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JOHN DOUGLAS
SECRETARIO GENERAL DEL SINDICATO IRLANDÉS MANDATE

«Hemos escorado el Parlamento irlandés hacia la izquierda»

John Douglas, secretario general del sindicato irlandés Mandate, participó en las jornadas internacionales que el sindicato LAB organizó en Gasteiz para analizar el papel de las transnacionales y las alternativas al capitalismo en diferentes lugares del mundo. Douglas expuso la experiencia de oposición al modelo irlandés de austeridad impulsado desde la UE.


Para el sindicalista irlandés John Douglas la imagen de la República de Irlanda como alumno modélico de las políticas de la Unión Europea y el FMI que le han permitido abandonar los programas de rescate es muy cuestionable, por las heridas que ha provocado en la sociedad irlandesa. Explica cómo han logrado movilizar una sociedad desencantada a partir de la lucha contra la privatización del agua, que ahora quieren llevar más allá.

Irlanda aparece como el modelo a seguir a los ojos de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo. ¿Qué hay tras esa imagen?

No es un modelo a seguir. Aunque es cierto que Irlanda ha salido del programa de rescate, ha dejado unas heridas muy profundas en la infraestructura social del país: servicios sociales, bienestar social, vivienda, sistema sanitario, empleos de muy baja calidad... Con las leyes y las reglas fiscales que se han implantado en Irlanda, el Gobierno no tiene los poderes para cambiar estas cosas. Por ejemplo, se socializó la deuda de unos 30 millones de euros del banco AIB. Ahora que se ha limpiado, está nacionalizado y dando beneficios, el gobierno quiere vender el 25%. El beneficio que saldría de esa venta sería de unos 35-40 millones de euros, pero Europa no permite al Gobierno irlandés utilizar ese dinero para arreglar algunas de las heridas que ha causado la crisis. Todavía tiene que ser reinvertido en pagar parte de la deuda que queda con los acreedores internacionales. El proyecto europeo está en crisis, ha perdido su alma y los que mueven los hilos son los mercados financieros. A no ser que recupere ese alma social, cada vez más países van a tomar el camino del Brexit. Hay una desconexión total entre la gente de Irlanda, y creo que también del resto de Europa, con el proyecto europeo, con las instituciones europeas.

¿Incluso después de ver lo ocurrido con el Brexit en Reino Unido?

Creo que el pueblo irlandés sigue siendo proeuropeo, no nos identificamos con la forma en que se llevó a cabo la campaña del referéndum del Brexit, muy nacionalista, antiimigración… Fue…Fue una campaña muy de derechas, reaccionaria. El pueblo irlandés no está en ese espacio. Pero en el pasado ya hemos votado contra tratados europeos, como el Tratado de Maastricht. El problema es que e convocó un segundo referéndum y hubo que volver a votar para obtener «la respuesta correcta». Se dice que la situación en Irlanda en la calle está mejorando y hay más trabajo, pero sigue habiendo mucha pobreza, mucha desigualdad. A la vez, los ricos se han convertido en más ricos. En 2008 había 16.000 millonarios, después de nueve años de austeridad hay 92.000. A menos que al pueblo irlandés, al gobierno irlandés, se le den los poderes para luchar contra eso, habrá un rechazo hacia Europa.

Una de las consecuencias de esta situación es la vivienda.

Es una crisis no vista desde los 1800. Desde la gran hambruna no ha habido tantos sin techo en Irlanda. Los últimos gobiernos han eludido sus responsabilidades para crear viviendas asequibles para la gente. Ahora tenemos unas 7.000 personas sin vivienda. El gobierno se gasta unos 40 millones de euros al año en ayudas de emergencia para llevar a gente a vivir a hoteles baratos, a bed & breakfast... E incluso aunque el Gobierno irlandés tuviera voluntad de arreglar el problema, que no creo que la tenga, las reglas fiscales de Europa hacen que no pueda usar dinero público para arreglar esta crisis. Tienen que ser subvenciones privadas o a través de acuerdos con instituciones privadas. Una de las soluciones que ha buscado es entregar miles de acres a constructoras y que reserven un 10% para viviendas sociales o a precios asequibles. Las reglas fiscales y la ingeniería financiera europea están funcionando como un corsé para cualquier progreso social. Incluso para un gobierno progresista sería un problema implantar políticas para cambiar la situación. Esa tiranía de las leyes europeas va a endurecerse y al final se va a volver en contra del proyecto europeo.

Irlanda también conoció protestas contra esa situación pero se redujeron con entrada de los laboristas al gobierno en coalición con el Fine Gael.

Lo que los laboristas suelen poner encima de la mesa es que si no hubiera sido por ellos habría sido mucho peor. No estoy de acuerdo. El efecto fue rebajar las protestas. Sobre todo por parte del mayor sindicato de Irlanda, el Siptu, que está asociado al Partido Laborista.

¿Cómo reaccionaron ustedes?

El Gobierno está imponiendo medidas de austeridad muy severas a la población. Cada año 50.000 jóvenes abandonan el país porque no hay futuro. Los que se quedan tienen sus derechos sociales recortados. Y a la vez, las empresas multinacionales tienen muy poca contribución social. Las leyes fiscales son como unas vacaciones fiscales. Llegó un momento en el que los propios sindicatos no tenían ninguna credibilidad. Eran vistos como parte del problema y colaboradores. Un grupo de sindicatos decidimos que teníamos que romper con la tendencia general. Creamos el Movimiento del Agua, con partidos de izquierda y comunidades locales. Fue una lucha simbólica porque el Gobierno estaba intentado privatizar el agua en un país como Irlanda, donde llueve bastante. Se convirtió en una especie de metáfora de nuestra lucha y de demostrar que no eramos el ideal del «niño aplicado» que se iba a tomar su medicina y que estábamos dispuestos a luchar. Y dio a la ciudadanía irlandesa confianza en ella misma, cuando no tenía ninguna esperanza. Lo que logramos con la lucha en torno al agua fue que no se privatizara e incluir en la Constitución que el pueblo de Irlanda es dueño de los recursos por lo que nunca podrá ser privatizada. Y además ha creado un cuerpo político entre sindicatos, comunidades locales, partidos de izquierda,.. que han empezado a trabajar en base a lo que les une y dejar de lado lo que les separa.

¿Esa unidad de lucha tiene continuidad en otros ámbitos?

Este es el reto ahora para nosotros. Antes de las últimas elecciones creamos la organización Right2Change, basada en una plataforma de diez puntos: derecho a educación universal, sistema de salud universal, derecho al agua... principios muy básicos que podría unir a la izquierda amplia, y consiguió que, de 158 parlamentarios, 36 la apoyaran y firmaran el documento. Si tienes un gobierno en minoría enfrente, 36 es un grupo fuerte. Estamos empezando a demandar cambios políticos de leyes que son muy dañinas. Hace poco bloqueamos la venta de ese 25% del AIB. Estamos intentado poner en marcha leyes que paren situaciones laborales muy duras, como los contratos de cero horas. Hasta ahora hemos tenido mucho éxito en promover buena legislación y bloquear la mala legislación. Creo que habrá nuevas elecciones en unos 18 meses y el reto es conseguir que los principios de Right2Change crezcan y más parlamentarios o candidatos los firmen. No hay duda de que hemos escorado el parlamento irlandés hacia la izquierda.

¿Qué son los contratos de cero horas?

Un contrato por el que no tienen que garantizarte ninguna hora de trabajo, firmas en blanco, ni una ni cinco ni veinte horas, tienes que estar dispuesto a recibir una llamada e ir a trabajar. El mínimo es de cinco horas a la semana y el máximo de cuarenta. Entre cinco y cuarenta está a libre disposición. Si te afilias al sindicato o das problemas te dan las mínimas horas. Una semana pueden no llamarte. Es una explotación total. No solo se aplica en restaurantes, tiendas o McDonalds, incluso profesores de universidad tienen contratos similares. Esperamos que este año se apruebe una nueva legislación que establezca una especie de escala, entre cinco y quince horas, entre quince y veinte,... en la que puedas ir subiendo.