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En el 25 aniversario de la caída del Muro, Alemania más desunida que nunca

La desunión aún existente entre las dos partes alemanas quedó en evidencia en el acto oficial en el Bundestag cuando el cantante Wolf Biermann arremetió duramente contra el Linke. También tiene su reflejo social en un estudio de la fundación Bertelsmann. Las grietas llegan hasta las altas esferas políticas.


Desde el viernes, el Estado alemán está celebrando lo que denomina la «Caída del Muro», mientras personas, afines a la socialista República Democrática Alemana (RDA) prefieren hablar de la «Apertura del Muro». Este acontecimiento histórico se produjo el 9 de noviembre de 1989, cuando un alto funcionario germanooriental anunció a la prensa internacional que de forma inmediata entraría en vigor el derecho de los ciudadanos de la RDA de poder viajar libremente a la vecina República Federal de Alemania (RFA).

Esta decisión generó unas imágenes ya históricas: personas cruzando la que fuera la frontera más vigilada de Europa y tomando el Muro, que separaba una nación en dos estados y un continente en dos bloques enfrentados, uno capitalista y otro socialista con sus respectivas organizaciones militares.

Aquel día marcó el inicio del fin como Estado soberano de la RDA, que apenas once meses más tarde se adheriría a la capitalista RFA, aportando su población y sus riquezas, eso sí, pero sin dejar impronta reconocida de sus cuatro décadas de existencia.

Los acontecimientos de 1989 en las dos Alemanias formaban parte de una dinámica política que afectó a todos los estados del bloque socialista. Dos años más tarde, con la disolución de la Unión Soviética, el modelo europeo del socialismo había dejado de existir. Con ella terminó también la época de la Guerra Fría cuyo símbolo era el Muro de Berlín.

Desde el viernes, unos 8.000 globos iluminados muestran en Berlín el recorrido de la frontera que partió en dos la capital alemana y en la que perdieron la vida entre 138 y 245 personas. De hecho, la valla divisoria ha desaparecido casi por completo, pero el país sigue estando muy dividido, tal y como revela la Fundación Bertelsmann en un reciente estudio.

Este organismo es la fábrica pensadora de la multinacional mediática y se dedica ante todo a promocionar el pensamiento neoliberal. De acuerdo con esta fuente, hay más gente en el este de Alemania que en el oeste que considera que el Gobierno tendría que hacer más para reducir las diferencias en los ingresos que perciben en uno y otro ámbito territorial. Además, constata el informé que los alemanes occidentales tienen un mayor sentido de la actitud cívica que los orientales, y que la diferencia entre ambas sociedades en esta materia se ha incrementado desde 1989.

«Resto miserable»

Nada menos que el cantautor Wolf Biermann confirmó el viernes en el Bundestag la veracidad del estudio de Bertelsmann cuando polemizó contra el grupo parlamentario del Linke (La Izquierda), al que llegó a calificar de «resto miserable de lo que, por suerte, ya ha sido superado». El Parlamento alemán había invitado al cantante al acto solemne celebrado con motivo de la desaparición del Muro de Berlín para que interpretara una de las canciones que en 1976 llevaron a las autoridades de la RDA a expulsarle y retirarle la ciudadanía. Después del ataque recibido, el diputado del Linke Richard Pitterle recordó en declaraciones a la cadena N-TV cómo en 1990 asistió a un concierto en el que Biermann intervino «por una democrática y autónoma RDA».

Ayer, el Linke, que surgió del Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA), hizo público un comunicado en el que afirma que la RDA fue un Estado «en el que decenas de miles de vidas quedaron truncadas y destruidas por las injusticias estatales», de las que el PSUA fue el principal responsable. El texto lo firmaron sus presidentes, Katja Kipping y Bernd Riexinger, y el jefe del grupo parlamentario, Gregor Gysi. Aludían, además, al gesto realizado por sus predecesores en 1990, al señalar que «hoy renovamos estas disculpas por las injusticias cometidas y reconocemos que debemos velar por la democracia y el Estado de Derecho».

La canciller Angela Merkel (CDU) a su vez ha dejado claro que la RDA fue un «Estado de injusticia», para responder así al ministro presidente socialdemócrata de Mecklenburgo-Antepomerania, Erwin Sellering, quién declaró que la RDA «no fue un total Estado de injusticia».

Es habitual que a actos de esta índole los alemanes inviten a quienes fueron protagonistas de aquellos años especiales. Por eso, no extrañó que el entonces secretario general del PC de la URSS, Mijail Gorbachev, participara el viernes en un debate público, pero sí lo que dijo. «El mundo está al borde de una nueva Guerra Fría. Tal vez ya ha empezado», sostuvo Gorbachev, de 83 años, que abogó por un nuevo acercamiento entre alemanes y rusos. Hasta el momento, los medios dominantes de Alemania consideraban al expresidente soviético como un crítico al actual mandatario, Valdimir Putin; pero ahora, el premio Nobel de Paz sorprende acusando a Occidente y a EEUU de haber traicionado a Rusia nada más consumarse la unificación alemana, poniendo como ejemplos la ampliación de la OTAN, Yugoslavia y, ante todo, Kosovo, el escudo antimisiles, Irak, Libia y Siria.

Su punto de vista encaja con el que otro «padre de la unidad alemana», el excanciller Helmut Kohl, ha compartido en sus últimos libros y entrevistas. «Para un orden europeo de estabilidad es esencial la inclusión de Rusia», dijo el veterano político, quien dejó claro que «necesitamos a Rusia para la paz en Europa y en el mundo». La postura del histórico demócrata cristiano coincide con la de su entonces ministro de Asuntos Exteriores, el liberal Hans-Dietrich Genscher, que también aboga por aplicar otra política con Putin, que no pasa por más sanciones.

El punto de vista de estos dos actores se contrapone a la política exterior de la canciller Merkel y pone de manifiesto que la desunión entre alemanes llega hasta las más altas esferas políticas, hasta la oriental «chica de Kohl» y su mentor occidental.