INFO

Urkullu, empujado por EH Bildu a casarse con el PP (Drama en 3 actos)

El Gobierno de Urkullu (PNV-PSE) confirmó ayer su «acuerdo marco» con el PP, el partido más impopular de la CAV según la última encuesta. Matrimonio que quiere hacer ver que no es por gusto, sino forzado por el desaire de la pérfida EH Bildu, secuestrada y alejada del realismo por los cantos de sirena de ELA.

El lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, preceden al consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, en los pasillos del Parlamento el pasado jueves. (Juanan RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Sinopsis

¡Qué más hubiera querido el Gobierno de Iñigo Urkullu que estar ahora viviendo una luna de miel presupuestaria con EH Bildu! Pero –ay– en la coalición «tiene más predominancia lo que pueda decir el señor Muñoz (secretario general de ELA) que el propio Arnaldo Otegi», que lo explicó ayer el burukide Koldo Mediavilla. Y lo que podía haber sido un Edén de gastos sociales y reformas fiscales o, según se mire, un infierno de políticas «populistas, radicales y de extrema izquierda» (en la versión de Alfonso Alonso) ha devenido en un The End mucho más previsible de «pragmatismo», «centralidad» y «realismo». Esto podría haber sido una fiesta, con Iñigo Urkullu a la cabeza, pero por culpa de EH Bildu y ELA, ha quedado en el aburrido matrimonio de siempre, tan propio de la derecha.

Planteamiento

El Gobierno de coalición PNV-PSE aprobó el 21 de febrero un proyecto de presupuesto de 11.059 millones de euros, con una subida del 1,2% sobre el proyecto del pasado año, es decir, por debajo del IPC y del incremento del PIB. Un proyecto que presentaron como supersocial (hasta casi todos los 37 nuevo altos cargos computan como gasto social) Que, ironías del destino, solo gustó de entrada al PP, que lo vio más o menos «realista». EH Bildu y Elkarrekin Podemos hablaron de la necesidad de introducir importantes correcciones.

El Gobierno –virgen en ideología– dijo estar dispuesto a negociar con todos los grupos, sin apriorismos, pero ya es contrariedad y mala suerte que mientras la propaganda hace hincapié en un supuesto 76% de gasto social, el único que recibía el proyecto con los brazos abiertos era el partido de la derecha española, la de los recortes y la caja B, la que criminaliza la RGI. Ese PP que necesita a su vez de los votos del PNV en Madrid.

Nudo

Con su proyecto bajo el brazo, el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, se presentó el 23F en el Parlamento y mantuvo un encuentro con los distintos partidos de la oposición, convertidos en candidatos al emparejamiento, a los que advirtió que la dote era pequeña, que fueran «realistas» y no se excedieran en sus pretensiones.

Y lo que ahí arrancó no fue una negociación, sino un reallity show del estilo “Granjero busca esposa” o “Un príncipe para tres princesas” con guión amañado y malas artes de producción. El Gobierno jugó unas cartas en público y otras en privado.

Para empezar, cambió los papeles. El pretendiente era él y él tenía (como es lógico) la idea de con quien se quería casar, pero en esa especie de casting intentaba hacer ver que era el pretendido al que debían conquistar los grupos de la oposición.

PP, Elkarrekin Podemos y EH Bildu sabían dónde estaban y cada cual jugó sus cartas. El guión era conocido y el desenlace previsible. Pero esta vez alguien cambió de estrategia, lo que derivó en un final más propio de la opereta que de una representación seria.

El PP se sabía ganador desde el principio porque le gustaba la pareja que le proponían. Elkarrekin Podemos sabía que ese amor era imposible. Pero de acuerdo con su línea de campaña electoral, EH Bildu se propuso que quedara claro que si el PNV no pactaba con ellos las correcciones de las cuentas que hubieran podido gustar a una mayoría del país, no sería porque no lo habían intentado. Y por ello trabajaron en una propuesta que trataba además de equilibrar los ingresos menguados (exigieron reformas fiscales concretas pra el futuro) con las inversiones previstas.

Ha habido quien desde dentro de la izquierda abertzale y desde fuera ha visto en EH Bildu un ejercicio pactista, excesivo para algunos. El lunes a la noche, en Ganbara, el programa de debate de Radio Euskadi, el director en funciones de “Deia” decía que no podía darse por hecho el pacto con el PP con el argumento de que EH Bildu estaba trabajando y concretando sus propuestas. “El Mundo” escribía sobre las rebajas de los independentistas para tentar a Urkullu

Desenlace

El desenlace ha sido el previsto. El Gobierno de PNV-PSE ha llegado a un acuerdo con el PP, que pedía poca cosa más que aparecer como un partido útil en la CAV y generar una deuda a los jeltzales pensando en Madrid. Y a pesar de todo el Ejecutivo a puesto 25 millones de euros a su disposición. Es muy poco, el 0,22% del presupuesto, si tus pretensiones son ambiciosas. Una inmensidad si lo pretendes dedicar a obras en los pueblos que gobiernas. Veremos las enmiendas que presenta el PP.

Y cuándo todos los medios recogíamos ya el happy end con boda (más de conveniencia que de amor) del Gobierno con el PP, Andoni Ortuzar introduce desde Facebook, con gracejo y bizarría, el estrambote de que «EAJ-PNV lamenta que EH Bildu se deje coaccionar por ELA y no quiera negociar los Presupuestos». Según esta versión, la «palabrería de ELA» había llevado a EH Bildu a «autoexcluirse» de la negociación. O, como vino a decir ayer Koldo Mediavilla en el programa “En Jake” de ETB, que si matrimoniaban con el PP era forzados porque EH Bildu les había dado la espalda, con pretensiones irreales.

La historia jeltzale de la intromisión de ELA en la negociación no coincide ni con la cronología conocida de lo dicho y hecho por EH Bildu ni con el relato de los hechos publicado por sus medios más próximos al PNV.

Dijo ayer el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, que «EH Bildu no ha aportado ninguna propuesta concreta». Desde la coalición responden –y lo adelantó GARA ya en su edición de ayer, antes de conocerse la acusación– que ni siquiera tuvieron opción en la reunión de sacar sus propuestas, porque les dejaron claro que era más fácil el acuerdo con el PP.

Pero sépase, pues, que el PNV no se va con el PP ni por gusto ni por vicio, sino por oficio.