El Estado vasco logra 10.000 votos más que la Constitución
Tras las positivas valoraciones realizadas tanto por Gure Esku Dago, impulsor de las consultas, como por Independentistak Sarea, que hizo campaña por el Sí, ayer fue la jornada para analizar con reposo unos resultados que niegan la irrelevancia en la que algunos quieren confinar las consultas y que dejan numerosos apuntes para la reflexión.
Tal y como suena. La apuesta por un estado independiente o soberano (la pregunta cambiaba según el municipio) consiguió el domingo 35.124 votos a favor, mientras que, en las mismas 34 localidades, la Constitución española cosechó 25.434 votos en el referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978. Que la demografía ha cambiado en estos largos 38 años (la población ha aumentado) y que ayer podían votar también los mayores de 16 años es tan evidente como recordar que esta última supone una iniciativa popular sin apoyo institucional de ningún tipo, a diferencia del referéndum con el que se quiso validar toda una transición de Estado.
De hecho, pese a la mayor participación en 1978 (38,5% frente al 29,4% de ayer), en términos porcentuales, la diferencia entre la independencia y la Carta Magna se mantiene: el 23% del censo electoral se pronunció a favor de la Constitución hace cuatro décadas, mientras que anteayer el Estado vasco obtuvo el apoyo del 28% de los llamados a votar. Un porcentaje que, tal y como destacó el economista Joseba Garmendia, entra por poco dentro de la cota que el Sí a la independencia necesitaría como mínimo en un referéndum con las condiciones puestas a Montenegro (50% de participación y 55% de Sí). En esta consulta no se lleva a tal participación, pero al superarse con creces el porcentaje de Sí, la resultante supera esa barrera mínima.
Además de la primera ola de consultas de Catalunya (en la que participó el 27%), otro punto de comparación se puede situar en el último referéndum celebrado en Euskal Herria con el impulso de todo un Estado español. Es el de la Constitución Europea de 2005, que movilizó al 37% del censo de los 34 municipios con consultas: apenas 7,5 puntos porcentuales más que el domingo.
El día después de las consultas dio ocasión para jugar con cifras y comparativas de las que conviene no sacar conclusiones demasiado contundentes, pero que sirven para desmentir la irrelevancia a la que quisieron condenarlas ayer la mayoría de medios. Y también para señalar el silencio de casi todas las fuerzas políticas: Arnaldo Otegi fue el único comensal que se sentó a la mesa puesta por un hambriento Juan José Ibarretxe con su felicitación el domingo noche.
Cifras para la reflexión
En cualquier caso, conviene no caer en la trampa de mirar solo las cifras amigas. Un rápido vistazo a las cifras de participación deja claro que, con la excepción de Azpeitia (votó casi el doble que en 1978), costó mucho más movilizar a la gente en los municipios de más de 5.000 habitantes. Rascando un poco más, también resulta evidente que, dentro de los núcleos más amplios, hay un mundo entre el 35,7% de participación de Oñati y el 13,5% de Zumarraga.
Dado que apenas hay 20 kilómetros entre ambos municipios, toca mirar otros indicadores más allá de la geografía. Por ejemplo, Zumarraga es la localidad de más de 5.000 habitantes con el mayor índice de paro registrado (12,9%), solo después de Arrasate (con un 13,9%). Por contra, Oñati es el núcleo de estas características con menos parados (7,6%). Y por el mismo camino: Zumarraga tiene la renta per cápita más baja (18.463 euros) y Oñati la más alta (21.941 euros). También en la primera localidad se concentra la mayor cantidad de beneficiarios de la Renta de Garantía de Ingresos (24,39 por cada mil habitantes) y en la segunda la menor (9,58 por cada mil).
Fuera del ámbito socioeconómico, se puede citar el índice de envejecimiento (Zumarraga tiene la población más envejecida, con el 24,05% de sus habitantes por encima de los 65 años) o el porcentaje de población con el euskara como lengua materna, que también en Zumarraga presenta su cifra más baja (24%).
Cifras todas ellas que conviene recordar, pero de las cuales, como ya se ha dicho, no cabe extraer conclusiones demasiado contundentes, teniendo en cuenta que las soluciones suelen hallarse siempre en el terreno de lo intangible, a lo que siempre resulta más difícil poner cifra concreta. Por ejemplo, los centenares de voluntarios y voluntarias que hicieron posible el gran despliegue.