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ANAIZ FUNOSAS
PRESIDENTA DE BAKE BIDEA

«Si este pueblo camina con fuerza el 9D, París sabrá que le toca echar a andar»

Antes de cobijarnos del frío para la entrevista hemos buscado una imagen fluvial en Baiona, aunque durante los próximos días el paisaje vital de la presidenta de Bake Bidea se situará a orillas del Sena. Con ella hablamos de París, de sus retos y promesas.


El martes viajó a Bruselas para trasladar a una veintena de eurodiputados los retos inmediatos del proceso vasco. Y en unas horas cambiará ese Errobi en el que se mira Baiona por un río más imponente, porque a orillas del Sena se juega el «pulso colectivo» del 9 de Diciembre, y de su mano «la oportunidad real de pasar con la cuestión de los presos a una nueva secuencia, como ya hicimos en Luhuso».

Sin olvidar el llamamiento de los electos vascos, la semana se ha cerrado con el apoyo de la ex ministra de Justicia gala Christiane Taubira al 9D y ese anuncio del macronismo departamental de que irá a París.

El respaldo de Christiane Taubira tiene particular relevancia, tanto mirando a la sociedad civil como al Gobierno francés. Su apoyo nos ayuda y, sobre todo, apuntala el trabajo que tenemos abierto en París. También es revelador que desde los ámbitos locales de La République en Marche (LREM) se traslade un mensaje positivo, en este caso, a su propio Gobierno. Dijimos hace tiempo que no valía con articular una mayoría en Euskal Herria, que había que extender la red al Hexágono.

Un centenar de personalidades han firmado ya el manifiesto «Arriesgar por la Paz». En los días que quedan para el 9D, ¿esperan otros apoyos relevantes?

Sí, más de uno. Estoy segura de que sumaremos nuevas voces. El voto en el Ayuntamiento de París ha abierto el abanico.

¿El voto unánime del Ayuntamiento de París demuestra que la receta vasca empieza a ser degustada en el Hexágono?

En todo caso no es un suceso casual, sino el resultado de ese trabajo en red en el que está comprometida mucha gente que no se ve, pero que ha comprendido que, una vez logrado el desarme de ETA, bajo supervisión civil, ahora le toca al Estado. Ese voto unánime ayuda a sumar, y tiene un potencial enorme para seguir extendiendo la red. Es importante la resolución, pero cuenta más que haya salido adelante con el apoyo de todos. Ese voto se ha trabajado con buenos ingredientes: el trabajo entre diferentes y la búsqueda de un resultado inclusivo.

Otro ingrediente de esta receta artesana es trabajar la calle y los despachos. A la vez. ¿Cómo se conjugan esos planos?

La lógica es la de trabajar en paralelo. Es nuestra forma de hacer. Por poner un ejemplo, la delegación que viajó el pasado julio a París tenía la misión clave de poner encima de la mesa del nuevo Gobierno francés el mensaje de que en Euskal Herria hay una mayoría social y política que ha adoptado un compromiso que exige una respuesta urgente. Porque para avanzar en el proceso ahora toca franquear esta etapa, la de los presos, que no es una cuestión vasca, como se pone de manifiesto con la marcha a las cárceles francesas pero también con nuestra visita al Parlamento europeo. Se trata de hacer entre todos. La manifestación es la expresión de esa apuesta colectiva.

¿A sus interlocutores en el Ministerio de Justicia no les disgusta que miles de vascos se manifiesten en pleno París?

Una manifestación puede generar cierta crispación, pero se entiende mejor su sentido cuando se explica que nuestro objetivo es alcanzar soluciones inclusivas y duraderas, y que por eso vamos paso a paso, con electos y sociedad civil. Esta forma de hacer es parte de nuestra identidad. Creemos que un plano y otro son necesarios, que se ayudan entre sí y ,además, legitiman el proceso permanentemente, porque lo hacen pivotar no ya en unas cuantas personas, sino en un sector cada vez más amplio de la sociedad. En nuestra forma de hacer las manifestaciones son importantes, y la del 9 de diciembre más, porque no es una movilización más.

Una sociedad activa y unos electos que la acompañan. Desde su perfil militante, ¿cómo percibe el papel de esos representantes institucionales?

Esos electos le aportan al proceso un plus de visibilidad, pero también refuerzan esa filosofía de la que hablábamos. Aiete nos aportó un método que nosotros entendimos que tenía el sentido de crear una nueva cultura política, en que se construye una legitimidad compartida. Cuando miro atrás me digo: ¡Es increíble ver de dónde partimos y dónde estamos ahora! De ahí que no tenga problema alguno en responderle que valoro a esos actores institucionales, a esos electos que han dado prioridad al proceso, sin buscar las capitalizaciones rápidas. Pongo en valor su forma de interiorizar el proceso, sin la que no estaríamos aquí. Todos hemos comprendido que nuestra responsabilidad es construir una oportunidad nueva, un escenario mejor para las siguientes generaciones.

¿Esos electos están sembrando en sus propios partidos? Lo digo porque, quizás, si algunas de esas personas pierden un día el mandato, ello puede desestabilizar el proceso mismo.

Nuestro sentimiento es que trabajamos con ese prisma, pero teniendo claro que debemos lograr avances, porque eso es lo que da fuerza a cada actor también en su propia casa, pero sobre todo lo que permite seguir adelante, pasar a otras etapas. Nos quedan capítulos por delante, y habrá de reponer, construir, extender los consensos, porque los acuerdos, como la correlación de fuerzas, no se ganan un día para siempre.

En un momento habrá que hablar, pongamos, de las responsabilidades del Estado francés en el conflicto. ¿ Abordar ese tema no va a resultar difícil?

Este conflicto tiene nudos diferentes. Pero hay que ir desatando unos para poder abordar los otros. Nosotros no tratamos los temas por oposición, o condicionando un tema a otro. Hicimos el desarme y, porque lo hicimos, hemos podido abrir la puerta a la cuestión de los presos. Cada dossier se aborda con el mismo espíritu, porque el resultado a lograr pasa porque nadie se vea humillado.

No habrá lugar para el olvido.

Porque olvidar es, en cierto modo, otra forma de humillar. Por eso llegará el momento, en base a este mismo método, con instrumentos como la justicia transicional u otros, en que volveremos a demostrar, haciendo gala de la flexibilidad precisa, ensayando marcos, generando el ambiente necesario, esos capítulos del conflicto que permanecen más en la sombra. Hay un pasado, o mejor dicho, hay pasados, distintos, y tenemos claro que, partiendo de trayectorias diferentes, habrá que colocar todas las piezas sobre la mesa. No será fácil, pero lo haremos. Para mí es hermoso ver que no tenemos miedo al futuro, porque estamos en el camino, y vamos a ir abriendo etapas, una a una.

Volvamos al presente. ¿Espera aún un anuncio del Gobierno francés antes del 9D o ya ha empezado ese cambio, pero de manera distinta a la esperada?

Esperar y lograr son cosas distintas. Trabajamos para conseguir más avances antes del 9D, pero no voy a extenderme ni a entrar en especulaciones. En todo caso, creo que la oficialización del espacio de trabajo con el Ministerio de Justicia es un logro importante, que no teníamos cuando convocamos la manifestación, en abril pasado. Una delegación vasca, con integrantes de las instituciones y de la sociedad civil, está en ese espacio de interlocución oficial. Es el resultado de años de trabajo.

¿Y uno de los frutos de la Conferencia de París en 2015?

De todo el trabajo hecho desde Aiete, aunque es cierto que la Conferencia Humanitaria de París le dio otro brío al proceso. Se han ido rompiendo lógicas viejas. Un territorio se ha mostrado en toda su diversidad y esa fuerza y perseverancia han sido decisivas para fijar esa interlocución. Ahora lo que toca es que ésta dé frutos. Ahí estamos.

A París a por un Luhuso 2. ¿Qué hay que hacer para que ocurra?

Luhuso abrió una secuencia nueva: sí hubo detenciones, pero luego llegó la respuesta en las calles, en todo el país, y los pronunciamientos institucionales, y más tarde el desarme… Se trata de cambiar el paso, de hacer sentir a la otra parte que tiene que ponerse en marcha. Ahora.

Otro movimiento propio para facultar el paso del otro.

En la Conferencia de París dijimos que queríamos una solución no contra nadie sino para todos. Ahora volvemos como pueblo a decirle al Estado: Si cambias la política penitenciaria de excepción, saldrás ganando. Como todos ganamos el 8 de abril. Si somos miles y miles el 9D, París sabrá lo que le toca. Y hasta tendrá más fácil echar a andar, porque le habremos dado un motivo más. Y de peso.