La presión sindical crea contradicciones en el Gobierno sobre posibles concesiones
Manuel Valls tuvo que rectificar de nuevo a uno de sus ministros que había evocado una posible modificación del texto de reforma laboral. Las discordancias internas reflejan las dificultades del Ejecutivo ante la presión de la movilización sindical, que volvió a mostrar su poderío en sectores tan estratégicos como el nuclear.
Ya sucedió anteayer y volvió a ocurrir ayer. Manuel Valls tuvo que rectificar de nuevo a uno de sus ministros, el de Finanzas, que se excedió en la interpretación de las palabras que el propio Primer ministro había pronunciado minutos antes en una cadena de televisión en el sentido de que «puede haber modificaciones o mejoras», en referencia al texto del proyecto de reforma laboral si bien, a renglón seguido, aseguró que «no habrá cambios en la filosofía del texto».
El matiz debió escapar a Michel Sapin ya que, en la cadena parlamentaria LCP, donde estaba siendo entrevistado prácticamente al mismo tiempo, se aventuró a sugerir una nueva redacción del artículo 2 del proyecto de ley, el más polémico, porque prioriza los convenios de empresa sobre los del sector. «Quizás habría que retocar algunos puntos. Hay que analizar todo con mucho detalle», dijo.
Su jefe no tardó en corregir al ministro de Finanzas en la misma emisión en la que estaba participando y el propio Sapin tampoco tardó en retractarse –y por escrito– de sus tímidas declaraciones, cerrando filas en torno a la afirmación de que la esencia del artículo 2 se mantendrá tal cual. Todo ello en pocos minutos.
Por si hubiera dudas, puesto que un capítulo similar sobre el controvertido artículo tuvo lugar el miércoles con las declaraciones de Bruno Le Roux, jefe de filas del grupo parlamentario del PS, a quien también desdijo Valls, el propio presidente de la república, François Hollande, manifestó su apoyo a Valls desde Japón, donde participa en la cumbre del G7. «Lo que ha dicho el Primer ministro es lo que habíamos convenido antes de mi partida», subrayó.
«Hollande no tiene mayoría»
La cacofonía gubernamental fue aprovechada por el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, quien, no sin cierta ironía, preguntaba al inicio de la manifestación de París «¿cuál es la posición del Gobierno?, ¿la de Valls, la Sapin, la de Le Roux? ¿A quién nos tenemos que dirigir? Como en otras tantas cuestiones, esto demuestra que el presidente ya no tiene mayoría».
Estas contradicciones reflejan las dificultades que tiene el Gobierno en este pulso con los sindicatos y movimientos sociales contrarios a la reforma El Khomri. El Ejecutivo mantiene un discurso de firmeza desde hace varios días, pero hay voces en sus propias filas y en las del partido que creen que, si se hiciesen algunos cambios, se podría aplacar o romper la presión de los oponentes
Ante la implanteable opción de retirada del texto, que supondría una nueva «derrota» para el Gobierno y para Hollande después de haber desistido recientemente en tramitar la ley de retirada de nacionalidad, esa opción sería la menos mala, según esos sectores.
Sin embargo hay otros que no creen que los sindicatos que reclaman la retirada total de la reforma y, en particular la CGT, se contentasen con ello. De hecho, siguen manteniendo sus consignas de movilización, huelga y agudizando las acciones de bloqueo en sectores estratégicos. Y ello con la comprensión de la mayoría de la ciudadanía, según evidencian varios sondeos ya que casi siete de cada diez franceses se muestran favorables a la retirada de la ley.
Entre tanto, la jornada de movilización de ayer estuvo de nuevo salpicada de altercados entre manifestantes y Policía. Así, entre otros, hubo incidentes en Caen, y también en París al finalizar la manifestación; en Burdeos se atacó una comisaría y en Nantes, dos establecimientos bancarios.
A los bloqueos de refinerías y depósitos de carburantes, se sumaron las huelgas en las 19 centrales nucleares existentes, que son la fuente principal de producción de electricidad en el Estado francés. De ellas unas doce bajaron la producción y tres centrales térmicas pararon totalmente.
Varios puertos importantes como Le Havre, Marsella, Burdeos y Rouen también pararon su actividad. El de Saint Nazaire, por ejemplo, está paralizado desde el martes. El sector del transporte público se vió afectado, aunque, según algunas fuentes, menos que en las jornadas de movilización anteriores.
En busca de gasolina
De las ocho refinerías de petróleo, seis habían parado su actividad o habían ralentizado su funcionamiento. En cuanto a la gasolineras, ayer se percibió una mejora de la situación aunque seguía habiendo problemas de abastecimiento total o parcial en un tercio de las 12.000 estaciones.
La mejoría obedece a la decisión del Gobierno de echar mano de las reservas estratégicas e, incluso, de abastecerse de carburantes en otros países como Bélgica, Luxemburgo o el Estado español.
De todos modos, la sicosis creada por una eventual generalización de la escasez de gasolina hace que la gente acuda en masa a llenar sus depósitos aunque no lo necesiten verdaderamente. «Hay conductores que vienen todos los días a echar 5 o 10 euros de gasolina para mantener el depósito lleno», manifestó un trabajador de una estación servicio.
En algunos de los bloqueos de los accesos a las zonas industriales o portuarias se produjeron heridos. En Fos-sur-Mer, un vehículo forzó la barricada y un militante de la CGT resultó herido de gravedad. Otros dos huelguista también fueron atropellados en Vitrolles por un camionero que, sin embargo, no logró traspasarla. En la localidad labortana de Bokale, donde se bloqueó el acceso al puerto, un vehículo sí lo consiguió y no hubo heridos.
Por las convocatorias de próximas movilizaciones y huelgas, no parece que la tensión entre las dos estrategias enfrentadas –la del Gobierno y la de los sindicatos contrarios a la reforma– vaya a decaer. Más bien al contrario, ya que a partir del 31 de mayo se anuncia un recrudecimiento de la dinámica de huelgas en los trenes.
Instan a las diputadas vascas a avalar la nueva moción de censura
Bizi! ha enviado sendas misivas a las diputadas del PS Colette Capdevielle y Sylviane Alaux en las que les conmina a suscribir la moción de censura que socialistas críticos y ecologistas intentarán probablemente plantear de nuevo cuando el texto retorne en segunda lectura a la Asamblea Nacional, momento en el que el Gobierno volverá a utilizar el controvertido artículo 49.3 para aprobarlo.
El movimiento ecologista y altermundialista considera que la ley El Khomri «se inscribe en una lógica antisocial y antiecológica», que «ni tan siquiera figuraba en el programa electoral de Hollande» y que, de aprobarse, supondrá una «enorme regresión social en materia de condiciones de trabajo, de salarios, de relación de alienación y de violencia en el trabajo». Incide, además, en la forma «antidemocrática» en la que ha superado el primer tramo parlamentario, por lo que insta a las dos diputadas vascas a que no avalen una ley tan «deslegitimada» y con la que ya han manifestado públicamente su desacuerdo y hagan un gesto «fuerte e inequívoco» sumándose a la moción de censura que no pudo ser presentada antes por falta de dos firmas.
En la jornada de ayer también hubo protestas en Ipar Euskal Herria. El Colectivo «Hasta la retirada de la ley», del que forman parte varios sindicatos (LAB, Solidaires, algunas secciones de la CGT...) y movimientos políticos y sociales (EH Bai, EELV, NPA, Bizi!, Attac, Aitzina...), protagonizó dos acciones al margen de la habitual manifestación, en la que también participaron y que reunió a unas 1.700 personas en las calles de Baiona.
La primera consistió en el bloqueo de la zona portuaria, cuyo acceso por Bokale permaneció cerrado durante cerca de tres horas. Se vivieron momentos de tensión cuando algunos transportistas intentaron traspasar la barrera humana. Al mediodía se concentraron ante la delegación del Banco de Francia en Baiona.A.M.