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Elkarrizketa
Hafid Amazian
Integrador social rifeño

Hafid Amazian: «La sociedad bilbaina ha sido siempre acogedora, lo que le da ese carácter cosmopolita y multicultural»

Hafid Amazian es un rifeño amazigh nacido hace 43 años en Alhucemas, en el norte de Marruecos. Licenciado en Derecho e integrador social de profesión, desde hace dieciséis reside en Euskal Herria, donde han nacido sus dos hijas.

Hafid Amazian, en el muelle del Arenal. (Luis JAUREGIALTZO | ARGAZKI PRESS)

Como él mismo reconoce, el haber conseguido la nacionalidad española le posibilita el reconocimiento y el acceso a los derechos civiles y políticos igual que a cualquier otro «ciudadano de aquí», aunque matiza que «en realidad, nunca he dejado de ser visto como inmigrante y ciudadano de segunda».

Con la mirada puesta en el Rif, denuncia la marginación y la represión que ejercen las autoridades marroquíes contra su pueblo y reivindica la resistencia amazigh contra el ocupante y el derecho de autodeterminación que le corresponde.

¿Qué le llevó a dejar su país de origen, el Rif, y emigrar a Europa?
Mi caso es un poco excepcional porque no represento al típico inmigrante que ha salido del país de forma clandestina (en patera) o por motivos claramente económicos, sino para terminar mis estudios en Bélgica, y abrirme otro horizonte donde se respirara un poco de libertad, algo que se echaba de menos en aquella época (1996), marcada por la represión social y política en mi tierra. Y fue posible gracias a que la situación económica de mi familia no era tan precaria como la de la mayoría en el Rif.

¿Qué recuerda del momento en que tomó la decisión de emigrar, de la reacción de su familia y amigos, y del viaje?
Mis recuerdos son muy positivos y confusos a la vez. Por una parte, tenía mucha ilusión de emprender un camino hacia la prosperidad personal y hacia la libertad, como soñaba cualquier joven de mi generación y, por otra parte, tenía la sensación de que iba a ser un camino sin retorno, largo y con muchos obstáculos, en el que dejaba atrás una parte de mí: familia, sueños y proyectos abortados y mis amigos de toda la vida.

¿Vino pensando en Bilbo como destino o fueron las circunstancias las que le trajeron hasta aquí? ¿Por qué eligió Bilbo?
Primero estuve unos cuantos años en Madrid, hasta legalizar mi situación en 2001, y por una oferta de trabajo que me surgió me instalé definitivamente en Bilbao, atraído por el ambiente socialmente tolerante y abierto que se vivía en Euskal Herria, por referencias de otros amigos del colectivo rifeño que llegaron antes y también por las oportunidades laborales que presentaba Euskal Herria para una persona relativamente cualificada como yo.

¿Cómo le recibieron en esta ciudad? ¿Sintió rechazo o se ha integrado sin problema?
En mi caso, la acogida en la cuidad de Bilbao no me ha ido tan mal debido a que soy una persona abierta y socialmente dispuesta a integrarse sin prejuicios o valoraciones predeterminadas que ponen la cultura propia o la religión como excusa para la no integración en la sociedad de acogida. Y también debido a mi disposición, como persona con ideas progresistas de izquierda, no me ha costado mucho compartir y convivir en esta sociedad sin dejar ser yo mismo ni tener que aparcar mi identidad propia como amazigh y verla (esta identidad) como un proceso de adaptación y transformación continua, de tal forma que ahora mismo me siento tanto euskaldun como amazigh. También hay que reconocer que la sociedad bilbaina ha sido siempre acogedora, a lo largo de la Historia, tanto con colectivos del propio Estado español como de fuera, sin perturbar su convivencia,lo que le ha dado ese carácter cosmopolita y multicultural.

¿Ha tenido oportunidad de desarrollarse profesionalmente?
Desde luego, el desarrollo profesional era un de uno mis retos para alcanzar mis objetivos de bienestar personal y para reforzar mis posibilidades de inmersión en el mercado laboral, pero no ha sido siempre fácil debido a obstáculos administrativos y legales, como es el caso de la homologación de los titulos obtenidos fuera de España, lo que no me ha permitido trabajar siempre en el ámbito para el que me he formado y estudiado.

Dejó el Rif hace veinte años. ¿Cuál era entonces la situación allí?
Hace más de 20 años que salí de mi pueblo y del Rif, pero mantengo una relación fuerte y continua, ya que suelo viajar y visitarlo cada vez que mi situación económica me lo permite aprovechado la oportunidad para visitar a mi familia, porque parte de ella sigue allí. La situación de mi pueblo en aquella época era tan dramática que todo el mundo quería salir de allí y emigrar, sobre todo hacia Europa. Era un pueblo marginado y desfavorecido, azotado por altas tasas de paro juvenil y corrupción, recién salido de un fuerte terremoto (1994) y una terrible sequía que afectaron a todas la zonas rurales del Rif, dejando a los campesinos desamparados y sin recursos de supervivencia, con un panorama de represión política y crisis económica bajo el régimen del rey Hassan II, que sumergió al país en un callejón sin salida.

La reciente muerte de Mohssine Fikri y las protestas posteriores han dado visibilidad al Rif, donde se denuncia la discriminación y represión que sufren los rifeños en su día a día por parte de las autoridades marroquíes. ¿Han cambiado las cosas en estos años? ¿Ha empeorado la situación? ¿En qué se concreta esa discriminación?
La muerte de Mohssine Fikri B. en la ciudad de Alhucemas ha supuesto una ola de movilizaciones por todo el Rif y el Estado marroquí. Y ha evocado el recuerdo de los cinco jóvenes que fueron asesinados durante las protestas del 20 de febrero de 2011 en Alhucemas. Podemos afirmar que el de Fikri no es un caso aislado, sino la mecha que ha hecho estallar años de una práctica sistemática de vulneración de los derechos humanos y ampliamente conocida por toda la ciudadanía que la sufre. Los manifestantes exigen el fin de la brutalidad y la corrupción policial, de los abusos y la permisividad de las autoridades y de la discriminación y la marginación social y económica.
En todo el Rif, apenas hay fábricas en donde pueda trabajar la gente. El sector más destacado es de la pesca, dominada por la práctica mafiosa de uno cuantos empresarios con la complicidad de las autoridades corruptas.

Coincidiendo con las «primaveras árabes», el Rif fue escenario de movilizaciones y protestas, que fueron sofocadas por Rabat. ¿Queda algo de aquel germen rebelde de resistencia de los tiempos de Abdelkrim contra las administraciones coloniales española y francesa?
Durante las manifestaciones se ha visto mucha simbología en alusión a la bandera de la República, la bandera de los pueblos bereberes y retratos de Abdelkrim, símbolos que significan resistencia y expresan las ansias de libertad del pueblo. Que sucediera en Alhucemas no es causa del azar. Se trata de la cuna de Abdelkrim, líder rifeño que en la década de 1920 declaró la independencia del Rif y proclamó la República (1921-1926). Aunque las malas relaciones entre el Rif y el reino de Marruecos vienen de muchos siglos atrás, con la independencia de Marruecos en 1956, Hassan II, padre del actual monarca, mantuvo un rechazo total hacia el líder rifeño y la población de esta zona. No dudó, incluso, en utilizar napalm para reprimir las manifestaciones rifeñas a finales de los años 50 (la rebelión del 58-59 en el Rif).
El rey Hassan II de Marruecos condenó al Rif al ostracismo político, al etnocidio lingüístico y cultural, para tratar de asimilarlo y hacerle olvidar su historia y su lengua. Pero a pesar de ello, todavía existen muchos rifeños puros, apegados a sus raíces, que apenas han sido alterados por los colonos franceses, españoles y marroquíes en todo este tiempo.

Suele viajar al Rif y a Marruecos. ¿Cómo ve la situación?
A través de mis viajes y contactos con el Rif y Marruecos puedo decir que el régimen alauita, con su relativa apertura pretende hacer un lavado de cara, sobre todo hacia la opinión pública internacional y muchas organizaciones pro derechos humanos han denunciado que las prácticas represivas de antaño siguen vigentes, ahora dirigidas más contra los islamistas y los movimientos sociales. El rey Mohamed VI ha iniciado una nueva estrategia de control político y de relación con el pueblo y ha abierto el camino para reconciliarse con el Rif, aprovechando la oportunidad abierta por la caída de muchos exmilitantes de izquierda y por su nueva estrategia consciente (por intereses personales) y a veces inconsciente en un intento de abortar un nuevo levantamiento del pueblo rifeño y el proyecto liberador de sus movimientos sociales para hacer descarrilar su lucha hacia la emancipación.


Pero lo que más ha marcado el país últimamente ha sido el Movimiento 20 de Febrero (20F), como se llamó en Marruecos a la forma que allí adoptó la «primavera árabe». Miles de rifeños y  movimientos sociales y sindicales salieron a manifestarse para reivindicar «libertad, dignidad y justicia social» y protestar por la acumulación de poder político y económico en manos de la monarquía.


Y consideramos que con el asesinato de Mohssine Fikri en Alhucemas se ha encendido la chispa de la segunda ola del proceso de cambio social y político en todo Marruecos, que supone también un claro rechazo a la democracia del régimen y a sus actuaciones políticas en el Rif y hacia el pueblo marroquí, fruto de la injusticia social, la represión, el paro y la marginación.  

¿Esa situación de discriminación y represión puede ser caldo de cultivo para el yihadismo?
El salafismo yihadista es un fenómeno que ha surgido al nivel mundial y tiene muchas explicaciones e implicaciones, pero en el caso de Marruecos podemos decir que el caldo de cultivo es la política represiva y las injusticias sociales que afectaban, sobre  todo, a las clases sociales desfavorecidas con un nivel de estudios muy bajo, en su mayoría jóvenes afectados por las altas tasas de paro, marginados y sin un futuro claro. Por eso, muchos encuentran refugio en las redes yihadistas como una forma de venganza social violenta y descarrilada, sobre todo si encuentran apoyo logístico y financiero por parte de los países árabes wahabitas del petróleo, con ideologías oscuras y reaccionarias que rechazan los valores de democracia y libertad.

¿Añoran los rifeños una República del Rif como aquella, efímera, que presidió AbdelKrim y que en este caso sería independiente de Marruecos –y no de los Estados francés o español, como entonces– o no existe esa reivindicación a pesar de ser un pueblo, el amazigh, que poco tiene que ver con el marroquí?
Yo, personalmente, lo veo como una forma de reivindicar el derecho de autodeterminación como pueblo y como claro rechazo a las políticas del Estado marroquí en el Rif, basadas en la marginación sistemática y la centralización del poder y los recursos económicas en manos de una monarquía totalitaria. El rifeño es pueblo que quiere recuperar y conservar su identidad propia junto a otros pueblos amazigh de Marruecos y compartiendo la lucha con todos los pueblos de Marruecos que sufren las mismas políticas del régimen, sin excepción. Que los rifeños añoren una República como aquella de Abdelkrim y levanten las banderas del Rif es normal y legitimo, volviendo un poco al pasado histórico del Rif. Además, simboliza el sentimiento de resistencia y de lucha, esta vez no contra la ocupación colonial española sino contra el nuevo ocupante, que aplica la represión y vulnera sus derechos como pueblo y que no es otro que el régimen alauita. Y a partir del derecho de autodeterminación que le corresponde como pueblo se puede hablar y debatir sobre muchos proyectos políticos y alternativas, tales como la independencia y el autogobierno.