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Dimite Yatseniuk tras romperse la coalición parlamentaria en Ucrania

El primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, presentó ayer su dimisión en pleno conflicto armado en el este del país después dos de las tres formaciones que han sostenido su Gobierno, UDAR y Svoboda, abandonaran la coalición parlamentaria, abriendo la puerta a la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Antes, el presidente de la Rada Suprema disolvió el grupo parlamentario del Partido Comunista de Ucrania.


El hasta ahora viceprimer ministro de Ucrania, Vladimir Groysman, de 36 años y no adscrito a ningún partido político, fue nombrado ayer jefe del Ejecutivo tras la dimisión del cargo de Arseni Yatseniuk, adelantó en su Facebook el ministro de Interior ucraniano, Arsen Avakov.

«Anuncio mi dimisión debido la ruptura de la coalición y el bloqueo (en el Parlamento) de las iniciativas del Gobierno», dijo Yatseniuk a los diputados poco después de que los partidos UDAR y el ultraderechista Svoboda anunciaran su salida de la coalición de mayoría parlamentaria que ha sostenido al Ejecutivo, abriendo la puerta a la celebración de comicios legislativos anticipados ampliamente demandados por la población y apoyados por el presidente, Petro Poroshenko.

Yatseniuk, muy apreciado por las potencias occidentales aliadas de Kiev, justificó su decisión por el voto negativo de la Rada Suprema (Parlamento) a una reforma fiscal propuesta por su Ejecutivo que habría subido los impuestos y al proyecto de ley que habría permitido vender a inversores extranjeros la mitad de todos los gasoductos ucranianos.

«Es comprensible. ¿Quién querría concurrir a unas elecciones y votar al mismo tiempo leyes impopulares? Anteponer el interés político al destino del Estado es intolerable. Es un crimen moral y ético», aseveró Yatseniuk, quien agregó que «lo que ha pasado hoy tendrá consecuencias dramáticas para el país».

«No se han votado las leyes que y no hay dinero para pagar al policía, al médico, al maestro. No hay dinero para comprar un rifle, para poner combustible al blindado», se lamentó en alusión a las necesidades del ejercito ucraniano para costear la campaña militar contra los separatistas del este del país.

Su ministro de Finanzas, Alexandr Shlopak, advirtió de que a partir del 1 de agosto Kiev «no tendrá cómo pagar a los militares que combaten» a los insurgentes en Lugansk y Donetsk.

Treinta días

Poco antes, los partidos UDAR y Svoboda -que amenazó con recurrir a «métodos informales» para evitar la formación de una nueva mayoría en la Rada- abocaron a Ucrania a una casi irremediable convocatoria de elecciones legislativas anticipadas al abandonar la coalición parlamentaria mayoritaria después de meses insistiendo en acudir a las urnas, una opción a la que siempre se ha opuesto Batkivshina, la formación de Yatseniuk y de la ex primera ministra ucraniana Yulia Timoshenko, que mantiene que los comicios deberían celebrarse solo después de que concluya la operación militar en el este.

La Constitución de Ucrania señala que en caso de que en un plazo de 30 días no se constituya una nueva coalición mayoritaria, el jefe de Estado puede disolver el Parlamento y convocar elecciones legislativas.

También ayer, el presidente de la Rada, Alexandr Turchinov (Batkivshina), disolvió el grupo parlamentario del Partido Comunista de Ucrania (PCU) con el pretexto de contar con menos diputados de los necesarios. La reforma que permitió disolver el grupo, promulgada hace dos días por Poroshenko, establece que si el número de sus integrantes es inferior al de grupo más pequeño de los constituidos al comienzo de legislatura. El PCU cuenta actualmente con 23 diputados, los mismos que tenía al comienzo de la legislatura, pero para constituir su grupo, el más pequeño, necesitó del apoyo de legisladores de otras formaciones políticas que ya no forman parte de él.

«Espero que nunca más tengamos grupos comunistas en el Parlamento», dijo Turchinov, que junto a otros diputados ha promovido la ilegalización del PCU, por su presunto apoyo a los separatistas prorrusos, cuestión que estudia el Tribunal Administrativo de Kiev.

La crisis institucional en Kiev no ha podido llegar en peor momento para Ucrania, inmersa en un conflicto armado en el este y afrontando los problemas derivados de la caída del avión de Malaysia Airlines.

Países Bajos plantea enviar una misión de la ONU donde cayó el avión

Países Bajos y Australia, los países con más víctimas del vuelo de Malaysia Airlines presuntamente derribado en territorio ucraniano, quieren desplegar una misión policial y militar en la zona del desastre con el apoyo de la ONU para garantizar la recuperación de todos los restos garantizando la seguridad en el área, donde los insurgentes prorrusos no impiden ya el trabajo de los expertos internacionales. Mientras, los restos de otras 74 víctimas de la catástrofe llegaban a Eindhoven, desde donde fueron trasladados a la base militar de Hilversum para su identificación.

El primer ministro de la República Popular de Donetsk, Alexandr Borodai, negó que sus fuerzas tengan misiles antiaéreos Buk, el modelo con el que supuestamente fue derribado el avión. «No teníamos un Buk. No hay Buk en la zona», aseguró a la BBC, y sostuvo que cualquier prueba que apunte lo contrario es «falsa». Unas horas antes, el comandante una unidad rebelde, Alexandr Jodakovski, admitió a Reuters que disponían de ese arma, cuyo origen situó probablemente en Rusia.

El Ministerio ruso de Defensa, por su parte, negó que los misiles que el miércoles derribaron dos cazas ucranianos procedieran de territorio ruso, y calificó de «fantasías» las acusaciones de las autoridades de Kiev.

La OTAN instó a Rusia a parar el flujo de armas y combatientes a Ucrania y a retirar sus militares desplegados junto a la frontera común, por cuyo control luchan en el este. Ayer, otros cuatro soldados murieron en los combates en Lisichansk y al menos tres civiles, bajo fuego de artillería en Lugansk. GARA