‘Elle’: Ese discreto y corrosivo encanto
El holandés errante Paul Verhoeven parece haber reorientado definitivamente su ruta tras su periplo hollywoodense y haber atracado en puerto europeo. Lo reveló en “El libro negro” y parece haberlo confirmado con este muy complejo ejercicio de caos emocional en el que el autor de “Instinto básico” ha plasmado lo que siempre ha sabido hacer a la perfección, bordear los límites del exceso a través de los complejos derroteros del morbo.
Además, y como plus añadido a la dificultad, se permite el lujo de servirse de un arma de doble filo como es el humor negro. La premisa ya es de por sí como para echarse a temblar: una alta ejecutiva de una empresa de videojuegos es violada en su propio domicilio. A partir de esta secuencia determinante, la vida y la propia película, se dirige por una vía que sorprende por su punto de vista.
Verhoeven, hay que reconocer, aborda el tema con varias cartas marcadas y la principal de ellas es el factor Isabelle Huppert porque nadie como esta inmensa actriz es capaz de abordar personajes tan extremos como el que plantea el realizador. Morbo, dolor que transmuta en venganza y la líbido que asoma de forma insospechada, conforman los ingredientes de este thriller que juega a ser drama y acaba siendo un poco de todo y con altas dosis de un humor negrísimo y que, probablemente, en muchos espectadores inspirará preguntas en torno a cómo es posible que encontremos un motivo para la risa en el asesinato de un buen puñado de personas o las cuestiones que genera el nacimiento de un bebé marcado por un tono de piel imprevisto.
Quizás, en estas dudas o certezas que se plantea el espectador se encuentra el discreto encanto de este explosivo retrato burgués servido en bandeja de plata.