Gabo: un revolucionario, de las letras primero, de las ideas también
Quise dejar constancia poética del mundo de mi infancia, que transcurrió en una casa grande, muy triste, con una hermana que comía tierra y una abuela que adivinaba el porvenir, y numerosos parientes de nombres iguales que nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia», explicó el creador del «realismo mágico» que convirtió Macondo, punto mágico de ``Cien años de soledad'', en un lugar común para miles de lectores.
«Muere Gabriel García Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan a dar la información. Qué tristeza tan profunda». El tuit de la periodista mexicana Fernanda Familiar confirmó una noticia que se esperaba en los últimos días debido a la delicada situación en la que se encontraba Gabo, aquejado de una neumonía que le llevó al hospital. Falleció a los 87 años en México DF, donde vivía desde hace años.
Su afán de comprobar datos, de ofrecer todo el contexto de un momento histórico y el arte de contar las cosas que él resumió en el mantra «el periodismo es el mejor oficio del mundo» marcó buena parte de su obra.
García Márquez abandonó la costa colombiana en 1940 para estudiar interno con una beca en el Liceo Nacional de Zipaquirá, una localidad cercana a Bogotá donde conoció el frío, la introspección y su talento para la escritura, temporalmente frustrado por el empeño de su padre en que estudiara Derecho.
En setiembre de 1947 publicó su primer cuento, -La tercera resignación-, en el diario «El Espectador», y su papel como promesa literaria comenzó a forjarse en Bogotá hasta que la muerte del líder Jorge Eliécer Gaitán y los sucesos del «Bogotazo» le obligaron a volver a la costa en 1948.
En 1959 conoció en La Habana a Fidel Castro e iniciaron una amistad que, según García Márquez, se basaba en pasiones como la literatura o la gastronomía. Se relacionó también con líderes ídeológicamente más lejanos como Bill Clinton.
Vivió el apogeo de la literatura latinoamericana junto a Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y José Donoso y fue uno de los principales representantes del realismo mágico, que él mismo definió como la ruptura de la frontera entre lo que parece real y lo que parece fantástico.
En 1982 ganó el premio Nobel de Literatura y pronunció un discurso que se convirtió en un clásico. Dijo, entre otras cosas, que la poesía es «esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos».
En su 80 cumpleaños recibió el homenaje de los académicos reunidos en el cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española en Cartagena. Se cumplía el 40 aniversario de la publicación de ``Cien años de soledad''.