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La RAE y Catalunya

La Real Academia Española ha presentado el nuevo diccionario del castellano. La edición sustituye a la de 2001 e incorpora cientos de nuevos artículos y miles de cambios en los ya existentes. Destacan, por el momento político que se vive en Catalunya, los retoques que sufren las definiciones de palabras como «soberanía», «referéndum» o «nacionalidad».

Ejemplares del nuevo Diccionario ya en la librería. (RAE)

Dice el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) que un lenguaje es el «conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente». Cabe entender, por lo tanto, que cambiar el significado de dichos sonidos -palabras cuando hablamos de lengua- es tratar de cambiar en algún modo el significado de lo que uno piensa o siente. Pues bien, es exactamente lo que hace la RAE con el nuevo Diccionario de la lengua española que presentó ayer en Madrid.

La nueva edición tiene 93.111 entradas, casi 5.000 más que en la anterior edición de 2001, e incluye 140.000 enmiendas que afectan a unos 49.000 artículos del diccionario. No existe constancia empírica de que algunas de estas enmiendas tengan relación alguna con el momento que vivimos, ni con el conflicto entre Catalunya y España, pero lo cierto es que los malpensados tendrán mucho que pensar cuando vean que, por ejemplo, la palabra «soberanía» ha sufrido un pequeño cambio. En 2001, la segunda acepción de la palabra consistía en «autoridad suprema del poder público». A partir de hoy, según se podía comprobar en los adelantos ofrecidos en la página web de la RAE, quedará así: «Poder político supremo que corresponde a un Estado independiente». Vamos, que la soberanía solo reside en estados independientes. En otras palabras, para la RAE es imposible que catalanes o vascos seamos soberanos por la sencilla razón de que no tenemos un Estado independiente.

No es el único cambio de la RAE, como ya denunciaron medios catalanes como ‘Vilaweb’ o ‘El Punt-Avui’' hace meses. Otro ejemplo flagrante: «Referéndum» era en 2001 el «procedimiento jurídico por el que se someten al voto popular leyes o actos administrativos cuya ratificación por el pueblo se propone». A partir de hoy será el «procedimiento por el que se someten al voto popular leyes o decisiones políticas con carácter decisorio o consultivo». De un plumazo, la Real Academia cambia actos administrativos por decisiones políticas y convierte en referendos consultas como la planteada en un inicio el 9 de noviembre en Catalunya.

«Nacionalidad» viene de Estado

Hay más. De las acepciones de la palabra «nacionalidad» desaparece la cuarta, que la definía como «denominación oficial de algunas comunidades autónomas españolas». Y, la segunda acepción pasa de «Estado propio de la persona nacida o naturalizada en una nación» a «vínculo jurídico de una persona con un Estado, que le atribuye la condición de ciudadano de ese Estado en función del lugar en que ha nacido, de la nacionalidad de sus padres o del hecho de habérsele concedido la naturalización». Nótese, entre otras sutilezas, que la nacionalidad ya no tiene que ver con la nación, como indica el término, sino con un Estado.

De hecho, también hay cambios en la palabra «Estado», a la que se le añaden nuevas acepciones que no estaban en la anterior edición, como la quinta: «País soberano, reconocido como tal en el orden internacional, asentado en un territorio determinado y dotado de órganos de gobierno propios». La sexta acepción tampoco existía en 2001: «Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio».

En este caso, la RAE tampoco se olvida de actualizar la «tercera vía» del PSC. Así, si en la anterior edición Estado podía ser «en el régimen federal, porción de territorio cuyos habitantes se rigen por leyes propias, aunque estén sometidos en ciertos asuntos a las decisiones de un gobierno común», en la versión presentada hoy pasa a ser «en ciertos países organizados como federación, cada uno de los territorios autónomos que la componen».

Estos cambios y otros, incluidos en el borrador presentado a principios de año y que se han podido consultar a lo largo de los últimos meses en la web de la RAE, provocaron una queja informal del Institut d'Estudis Catalans (ICE). Pero a falta de la confirmación de hoy, cuando se podrán ver ya impresos, la Real Academia no tenía intención alguna de hacer caso. De hecho, su director, José Manuel Blecua, restó importancia a los cambios y aseguró, por ejemplo, que la palabra «referéndum» se modificó en 2008, algo que el diccionario digital de la academia desmentía ayer por la tarde.

Por cierto Blecua, que vive en Barcelona, se mostró «muy preocupado» por el proceso catalán, pero aseguró que se trata de un problema político y no lingüístico. De la relación entre estos dos campos sentenció con claridad: «Yo suelo decir que el Diccionario tiene que ser científicamente correcto y, si es posible, políticamente correcto. Pero solo si es posible».