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La opción Samarás

«Decimos la verdad», «Garantizamos el mañana», «Una fuerza responsable», así se puede leer en el quiosco electoral de Nueva Democracia (ND) instalado en la plaza Syntagma de Atenas, otrora epicentro de fuertes disturbios, frente al Parlamento.


De cara a las difíciles elecciones del próximo domingo, los ideólogos conservadores han decidido presentar a Antonis Samarás, primer ministro saliente y aspirante con pocas posibilidades de reelección, como un hombre honesto, previsor y serio. Los mensajes diseñados para la campaña se encaminan en esa dirección, buscando recuperar la credibilidad perdida. Pero no lo van a tener fácil. La errática etapa de Samarás al frente del Gobierno de coalición, primero con Izquierda Democrática y el PASOK y desde junio de 2013 solo con este último, ha estado plagada de incumplimientos de su programa electoral y de medidas muy impopulares.

Una de ellas fue la prometida desaparición del llamado «impuesto de solidaridad», de carácter temporal, que gravaba la propiedad inmobiliaria. El tributo no solo se convirtió en permanente, sino que incrementó su cuota y se multiplicó en función de su uso, ubicación, tamaño... En la actualidad el propietario de un piso puede llegar a pagar hasta seis tasas diferentes por el mismo bien. El lunes, en una entrevista al diario «Ethnos», Samarás se comprometió a reducir no solo este impuesto sino también el de la renta y el de los beneficios empresariales si llega a ganar las elecciones.

Otro de los pilares de la campaña del partido conservador ha sido el recurso del miedo. «Syriza quiere convertir Grecia en Corea del Norte», «Syriza quiere traer inmigrantes ilegales para darles la ciudadanía», «Syriza llevará el país a la quiebra», afirmó días atrás Samarás. Para su desgracia, el discurso apocalíptico parece no hacer mella en un electorado hastiado de problemas y tensiones. A diferencia de lo que ocurrió en las elecciones de mayo y junio de 2012, cuando el acoso brutal a la fuerza revelación de esos comicios (Syriza) realmente evitó su victoria, en la actualidad todo apunta hacia el final de una partida donde tanto los atemorizados como los insensibles a ese tipo de espantos ya decidieron su jugada hace tiempo.

Además, y a medida que ha ido avanzando la campaña electoral, muchas de las afirmaciones del líder derechista han quedado en entredicho como las realizadas el domingo en Kalamata, al sur del país, cuando acusó a Syriza de engañar a los ciudadanos a sabiendas de que «ningún país de la Unión Europea aceptará un recorte de la deuda», igualmente aseguró que «Syriza sabe que no habrá quita y que tendrá que poner nuevos impuestos». Pero a estas alturas incluso la canciller alemana, Angela Merkel, se ha mostrado dispuesta a retocar las condiciones de la deuda griega, siempre y cuando el nuevo Gobierno de Atenas reafirme su compromiso con el proceso de ajuste presupuestario y de reformas económicas. Otra cosa, por supuesto, es que Berlín juegue con estas «medidas de alivio» en su propio interés y la prolongación de los períodos de carencia de los préstamos o los plazos de amortización sean administrados como moneda de cambio para perpetuar las medidas de austeridad y desmantelar la legislación y el Estado en Grecia. Y también la Comisión Europea aboga por una vía intermedia entre la opción de Merkel y la del líder de Syriza, Alexis Tsipras, y que pasaría por sustituir el actual memorando de préstamo por un programa menos estricto y que otorgue una progresiva autonomía financiera a Grecia.

En todo caso, agitar el fantasma del caos ante la eventual victoria de Syriza también comienza a tener detractores de peso. El lunes, el que fuera primer ministro de Grecia entre 1996 y 2004, Costas Simitis, señaló que el Ejecutivo que surja de las elecciones, junto al resto de partidos, deberá plantear un diálogo serio con los socios europeos donde se tenga en cuenta el objetivo del crecimiento asegurar un «funcionamiento más democrático» de la Unión Europea en su conjunto. El exdirigente consideró que «la Unión Europea no es un club para elegidos, es un proyecto conjunto para la libertad, el desarrollo y la adaptación a las nuevas condiciones mundiales», del mismo modo que «la austeridad no es una regla oficial, sino una empresa conjunta que requiere la solidaridad y la contribución mutua». El mismo día el comisario de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, aseguró en Bruselas que las elecciones griegas «son un reto, pero no serán un desastre», pues con independencia del resultado «no existe peligro de una salida de Grecia [de la eurozona] y habrá conversaciones con el próximo Gobierno», aunque al tiempo recordó que «los compromisos asumidos por el Gobierno saliente son los compromisos del país».

Amenazas y coacciones

Así las cosas, el tercer sostén de Nueva Democracia ha sido recurrir a las tradicionales prácticas caciquiles, sobre todo en el medio rural, las cuales incluyen a menudo amenazas y coacciones. En esa línea se encuentran las declaraciones del ministro de Salud y candidato por ND, Makis Voridis, quien el pasado fin de semana afirmó que el día de las elecciones «habrá un choque ideológico. Es un choque entre dos mundos. El choque entre los valores de la patria, la religión y la familia, [eslogan usado durante la dictadura de los coroneles] que representamos nosotros, y de la destrucción total, que representa la izquierda». Voridis llamó a sus seguidores a hacer «todo lo que sea necesario» para impedir la victoria de Syriza y a «defender con nuestros votos lo que nuestros abuelos defendieron valientemente con las armas», en referencia al bando monárquico que apoyó la dictadura fascista durante la guerra civil de 1946 a 1949. Otro ejemplo, desvelado este lunes, tuvo de protagonista al viceministro de Medio Ambiente, Nikos Tagaras, quien en una extralimitación de sus funciones y pese a formar parte de un Gobierno cesante, otorgó una licencia para la construcción de una planta de enriquecimiento a la compañía minera Hellas Gold (filial de la canadiense Eldorado Gold) en la localidad de Aristóteles, al norte del país. El regalo a la multinacional se inserta en un conflicto que ya dura décadas y en el que la compañía no ha dudado en recurrir a prácticas mafiosas para sacar adelante sus negocios por encima de razones ambientales e incluso legales. El último episodio tuvo lugar hace unos días cuando una delegación de la firma, auxiliada por un grupo de matones, se desplazó hasta el Ayuntamiento de Aristóteles para exigir el permiso de obras o atenerse a una querella de la Fiscalía si antes de las elecciones no contaban con él.

A pocos kilómetros de allí, en la ciudad de Kavala, el ingeniero mecánico Apostolis Dimzas relató a GARA lo que todo el mundo conoce de sobra, las redes clientelares son tan fuertes que «gran parte de la población se ve guiada a votar a ND por los favores recibidos (puestos de trabajo principalmente) o debido al chantaje que se lleva a cabo contra las personas mayores, a quienes se les dice que si llega Syriza al poder perderán su pensión y sus ahorros bancarios».

Por todo ello la opción Samarás, pese a no estar descartada, resulta poco atractiva para muchos ciudadanos, aunque su amplio apoyo proceda de todos los grandes medios de comunicación.