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Intervenir a tiempo para retrasar la dependencia

El curso de verano de la UPV-EHU sobre el envejecimiento, en el que participaron mayoritariamente mujeres, dio para mucho. Aunque cada vez vivamos más, en la última etapa no gozamos de una buena salud. El predictor de la incapacidad y la dependencia es la fragilidad. Esta es reversible, por lo que hay que intervenir ahí.


Para la mesa redonda que cerró ayer por la tarde el curso de verano de la UPV-EHU “Retos que plantea una sociedad envejecida” las participantes tenían los cuadernos repletos de apuntes. De su cabeza bullían un montón de ideas, preocupaciones y vivencias personales, lo que provocó un interesante debate.

Por ejemplo, una mujer –la gran mayoría eran de este sexo– se preguntó cómo es posible conciliar el trabajo, la familia y el cuidado de nuestra madre o nuestro padre. Se escucharon testimonios de casos concretos: «Me he percatado de que a mi vecina se le ha olvidado dónde está el gimnasio. Vive sola. Tiene dos hijos, uno en Madrid y con el otro no tiene relación. ¿Qué hacer en estas situaciones que se repiten a menudo?».

Las ponentes plantearon como una posible solución potenciar y sostener las redes familiares y comunitarias, pero entre las oyentes hubo quien se mostró en desacuerdo. Visiblemente afectada, hablando desde años de experiencia personal, una señora aseguró que eso es muy difícil. «Se carga a la población de tantas cosas… En la práctica no sé cómo se hace».

Uno de los conferenciantes, Joseba Zalakain (del Centro de Documentación y Estudios de la Fundación Eguía Careaga, SIIS), aclaró que lo que proponen no es darle la responsabilidad a la gente sino hacer cambios desde la administración. Por ejemplo, defendió que el coste de las cuidadoras, que es lo que sube el precio de las plazas en las residencias, tendría que tender a ser gratuito, «como la andereño o la atención primaria».

En su ponencia se centró en mostrar cuánto cuesta el sistema de atención a la vejez y a la dependencia en Gipuzkoa y en la CAV, realizando la comparación con otros lugares. Dio también algunas fórmulas para que ese gasto sea sostenible económica y socialmente. Una de esas propuestas fue, precisamente, impulsar las redes familiares y comunitarias.

Pero, antes de eso, hizo hincapié en que una sociedad envejecida no puede atender a las personas mayores, por lo que es imprescindible «incrementar el gasto en la familia, la juventud y la infancia». Criticó que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa el gasto en políticas sociales «está sobre todo dirigido a la vejez», al contrario que en Alemania o el Estado francés.

Apuntó también que seguimos pensando que la dependencia es responsabilidad de cada familia y que en la práctica es así. En su opinión, debemos aclarar si es un problema de cada uno o los servicios de atención a la dependencia son un derecho. «En ese caso, tendríamos que ser coherentes y poner recursos y fondos».

Acceso a los servicios

Profundizando en los recursos, la trabajadora social de Afagi (asociación de familiares de personas con alzheimer y otras demencias) Naroa Díaz indicó que el acceso a los servicios sociales se suele hacer desde los servicios sociales de base. Estos son la puerta de entrada y suelen tener una trabajadora social de referencia. «Muchas veces no se sabe esto», declaró, antes de pasar a repasar los servicios existentes en Gipuzkoa. En el debate posterior, Pilar Marco, de Aubixa Fundazioa, admitió que ella también desconocía muchas de las cosas explicadas por Díaz, a pesar de ejercer como médica durante años, lo que dejó constancia de la necesidad de la colaboración y coordinación sociosanitaria, otra reivindicación que se repitió en el curso.

Tanto la enfermera Mari Carmen Inmaculada Sánchez como el director de Biodonostia Julio Arrizabalaga remarcaron la importancia de actuar sobre la fragilidad. La definieron como el síndrome clínico caracterizado por una pérdida de la reserva funcional y la capacidad de adaptación de las personas mayores. Queda patente, por ejemplo, cuando un anciano ingresa por una gripe y sale con una reserva funcional más baja que cuando entró. La fragilidad está asociada a la edad, al sexo (aunque vivamos más, entre las mujeres hay más fragilidad) y a enfermedades o padecimientos. Es el predictor de la dependencia y la incapacidad, es reversible, por lo que conviene intervenir ahí.