado. En Ahetze y Arbona también se han desplazado muchos más votantes, al igual que en Hendaia, pero no han ido al saco de los abertzales o de las coaliciones en las que estos participaban.
Otro factor suele ser el del pragmatismo. En este sistema de doble vuelta suele decirse que en la primera se vota a las ideas y en la segunda a quien se cree más capaz para gestionar la cosa pública. Costumbre o argumento, la cuestión es que es un factor que puede explicar los trasvases de voto de la primera a la segunda vuelta. En algunos municipios (Baiona, Urruña) se aprecian señales de que ha habido, incluso, un trasvase del voto abertzale.
La contraofensiva de la derecha y también de la izquierda para movilizar a sus votantes potenciales ha sido muy importante en la semana entre las dos vueltas. Es más, algunas fuerzas políticas de la izquierda tradicional -mayormente sectores comunistas muy jacobinos- han puesto su grano de arena para alimentar temores ante la posibilidad de que los abertzales llegasen a responsabilidades de gestión. Si a ello se añaden las reticencias que, aunque cada vez menos, todavía perduran respecto a la capacidad de gestionar de los abertzales, los resultados obtenidos por estos, desde luego, solo pueden valorarse como positivos.
Eso sí, todavía tendrán que ir ganando terreno en la batalla de la credibilidad. La tarea de convencer, tanto a propios y a extraños, de la validez de las propuestas abertzales y de la aptitud de sus candidatos y militantes es como el camino. Se hace al andar.