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Una victoria por cesárea (1-2)

Los rojiblancos, con el miedo en el cuerpo a perder, sacan adelante un partido donde volvió a tirar de sacrificio y sufrimiento.


LEVANTE 1

ATHLETIC 2

 

Un ganador nato como es Pep Guardiola decía que «el miedo a perder es la razón fundamental para competir bien». Este Athletic compite, eso nadie se lo puede negar viendo cómo acabaron anoche en el Ciutat de Valencia unos cuantos de sus jugadores tras el esfuerzo del jueves. El propio Kuko Ziganda reconoció después del taquicárdico encuentro que sus hombres estaban «físicamente extasiados». Pero también vive ahora mismo atenazado por el miedo a no ganar, más que a perder. Sobre todo ayer, que encaraba el duelo al borde del abismo del infierno clasificatorio. Y se ganó, no sin toneladas ingentes de sufrimiento hasta el punto de que cuando el Levante equilibró la ventaja bilbaina con apenas quince minutos por delante fue imposible no temerse lo peor, dada la pobre e insegura imagen que los rojiblancos estaban firmando en esa segunda mitad, atenazados por ese miedo a no llevarse tres necesitados puntos con los que acarreaban, a veces como si fuera una pesada losa, desde que Aduriz, de penalti, adelantó al equipo a las primeras de cambio. Porque este Athletic jamás enarbola la bandera blanca, ni hace entrega de sus armas como se está viendo casi en cada duelo de esta temporada tan tensionada. Para eso están gente como Raúl García; o el estajanovista Mikel Rico, un «tío hecho y derecho» como le piropeó su técnico; un De Marcos con la virtud de la Santísima Trinidad, que insufla ese aire fresco que pedía a gritos el grupo; un contundente Núñez; un incansable Susaeta... Pero tan evidente como que salir del agujero no será tarea fácil, como se ha visto ante un rival de ‘su’ liga, y menos aún enebrar un fútbol más allá de voluntarioso y primitivo, como lo fue la propia jugada del penalti o que se gane con un gol en propia puerta.

Mucho camino todavía por recorrer. Hay que olvidarse de una vez por todas del cuento de la lechera, ese de que ganando al Levante, luego a la Real en el derbi y quién sabe si al Betis antes de despedir el año, el Athletic mirará incluso a los puestos europeos. Ayer se vio que no, que este Athletic va a tener que dejarse el alma en la gatera que será sacar adelante cada parto. Porque no le vale con una primera buena media hora como la que firmó en tierras levantinas para tener un día tranquilo en la oficina. Ni mucho menos. Este Athletic está obligado a currárselo hasta el pitido final. Y esa parece que será la tónica no sabemos si de toda la temporada, pero sí al menos de lo que le deparará a corto y medio plazo.

Dicho todo esto, tres puntazos de oro que los leones se traen para casa, subidón de moral para encarar el derbi vasco por excelencia con una semana completa para recuperarse física y mentalmente, y preparar el choque con las garantías que Ziganda reclama una y otra vez. Tres puntazos trabajados a destajo, sufridos porque no puede ni va a ser de otra manera, ante un rival que se juega lo mismo que tú, que también aprieta, que te saca los colores, que te exige.

 

Dos goles en propia puerta

Los de Ziganda estaban obligados a ganar. Por eso el empate granota hizo pensar en lo peor, resuelto a base de ese amor propio rojiblanco plasmado al minuto siguiente en sendos y consecutivos remates de Raúl y Rico a la cara del guardameta local y la madera. Y a renglón seguido, el 1-2, con fortuna, pero fruto de ese sacar fuerzas de donde casi ya no quedaban. Esas que sostuvieron en pie el marcador hasta el minuto final, el mismo que se puso en franquicia muy pronto, a los cinco minutos, gracias al penalti sobre De Marcos transformado por Aduriz. El polivalente gasteiztarra fue una de las refrescantes novedades de inicio, aportando dinamismo, movimientos, llegadas, todo lo que se ha guardado durante estos meses de lesiones.

La aportación del de Guardia, junto al despliegue de Rico en el centro del campo, y sostenidos atrás por un expeditivo Núñez, fue la columna vertebral de un equipo que mejor en la primera hora, seguramente por ese tempranero gol que obligó al Levante a irse adelante cuando su idea era esperar atrás. Eso facilitó al Athletic llegar en transiciones y no ataque estático, y sumar a los veinte minutos siete remates por solo uno de los locales. Un impreciso Levante que mejoró ofensivamente con la entrada de Boateng al minuto 35, para quebradero de cabeza bilbaino. El Athletic desapareció, se replegó y a punto estuvo el ghanés de liarla ante un Kepa que salvó in extremis el empate.

No había que ser muy entendido para imaginar el devenir del segundo acto, con un Levante decidido a por la igualada y un Athletic acobardado que intentaba salir a la contra pero sin convicción ni posibilidades reales, sin dar tres pases seguidos a un balón del que no disfrutaba. El partido se descontroló entre un interminable ir y venir, los leones sufrían para defender cada centro al área, para achicar agua en cada córner rival, hasta que llegó el enésimo balón colgado y la desgraciada jugada del gol en propia puerta de Laporte. Jarro de agua fría al que supieron sobreponerse los rojiblancos, ojo por ojo, con gol en propia puerta de Postigo, que había cometido también el penalti. De ahí al final, incluso fundido, el equipo acabó mejor que el rival.

Victoria por cesárea, sufrida, con los músculos doloridos como una piñata, el miedo a perder en el cuerpo, sabedores de sus carencias, pero como dijo Esopo, «es fácil ser valiente desde lejos». Había que estar allí...

 

«La rebelión tras el empate nos ha dado el triunfo»

«Me ha gustado nuestra mentalidad de cómo hemos salido, y la mentalidad tras el empate». Kuko Ziganda volvió a extraer lo mejor de sus jugadores. «Sabíamos que estábamos necesitados, queríamos refrendar sensaciones y hemos confirmado las dos cosas», defendió. Asumió que «no iba a ser fácil pero había que venir a ganar, desde el primer momento se ha visto, aunque en el segundo tiempo lo hemos pasado peor, para salir de nuestro campo, con jugadores cansados, pero nos hemos rebelado otra vez tras el empate y esa rebelión interior nos ha dado el triunfo». El técnico incidió en esa actitud: «En cuanto nos han empatado hemos ido a hacer el 1-2, incluso con riesgo con algunas contras, y hemos tenido la fortuna de hacerlo. Luego, resistir con un gran trabajo de todos y gran solidaridad, y desde ahí estamos sacando cosas». Ziganda reconoció que «los jugadores están cansados, teníamos dudas con los cambios, Raúl no sabía si podría aguantar y se ha comido todo el partido, mucha tensión, esfuerzo, pero hemos estado bien posicionados al final para poder defender. Pero físicamente están extasiados». Valoró que el equipo ahora «estamos mas juntos, no concedemos tanto, los porteros ya no son los protagonistas de nuestro equipo. El juego puede fluir o no, pero sí tenemos capacidad para defender bien, para que no nos hagan tantas ocasiones. Esta semana hemos corregido eso y todo es crecer desde ahí». Sobre De Marcos dijo que «contagia tanto que te dan ganas de ponerle en todos los sitios, tiene el pie como está y ya veis».J.V.