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Ahogar el cambio a limpio porrazo

No es la realidad más amable de Nafarroa, pero hace acto de presencia más a menudo de lo deseado. La represión de las Fuerzas de Seguridad del Estado, con la inestimable ayuda de la Policía Foral, se ha cebado en los últimos años contra movimientos de todo tipo, desde la solidaridad con jóvenes encausados por su actividad política, hasta la demanda de tratamiento de la hepatitis C.


Derribar el muro de la solidaridad

Tras una manifestación por las calles de Iruñea, centenares de personas se concentraron en la plaza de la Nabarreria en la tarde del 13 de octubre de 2013. Entre ellas apareció Luis Goñi, sobre quien pendía una orden de busca y captura para cumplir la condena impuesta por la Audiencia Nacional por su militancia política. En una intervención expeditiva, ya de noche, la Policía española (incluidos agentes de paisano con pasamontañas que emulaban una calavera) respondió a la resistencia pasiva de los que rodeaban a Goñi a golpe de porrazo. Y así siguieron hasta hacerse hueco y llevarse al joven de Barañain.

 

Por unos sanfermines sin ikurrina, cueste lo que cueste

Desde que UPN decidió vetar la ikurrina, cada 6 de julio, con el inicio de los sanfermines, se libra en las calles de Iruñea la batalla para conseguir que en la plaza del Ayuntamiento esté presente también la bandera con la que se identifican buena parte de navarros. Esta batalla tiene momentos épicos como en 2013 con los arrantzales, pero acostumbra también a ser escenario de violentas intervenciones policiales. Unas actuaciones que se extienden a otros momentos de las fiestas como el intento de riau-riau en 2012, el paso de la procesión por la calle Curia o las surrealistas cargas policiales en el encierro de la Villavesa también en 2012.

 

Ni con acta de diputado

Ni con los papeles del Congreso español en la mano se libró el diputado de Amaiur Sabino Cuadra de la agresión policial en la huelga general del 26 de setiembre de 2012. Una imagen que dio la vuelta al mundo y llegó incluso a la portada del Financial Times y que, sin embargo, acostumbra a ser el pan de cada huelga general en Nafarroa.

 

«Bokatxarik ez», una vieja lucha renovada

Buena muestra de la violencia policial durante las huelgas generales es el caso de Aingeru Zudaire, que perdió gran parte de la visión de un ojo por el impacto de una bala de goma disparada por un policía. Fue, también, el 26 de setiembre de 2012. La justicia archivó por la vía rápida la denuncia de Zudaire y hoy en día, estas armas lesivas, mortales en casos como el de Iñigo Cabacas, y de trayectoria impredecible siguen en las armerías de las unidades antidisturbios de la Policía Foral y de la Policía española, resistentes a seguir los pasos de los Mossos d'Esquadra, a quienes el Parlament catalán obligó a substituir las balas de goma por proyectiles menos lesivos.

 

Sin tratamiento y desalojados por la vía rápida

La lucha contra las políticas de austeridad que constriñen la inversión pública en áreas como la sanidad y la educación ha tomado diversas formas a lo largo de los últimos años y una de las reivindicaciones más sonadas ha sido la de los enfermos de Hepatitis C, a quienes el Gobierno navarro mantiene restringido el acceso a nuevos fármacos vitales para superar su enfermedad. El 10 de enero de este mismo año trataron de encerrarse en el hospital Virgen del Camino de Iruñea, acción impedida inmediatamente y por la fuerza por la Policía Foral.

 

Euskal Jai en la memoria

El desalojo del gaztetxe Euskal Jai de Iruñea en verano de 2004, tras 10 años de ocupación, marcó a una generación de iruindarras. Una violenta actuación urbanística contra la que se movilizaron activistas del gaztetxe y vecinos del casco viejo y que solo pudo llevarse a cabo tras duras intervenciones por parte de la Policía española. Una persecución de la disidencia que tuvo su reedición hace un años, con tres detenidos durante los actos de conmemoración de la ocupación del Gaztetxe.

 

Testimonios con tres décadas retraso

Pese al voto en contra del PP, víctimas de las fuerzas de seguridad del Estado como los familiares de Mikel Arregi y Mikel Zabalza han aportado este año su testimonio en el Parlamento. El primero, concejal en Lakuntza y militante de HB, fue asesinado en 1979 por la Guardia Civil en un control de carretera, mientras que al segundo lo encontraron muerto en el Bidasoa previo paso por el cuartel de Intxaurrondo. También aportaron sus testimonios la familia de Ángel Berrueta (en la foto junto a familiares de Arregi), asesinado por un policía español el 13 de marzo de 2004, y el exalcalde socialista de Antsoain Alfredo García, quien relató cómo un policía disparó un tiro en la cabeza a José Luis Cano el 13 de mayo de 1977 en la calle Calderería de Iruñea.

 

Torturas y juicios políticos a la orden del día

Aunque la represión policial acostumbra a ser la más mediática, conviene no olvidar la represión judicial que acostumbra a acompañarla como segundo plato. Sin ir más lejos, la semana pasada 10 jóvenes de Iruñerria tuvieron que rememorar ante la Audiencia Nacional las torturas sufridas durante su detención (testimonio que UPN, PP y PSN se negaron a escuchar en el Parlamento). Ahora aguardan la sentencia en la que podrían ser condenados por su actividad política juvenil, que es precisamente lo que ocurrió esta semana a otros siete jóvenes juzgados (junto a otras 21 personas) el pasado otoño, entre ellos Ibon Esteban, de Errotxapea.

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