La integridad se les exige a los del «pacto de perdedores»
Si uno dice que «algunas nacionalidades en nuestra ciudad viven principalmente de las ayudas sociales y no tienen ningún interés en trabajar o integrarse», especifica que se refiere a marroquíes y argelinos, y lo repite durante meses a pesar de que los datos se lo desmienten, suele ser normal que lo tomen por racista.
Más aún si en campaña electoral insiste en que «los que vienen de fuera» quitan ayudas a «nuestros» jubilados. Es como el test del pato: «Si parece un pato, nada como un pato, y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato». Es decir, si parece un racista, nada como un racista y grazna como un racista, lo más probable es que Javier Maroto sea un racista. Y si él dice que no lo es, pues peor todavía, porque pide votos como un racista.
En todo caso, esto no va con él. Maroto ha demostrado en demasiadas ocasiones que carece de integridad a la hora de pedir el voto, y también a la hora de malgastar el dinero público y de desoir los acuerdos mayoritarios del pleno en beneficio propio o de sus conmilitones del PP, léase Alfonso Alonso. También es evidente que su rueda de prensa de ayer no es más que un (pen)último intento desesperado de tratar de engañar a quien quiera dejarse.
Ahí es dónde hay que poner el acento. Si alguien va a comprar la «autocrítica» que ayer escenificó Maroto, habrá que culparle a él y no al vendedor de humo de lo que ocurra el próximo sábado y, lo que es peor, los cuatro años que le seguirán. La responsabilidad de alumbrar un cambio, de tener un alcalde no racista, no es de Javier Maroto sino de aquellos que forman lo que él despectivamente definió como el «pacto de perdedores». Es a ellos a quienes hay que exigirles integridad.
Y, de entre todos ellos, al que tiene la llave de ese cerrojo y sigue sin decantarse. Fue Gorka Urtaran, el candidato del PNV, quien dijo no hace tanto que «un alcalde que miente, es reprobado oficialmente y sigue faltando a la verdad se retrata a sí mismo». Ahora está en su mano que Javier Maroto deje de ser alcalde, pero para eso han de retratarse él y su partido. ¡A ver si al final va a tener razón el todavía diputado general Javier de Andrés y a Gasteiz le acaldan desde la sede del EBB en Bilbo!