La «gran coalición» es más eficaz si no se menciona
En Grecia, el PASOK, para quien Valenciano pidió «respeto» en un tuit ahora desaparecido, se hundió cuando la Troika tocó corneta. En Madrid la emergencia todavía no ha llegado.
La campaña de las europeas viene tan floja y soberanamente aburrida en el Estado español que, a falta de ideas, el debate acerca de una «gran coalición» entre PP y PSOE ha capitalizado la discusión como si de una novedad se tratase. Lanzó la idea el ya exministro de Agricultura y candidato del PP, Miguel Arias Cañete condicionando esta operación a un concepto de «interés general» bastante parecido al de «despotismo ilustrado». Y fue bien recogida por Felipe González, antiguo inquilino de Moncloa y ahora consejero de Gas Natural. Todo un «zasca» a la estrategia de Elena Valenciano, aspirante del PSOE convertida en alter ego de Alejandro Sanz y que lleva desde el viernes recitando, con más voluntarismo que eficacia, el «no es lo mismo» entre los dos grandes pilares del bipartidismo español. Es la ventaja de ser un jarrón chino como González. Que uno puede pasarse por el arco del triunfo el protocolo y dejar claro lo que de verdad importa: sostener un régimen en crisis, con signos de agotamiento pero que aguanta con bastante más firmeza que lo que vaticinan lecturas excesivamente complacientes.
El desliz de González solo puede entenderse como un arranque «sincericida» rápidamente enmendado por Alfredo Pérez Rubalcaba y Óscar López. Ambos han tratado de obviar la evidencia: que la «gran coalición» ya existe. Lo que no han dicho, por cuestión estética, es que funciona de modo mucho más eficaz para quien la sostiene si no se menciona explícitamente. En Europa, PP y PSOE han coincidido en el 70% de las votaciones, entre ellas, la elección de José Manuel Durao Barroso. Ambos modificaron el artículo 135 de la Constitución española y, frente a las reivindicaciones soberanistas, nada como asistir al «tiki-taka» argumentario entre Mariano Rajoy y Rubalcaba para certificar que estamos ante dos clones pintados con colores distintos. Ahí estaban Redondo Terreros y Mayor Oreja; López y Basagoiti o el «agostazo» de Ferraz. Defender el régimen es el «interés general» y esto pasa, en este momento, por simular distancia. Lo contrario sería contraproducente. El PASOK, para quien Valenciano pidió «respeto» en un tuit ahora desaparecido, se hundió en Grecia cuando la Troika tocó la corneta. En Madrid ese momento no ha llegado. Por eso, el rey puede seguir paseándose en pelotas confiando en que todavía le queda el comodín de la «responsabilidad».