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FERMIN MUGURUZA
MÚSICO, CINEASTA, PRODUCTOR...

«Kortatu es la piedra angular, pero todas las etapas son imprescindibles»

Coincidiendo con el solsticio de verano, el 21 de junio se celebra la Fiesta de la Música, evento internacional. Se trata de promover el intercambio cultural entre los pueblos. Es una jornada adecuada, por tanto, para que un músico y narrador viajero comprometido, Fermin Muguruza, reciba el Adarra Saria por sus contribuciones humano-culturales, más concierto en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia.


Pocos músicos a sus 54 años han dejado tantas y variadas huellas. Parecen las de un poblado, pero solo son las de Fermin Muguruza, músico de creatividad dinámica infatigable, aunque de vez en cuando encalle en tierra su rodilla. Con temores, pero siempre con el paso hacia delante, el próximo miércoles en el Teatro Victoria Eugenia (20.00), recibirá el Adarra Saria, merecida distinción arrancada a la historia por su brillantez artística, adherida a un profundo respeto por los pueblos oprimidos, la diversidad cultural, su arcana historia. En Victoria Eugenia, además actuará con la Big Band catalana Micaela Chalmeta de 20 miembros. Pero también contará con parte de quienes han contribuido al trabajo motivo del premio: su hermano Iñigo, Kaki Arkarazo, Mikel Anestesia, Mikel Abrego, Niña Coyote eta Chico Tornado, Jon Elizalde, Fino, Lonbi, Sorkun, Oskar Benas, Ines Osinaga, y un guiño al rap en euskara con La Basu, y Odei Barroso del grupo 2ZiO. Y en la mesa de sonido, Angel Katarain. Lástima que no haya posibilidades, de momento, de que se repita en EH semejante concierto.

El premio Adarra Saria no posee el boato del Rock and Roll Hall of Fame, tampoco un ejemplo de equidad e inquietud. No está mal que desde algún ámbito de la cultura se reconozca la labor de los músicos vascos, trabajo que en la mayoría de las ocasiones supone un esfuerzo personal muy duro dadas las dificultades económico/artísticas para desarrollar una carrera. Aunque de uno en uno me temo que no se «ajustarán» cuentas con la historia ni con el presente.

Aparte de los premios que la industria del entretenimiento crea como herramientas de márketing, creo que es importante realizar reconocimientos a la trayectoria de diferentes artistas en vida, no solo homenajes posmortem que es lo que empujó a la creación de Adarra Saria una vez que Mikel Laboa nos dejó. En estos cuatro meses que he estado viviendo en Catalunya, han muerto Ion Arretxe, Hasier Etxeberria y Juanba Berasategi, gente con la que tendríamos que haber realizado algún tipo de evento-encuentro-muestra de gratitud, cuando sabíamos que tenían pocos días entre nosotros. En mi caso concreto, y aun advirtiendo que intentaré dar una nueva sorpresa en forma de grabación antes de que acabe el año, me hace especial ilusión teniendo en cuenta que si bien me han dado premios por mis documentales, el último “premio” musical fue motivo de una tremenda polémica por la denuncia que realicé por el cierre del periódico “Egunkaria”, y porque sigo siendo censurado allá donde gobierne el Partido Popular y perseguido ideológicamente allá donde se atrevan a programarme. No solo fuera de Euskal Herria, pues en 2013 fui vetado por el Ayuntamiento de Gasteiz, el año pasado pude actuar en Iruñea después de 17 años de permanecer en la lista de no contratables, y en mi ciudad natal, donde me costó 15 años volver a actuar en las fiestas. No tendré nunca ningún reconocimiento por mi implicación y apoyo explícito con las reivindicaciones de las mujeres en su lucha por construir una sociedad igualitaria, también en fiestas.

Le han secundado en Adarra Saria Mikel Laboa, Ruper Ordorika y Benito Lertxundi... Es el más joven, ¿ve bien que no se espere, dependiendo de la densidad del trabajo, a tener que pasar de los sesenta, los setenta años o fallecer?

El más joven, pero ya no con tanta diferencia a mis 54 tacos, y ser un superviviente de los años 80, algo que nos puede cuantificar en años. Que este premio se haya concedido a Laboa, Ordorika y Lertxundi, es una razón, bueno, tres razones de peso pesado para aceptarlo sin dudar en la conveniencia o no de entrar en el juego político de la foto del que gobierne en ese momento con su mentalidad publicitaria heredada de las grandes marcas, por eso destaco la independencia de Donostia Kultura, y que siga pujante tras el DSS 2016, pues mi última actuación en la capital guipuzcoana fue en el tejado de Kortxoenea mostrando mi defensa de los espacios autogestionados.

Lleva cerca de 35 años ejerciendo de músico y autor (variados enfoques, disciplinas...) ¿Ve Kortatu como una experiencia de peso o las sucesivas y dolomíticas experiencia que ha llevado a cabo lo dejan en un acontecer liviano?

Kortatu es la piedra angular, pero todas las etapas son imprescindibles para entender lo que he ido presentando en cada momento. No se podría entender Negu Gorriak sin Kortatu, ni la colaboración con DUT sin los anteriores, o Brigadistak y Dub Manifest antes de armar con Manu Chao la gira Jai Alai Katumbi Express, o los trabajos audiovisuales para comenzar a dirigir documentales musicales hace ya once años en Jamaica.

Percibo que una de sus mayores virtudes es la capacidad para absorber lo que ocurre artísticamente a su alrededor y aplicarlo tiempo después una vez asimilado y estructurado. Aprender de los enseñantes, aplicar lo observado con ejes de apoyo propios.

Durante mi época de estudiante de pedagogía recuerdo que uno de los libros que más me impactó fue “Esa escuela llamada vida”, de Frei Betto y Paulo Freire. Enseguida me uní a la corriente de la pedagogía crítica o liberadora, donde los dos sujetos políticos en acción construyen juntos el conocimiento, enseñar aprendiendo y aprender enseñando. La educación liberadora, implica un acto permanente de descubrimiento de la realidad. Este tipo de educación se fundamenta en la creatividad y no acepta que el futuro esté escrito. Estas premisas siguen siendo mi guía, y todos los que han venido a visitarme a la cocina de mi casa, epicentro de la escuela Kontrakalea, saben que comparto todo lo aprendido.

El compromiso con los pueblos oprimidos es otra de sus constantes. A veces me parece un nómada incansable viaje o no.

No puedo olvidar en ningún momento que mientras respondo esta entrevista, hay gente en muchos lugares del mundo por los que he estado y no he estado, que está sufriendo lo indecible. Es algo que no me permite descansar. Y además tengo un pacto con el diablo, por lo tanto cada vez que me tomo un respiro, se asoma en una esquina y me hace un guiño.

Euskal Herria es pequeña, me temo que es como una Sociedad Limitada que ha tenido que aprender a moverse exportando y relacionándose con el exterior.

Comienzo a abrirme paso a machete por los circuitos independientes ya en los 80 por Europa con Kortatu, después con Negu Gorriak continuamos por esta senda y llegamos a Latinoamérica y Estados Unidos, y ya en solitario recorro todos los caminos abiertos anteriormente y salto también a Japón, Australia… Manu Chao también me abre muchas puertas, y puedo decir que tenemos cuadrillas compartidas en Ciudad de Mexico, Tijuana, Buenos Aires, París, Bogotá… No concibo la idea de la exportación, como repudio también la idea del “networking”, pues siempre he trabajado el intercambio, la red de telaraña autogestiva, los puentes de ida y vuelta, el principio de reciprocidad.

La novela gráfica «Black is beltza» le redimensiona como artista multiproceso. Lo mismo que afrontar el reto Nueva Orleans... o liarse en «Guerra» con Albert Pla. ¿No hay zozobra? ¿Es fuerte mentalmente?

Las complicidades me dan fuerza. Me lanzo y voy a por ello. ¿Mentalmente fuerte? Imagínate lo que hay que padecer por destacar en esta tierra. O te autoconstruyes una armadura a prueba de hachazos o se hace leña del árbol caído. Y ¿zozobra? Sí, claro, además de ser asmático crónico y tener que pelear por cada bocanada de aire para vivir, después de cualquier evento en el que participe, tras la euforia del golpe de adrenalina siempre tengo un momento de desasosiego, de hundimiento del acorazado Potemkin que soy mientras actúo.

Catalunya tiene mucho peso en usted. Barcelona es una ciudad cosmopolita, avanzada en cultura. Cada vez se implica más en proyectos compartidos… En Arts Santa Mònica establece un laboratorio de creación junto a Charlat58... Empieza a ser una segunda casa.

Si te fijas en el “Azken Guda Dantza”, al lado de la Telecaster y debajo de la ikurriña hay una estelada, guiño a la importancia que había tenido este país en Kortatu. Los autobuses que venían desde Catalunya al concierto de Negu Gorriak en el velódromo de Anoeta (2001) tuvieron que padecer los controles de la Guardia Civil. En 2004 grabé un directo en el Apolo de Barcelona como agradecimiento a la acogida tras la prohibición de conciertos en el Estado español, y tras el trabajo que estoy realizando en los tres últimos años, y mi estancia en Sant Andreu, pueblo del que me siento parte, espero conseguir la doble nacionalidad vasco-catalana, aunque probablemente esta última llegue antes que la primera.

Está trabajando en la animación de «Black is beltza»

Desde el espacio que me cedieron en la fábrica de creación Fabra i Coats, he construido la banda sonora original junto al productor y multiintrumentista Raúl Fernández Refree, banda sonora en la que han participado Anari, Iseo, Maika Makovski, Manu Chao, Ana Tijoux, Amel Zen y Yacine, las Seysisters… y ahora que vuelvo a Irun, cuento con el valioso apoyo de Elkar y su estudio de grabación, y coordinaré junto a Dibulitoon, estudio también situado en Irun y otro estudio de animación argentino el arranque de la animación propiamente dicha. Sí, estoy trabajando duro para poder estrenar la película de animación “Black is Beltza” en Zinemaldia de 2018.