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SOPHIE BÉROUD
INVESTIGADORA DE LA UNIVERSIDAD DE LYON

«Ha habido un desfase entre la precarización y la reacción de los sindicatos»

Junto al también profesor en Francia Denis Merklen, la profesora y miembro de Attac Sophie Béroud es uno de los platos fuertes de las jornadas «[Bir]pentsatzen» de la Fundación Ipar Hegoa. Ayer centró su intervención en la precarización del empleo.


Al hablar de precariedad, pensamos a menudo en el joven que consigue su primer empleo en un McDonalds, pero usted defiende que se trata de algo más transversal y generalizado. ¿De qué hablamos entonces cuando hablamos de precariedad?

Es verdad que cuando hablamos de precariedad nos vienen a la cabeza las formas de trabajo precario más visible, como los empleos basura en establecimientos de comida rápida, en los supermercados, etc. Pero vale la pena ver las diferentes dimensiones de la precariedad en el empleo. Por ejemplo, hay que pensar también en la precariedad de los trabajadores empleados en empresas subcontratadas, que por mucho que tengan un empleo fijo, dependen de una empresa que a su vez depende de un contrato comercial con otra. Estos trabajadores nunca aparecerán en las estadísticas como trabajadores precarios, pero lo cierto es que los son. Y al hablar de precariedad también hablamos de la degradación de las condiciones del trabajo, así como de los recortes de los derechos laborales. Hablamos del hecho de poder hablar y reunirse en el centro de trabajo, de tener delegados sindicales, algo muy complicado en algunas ocasiones. De hecho, nos encontramos con que en un mismo centro de trabajo, por ejemplo en una fábrica automotriz, los trabajadores fijos van a tener representación sindical y los de la limpieza no.

Lo que nos lleva a establecer una jerarquía dentro de los propios trabajadores precarios. ¿Qué peligros tiene este fenómeno?

Unos cuantos. Me acuerdo de una encuesta que hicimos en una librería grande, donde nos entrevistamos con mujeres jóvenes que explicaban que tenían un contrato de 20 horas y que su sueño, su motivación, era conseguir el contrato de 30 horas que tenían los que trabajaban en caja. Los cuales eran víctimas de su envidia, claro. Y la pregunta que surge, es: ¿Cómo puede ser si ambos trabajos son bien precarios? El objetivo debe ser eliminar las fronteras entre todos los trabajadores, sea cual sea el nivel de precariedad que sufren. Sobre todo teniendo en cuenta que las empresas juegan con ello e intentan crear rivalidades entre los trabajadores, manteniendo la aspiración, entre los más precarios, de serlo un poco menos.

Hoy también ha planteado otro debate: ¿precariado o nuevo proletariado?

El término precariado nos da a entender que estamos ante algo completamente nuevo, como si no hubiesen existido situaciones parecidas antes en la historia, como si hubiésemos cambiado totalmente de sociedad e incluso de modelo económico. Y la verdad es que para mí no estamos más que ante otra forma de capitalismo, una nueva fase. Por eso me gusta más el concepto de nuevo proletariado. Además, el de precariado, de entrada, es un concepto que también puede utilizar un ejecutivo cuyo trabajo millonariamente remunerado depende de los resultados trimestrales que consiga. Y a mí eso me molesta un poco. De todos modos, se nombre como se nombre, es imprescindible estudiar y analizar quién compone hoy en día la clase trabajadora, incluyendo a los trabajadores inmigrantes, a las mujeres, etc. En este sentido, me parece más útil el concepto de nuevo proletariado.

¿Han sabido los sindicatos dar respuesta a esta nueva realidad?

No creo que hayan fallado, pero en general han sido bastante pasivos. Los tiempos han ido muy rápido y se ha tardado en buscar respuestas. Ha habido un desfase entre la realidad masiva del fenómeno de la precariedad y el momento en el que los sindicatos empiezan a reaccionar y actuar. Van con un tren de retraso, se podría decir. Pero más que de fallo, hablaría de retraso.

En su charla apuntaba que, proporcionalmente, los sindicatos franceses tienen más afiliados entre ejecutivos que entre asalariados de base. ¿Cómo se entiende?

Es una paradoja y, evidentemente, algo tremendo para el sindicalismo. Es consecuencia de la precarización, así como de la externalización de la mano de obra y del crecimiento de las pequeñas empresas a las que no llega muchas veces la presencia sindical. No se trata de decir que los obreros no quieren afiliarse, es que no tienen oportunidad de hacerlo porque no hay sindicatos en su lugar de trabajo.

Para acabar, aunque el día para hablar del tema será mañana, ¿podría avanzarnos algo sobre las líneas que cree que debería seguir el sindicalismo para llegar a este nuevo proletariado?

Es vital crear espacios donde acercarse a los trabajadores precarios, con la idea no de organizarlos desde fuera, sino de dar los recursos y los medios para que se organicen ellos mismos. Hay que crear de nuevo un movimiento sindical capaz de conquistar nuevos terrenos y nuevos derechos. Pero para eso hacen falta estrategias ofensivas y decisiones drásticas. El tema no puede ser un punto más en la lista de cosas a hacer, debe ser el primer punto de la lista de prioridades y se deben poner recursos.