El «No» ha abierto la puerta a una nueva fase negociadora
El «día siguiente» al referéndum no hubo portazo de las instituciones acreedoras a las aspiraciones del pueblo griego, aunque tampoco se vieron claros cambios de posiciones.
La de ayer fue una jornada cargada de expectación pero, al menos hasta primeras horas de la noche, no pasó de ser otro intenso impasse en las negociaciones entre el Gobierno de Atenas y las instituciones acreedoras, ya que ahora se fía todo a la doble reunión que mantendrá esta tarde el Eurogrupo para examinar una nueva propuesta griega para alcanzar un acuerdo que ponga fin a la austeridad y abra el camino a la recuperación de la economía helena.
A la espera del resultado de los encuentros de hoy en Bruselas, el FMI optó por señalar que «toma acta» del resultado del referéndum y que está preparado para ayudar a Grecia «si así se nos solicita», y no se esperaba que la dirección del BCE tomara resoluciones novedosas en su reunión de la tarde [más información en la página 4].
Lo que todas las partes dieron por hecho es que Grecia pondrá sobre la mesa un nuevo planteamiento para salir del atolladero. En esta ocasión, Alexis Tsipras tendrá un respaldo más amplio, ya que los principales partidos griegos suscribieran «un texto común», apoyando las negociaciones con los acreedores internacionales, tras una reunión presidida por el presidente de la República y de la que se excluyó al neonazi Amanecer Dorado.
Múltiples contactos
Al margen de las habituales reuniones preparatorias, la agenda marca para hoy dos citas relevantes en Bruselas. La primera será la del Eurogrupo propiamente dicho, formado por los ministros de Economía y Finanzas y presidido por Jeroen Dijsselbloem. Posteriormente, a las seis de la tarde si se cumple el programa previsto, los correspondientes jefes de Estado y de Gobierno tomarán el relevo; también está invitado el presidente del BCE, Mario Draghi.
Desde Atenas se movieron muchos hilos para que por fin se materialice un acuerdo o, al menos, se alcancen compromisos serios que aclaren el horizonte financiero. Mientras Tsipras conversaba con Draghi, Pavlopoulos lo hacía con su homólogo francés, François Hollande; fuentes del Ejecutivo heleno difundían que Tsipras y Merkel estaban «de acuerdo» en que Grecia presente sus propuestas en la cumbre de la UE; Hollande se reunía con Merkel a última hora y confirmaba que «la puerta está abierta a las negociaciones» y pedía a Tsipras que haga «propuestas serias»; la Casa Blanca urgía a «un compromiso» entre Atenas y sus acreedores; el Kremlin reiteraba su apoyo «al pueblo griego»...
No obstante, nadie se atrevió a dar por hecho que hoy se alcanzará siquiera un principio de acuerdo entre ambas partes.
Estrategia fallida
En lo que coincidieron muchos análisis es en que quienes apostaron por «el chantaje del Grexit» –votar «Sí» o seréis expulsados del euro– deberán cam- biar de estrategia una vez que la ciudadanía helena ha refrendado la posición de partida del Gobierno de Syriza. Al menos deben hacerlo temporalmente, porque ayer no se esgrimió ese fantasma ni siquiera desde Berlín, Helsinki o Madrid, cuyos gobiernos son los que más intransigentes se están mostrando hasta el momento a la hora de asumir que habrá que hacer concesiones a Grecia para llegar a una solución que dé estabilidad al conjunto de la eurozona.
También es cierto que de la intransigencia a la impertinencia hay un paso, como los que han dado Jeroen Dijsselbloem y Martin Schulz, quienes han dejado claro que no quieren jugar el papel de mediador que se les presupone por los cargos institucionales que ocupan.
Esto llevó a que el líder del Partido Socialista de Países Bajos, Emile Roemer, indicara que su compatriota debería dimitir como presidente del Eurogrupo después de que los griegos hayan rechazado la propuesta de la UE y el FMI para resolver su situación financiera. «Es casi imposible que siga teniendo un puesto en la mesa (de negociaciones)», comentó Roemer en una entrevista concedida a NOS Radio en la que criticó las políticas de Dijsselbloem para Grecia, calificándolas de «socialmente irresponsables». Y trajo a colación que el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, renunció al cargo para facilitar las negociaciones, para añadir que «sería bueno que ocurriera algo similar del lado europeo».
Estas declaraciones de Roemer suponen un punto de inflexión, ya que hasta ahora los políticos neerlandeses habían expresado un amplio apoyo a Dijsselbloem, también ministro de Finanzas de Países Bajos, como jefe del Eurogrupo.
Mientras, en Estrasburgo, la Izquierda Unitaria y los Verdes reprocharon al presidente del Parlamento Europeo las declaraciones que realizó el mismo día del referéndum pidiendo votar «Sí» con el argumento de la posibilidad de que Grecia abandonara el euro en caso contrario. «Usted ha contribuido a la confrontación y quisiera decirle que no es la persona adecuada para asumir ese papel en nombre de toda la Cámara», espetó a Martin Schulz la presidenta del grupo ecologista en la Eurocámara, Rebecca Harms.
Que Schulz y Dijsselbloem dimitan no estaba contemplado en la mayoría de los análisis, aunque en muchos se incidía en la debilidad de sus posiciones.
Varoufakis pasa a segundo plano, un gesto para facilitar el acuerdo
Mucha gente quedó sorprendida a primera hora de la mañana de ayer cuando, al buscar en los medios digitales los titulares sobre Grecia, se encontraron con el anuncio de la dimisión de Yanis Varoufakis. Probablemente, fueron muy pocos quienes se acostaron pensando que una de las consecuencias inmediatas que podía acarrear la amplia victoria del «No» era la salida del Gobierno griego del carismático ministro de Finanzas.
«Minister no more». Con ese titular confirmaba la noticia el propio afectado en una entrada en inglés en su blog, en el que destacaba que «el gran capital otorgado a nuestro Gobierno» por el «histórico rechazo al ultimátum» lanzado por el Eurogrupo el 25 de junio tiene que «ser invertido inmediatamente en un ‘Sí’ para la solución», reiterando que ésta pasa por lograr un acuerdo que contemple «la reestructuración de la deuda, menos austeridad, redistribución en favor de los más necesitados y reformas reales».
El paso de Varoufakis a un segundo plano ha venido motivado por una petición expresa del primer ministro. Como explicaba en su blog, Alexis Tsipras considera que su «ausencia» en la mesa de negociaciones puede ser «útil» para alcanzar un acuerdo con las instituciones acreedoras, por lo que no ha dudado en «ayudar» al líder de Syriza dejando la cartera ministerial. Al mismo tiempo, envió un mensaje directo a los interlocutores que ha tenido en las reuniones del Eurogrupo y que, por activa o por pasiva, habían pedido su cabeza: «Llevaré con orgullo el odio de los acreedores».
«En la izquierda sabemos cómo actuar de forma colectiva sin importar los privilegios del cargo –añadió–. Apoyaré totalmente al primer ministro Tsipras, al nuevo ministro de Finanzas y a nuestro Gobierno».
Convertido en el personaje mediático del día una vez más, tuvo que abrirse paso entre micrófonos y flashes a la salida de su domicilio y a la llegada al Ministerio. Tras confirmar su dimisión, indicó a los periodistas: «Os veré mañana con el señor Tsakalotos». También indicó que seguirá actuando como parlamentario de Syriza.
Horas después se confirmó que el nuevo ministro de Finanzas es Euclides Tsakalotos, nacido en Rotterdam hace 55 años y formado académicamente en Oxford. Este relevo no causó sorpresa, puesto que el pasado mes de abril Tsakalotos asumió mayores responsabilidades en las negociaciones con los acreedores internacionales, en detrimento de Varoufakis, en lo que también se presentó como una maniobra de Tsipras para limar asperezas.T.F.