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Un proyecto social y solidario para hacer revivir el Casco Viejo

La Asociación de Vecinos del Casco Viejo de Portugalete es la impulsora de Portugaleteko Merkatua, una iniciativa autogestionada que ha convertido el antiguo mercado de abastos en un punto de intercambio de conocimiento y de desarrollo comunitario.


Portugaleteko Merkatua es una iniciativa autogestionada por la Asociación del Casco Viejo de Portugalete en la que se llevan a cabo múltiples actividades por y para los vecinos. Su labor se enmarca dentro de la Economía Social y solidaria, basada en el trueque y en el intercambio de conocimientos, principalmente en torno a cuatro ejes: cultura, ocio, social y sostenible. El proyecto fue reconocido el pasado diciembre por el Gobierno de Lakua como ganador en los premios Elkarlan, lo que supone una ayuda de 6.000 euros, así como asesoría sobre gestión y publicidad.

El mercado de abastos de Portugalete cerró sus puertas en 2010 y cuatro años después el Ayuntamiento elaboró un plan para la vivificación del Casco Viejo. Los vecinos se opusieron, lo que dio paso a un movimiento que reivindicaba la gestión del edificio, un gran espacio cubierto, y proponían un uso alternativo. Llegaron a un acuerdo con el Ayuntamiento, que renuevan anualmente, y gracias a ese convenio, articularon el funcionamiento del espacio. Al inicio, en 2015, abría los fines de semana y solo podían hacer uso de algunos espacios concretos; pero la demanda ha hecho que el horario se fuera ampliando así como el sitio disponible.

Así, donde antes hubo puestos y tenderos, ahora realizan talleres de punto, yoga, bertso eskola, esgrima o batukada; y cada segundo domingo de mes un mercado de trueque. «Es un espacio abierto a todo el mundo. Es un proyecto de desarrollo participativo, comunitario e integrador. Tiene una gran pluralidad, conviven todo tipo de actividades», explica Espe Cano. Además comparten el edificio con actividades puntuales de otras asociaciones como la Cruz Roja.

Cano se unió a Merkatua poco después de ponerse en marcha. Se acercó a solicitar un espacio para realizar una kantu afaria y no ha dejado de volver. Es uno de los miembros del grupo encargado de la organización y gestión de esta iniciativa que define como una «fábrica de voluntariado», porque todo se lleva a cabo de forma gratuita. Nadie paga por participar, ni cobra por dar la actividad. «No cuesta nada. La filosofía es dar lo que sé, un proyecto solidario y social». La mayoría de los usuarios solo participan en las actividades, pero algunos acuden a las asambleas que celebran todos los miércoles a las 19.30 en el propio recinto. Son reuniones abiertas en las que se toman las decisiones relativas al proyecto. Cano destaca que todas las semanas se acerca alguien a ofrecer alguna actividad o forma de colaborar.

La cooperación como eje

Calculan que el en 2016 cerca de 5.000 personas participaron en las actividades, lo que en opinión de Cano genera «movimiento social». La participación está creciendo, así como quienes contribuyen en el proyecto. La única fuente de ingreso que tienen es el bono anual de Merkatu Lagun que cuesta 10€. Tal y como señala Cano, no es necesario para participar en las actividades, pero «es conveniente, porque es la única forma de financiar el proyecto». El año pasado fueron 500 las personas contribuyeron de este modo. Es una asociación sin ánimo de lucro que destina ese dinero a sufragar los gastos en material, en cartelería o en imprimir la agenda.

Siguiendo su filosofía acondicionaron el lugar de manera colaborativa y son los vecinos quienes ceden los materiales –«baldas, sillas de un colegio que las va a cambiar, libres, equipos de música...»– y ofrecen su trabajo para la mejora. El principal problema con el que se encuentran es el frío. Razona Cano que «el espacio se diseñó en su día para que los alimentos se conservaran, en la parte superior tiene espacios abiertos por donde entra el frío». Tienen claro que mitigar esa situación será una de las cosas a las que destinarán los 6.000 euros del premio recibido. Han empezado por recubrir el suelo del txikigune con un material aislante y la sala donde hacen yoga o teatro con madera. También quieren adquirir un escenario plegable, pero son conscientes de que tendrán que hacer cálculos. Asimismo, el premio ha supuesto una sorpresa y alegría para la gente de Merkatua, que trabaja por darle vida al barrio. «Mantener vivo esto produce cansancio, pero a la vez es gratificante», admite Cano. Aprovecharán para celebrarlo el fin de semana del 13-14 de mayo junto con el segundo aniversario de Merkatua.

Sin embargo, antes de eso tienen un nuevo proyecto entre manos para dar vida al barrio, esta vez vinculado a Korrika. Quieren comprar un kilómetro de manera popular, para lo que han puesto a la venta unos bonos en varios puntos del Casco Viejo. Se venden por 3 euros, y entre todos los compradores sortearán el 30 de marzo la oportunidad de llevar el testigo de la carrera.