Nuevas lecciones irlandesas: «Esperando, nunca pasa nada»
Hace unos años la referencia de las excarcelaciones de Irlanda fue sobreexplotada en Euskal Herria sin éxito: Madrid no es Londres. Martina Andersona y Paul Kavanagh trajeron ayer lecciones más adecuadas al momento vasco, como esta: «Esperando, nunca pasará nada».
Martina Anderson y Paul Kavanagh salieron de prisión bastante antes que Antton López Ruiz Kubati, ayer su compañero de mesa redonda en Donostia. Pero eso no quiere decir que aquel proceso de excarcelaciones tras el Acuerdo de Viernes Santo, tan evocado en Euskal Herria tras la Declaración de Aiete, resultara idílico. Esta fue una de las primeras lecciones que acercaron desde Irlanda, en una sesión intensa y productiva. «Fue un proceso colectivo, pero cada caso se estudió de modo individual. No hubo ninguna amnistía», explicó Kavanagh.
Ocurre, además, que «el enemigo político no olvida y nunca perdona». Así que una ley implantada en 2013 (sí, quince años después del momento culminante del proceso de paz) inhabilitó a este exprisionero para seguir ejerciendo como asesor de Martin McGuinness, al decretar que quienes han pasado más de cinco años presos no pueden ejercer como funcionarios. Reconoció Kavanagh que a nivel personal ese veto le fastidió mucho, pero que él y sus compañeros entendieron que «lo que querían era crearnos un conflicto, así que trabajé para que no cayéramos en la trampa».
La situación sonó aún más surrealista en boca de su compañera: «Yo puedo ser europarlamentaria porque me ha elegido la gente y eso no lo pueden impedir, ¡pero no podría ser asesora!». ¿Conclusión? En Irlanda hoy sigue siendo imposible dejar de ser exprisionero. Pero eso no quita para que Anderson esté en Bruselas, desarrollando una carrera política que nunca soñó siquiera cuando estaba en «la universidad de la lucha» –como definió a la cárcel– «y yo era esa chica que tenía que vaciar los cubos de desechos».
Salir para seguir peleando por los objetivos políticos merece mucho la pena; otra enseñanza irlandesa. «Nuestro movimiento ha otorgado a los expresos un papel muy importante, porque es gente muy respetada por lo que han aguantado en las cárceles, es gente clave, es gente de fiar», dijo Anderson. Kavanagh había cerrado su intervención con este subrayado: «La vía política es el camino correcto, os deseamos lo mejor y estamos aquí para ayudaros».
«La vida pasa»
Había muchos exprisioneros vascos en esta charla, organizada por Iratzar Fundazioa aprovechando la visita de Anderson dentro de la delegación europea que ha analizado las consecuencias de la dispersión. Uno era Antton López Ruiz, que habló con la cabeza, pero también con el corazón: «Los necesitamos en la calle cuanto antes, con sus familias, aportando al proceso, viendo lo bonita que está Euskal Herria. Arriesguemos», planteó.
Kubati comenzó dejando claro que es EPPK quien tiene que decidir y que «yo no voy a decirle a nadie cómo tiene que hacer las cosas, pero sí voy a dar mi opinión». Y lanzó propuestas sin ambigüedades ni pelos en la lengua. «El Colectivo y la sociedad tienen que interpelarse mutuamente», «tenemos que ser inteligentes», «el espacio que puede ser efectivo es la vía legal», «el Podemos más revolucionario lo más que nos iría a ofrecer es la legalidad», «no hay mayor contradicción para el Estado que incumplir su propia legalidad», «hay que abrir caminos y avanzar plazos», «nos cuesta tomar decisiones, pero la vida pasa»…
La primera pregunta del auditorio, que no perdía detalle, fue para el vasco: ¿No es necesario que los presos estén reagrupados para tomar esas decisiones? Antton López respondió que sería «lo ideal», pero «no podemos poner todo los huevos en la misma cesta. Y no podemos esperar seis años para ir a Estrasburgo. No quiero que esto parezca chantaje emocional, pero hay gente de 70 años a la que se le está escapando la vida por los barrotes».
Martina Anderson pidió la palabra para reforzar esa tesis: «Los deseos existen, por supuesto que sí, pero si hay algún mecanismo para que esto vaya más rápido, tenéis que analizarlo», propuso. Y Kavanagh lo remachó: «A nosotros también nos acercaron en 1994, estábamos en Londres y nos llevaron a Irlanda. Pero no nos engañemos, las condiciones nunca son ideales. Si esperamos a eso, nunca va a pasar nada. Lo ideal nunca llega». Y Martina Anderson cerró el bucle volviendo a incidir en lo importante que es que los presos aporten a la política en la calle, no desde el otro lado de un muro: «No fuimos a la cárcel para que quienes estaban fuera tuvieran que gastar fuerzas en liberarnos».
El valor de los familiares
Tras los días pasados en Euskal Herria y el conocimiento adquirido, los dos irlandeses lanzaron otros consejos. Como este último de Kavanagh: «Tenemos que pensar en los presos, pero también en las familias, porque es esta la manera de llegar al corazón de la sociedad vasca. A ellas no se les puede acusar de haber hecho nada. A los presos sí, nosotros tomamos nuestras decisiones, pero nuestros familiares no. ¡Y aquí ha habido 16 personas muertas en accidentes! Eso solo lo puede entender cualquiera como una tragedia».