Barcelona, Rodin e Isaiah Berlin
Aún queda la tarde. Se va a hacer eterna, y tenemos que buscar algo para hacer, algo que nos distraiga y, en el mejor de los casos, que nos ayude a escribir más acertadamente en el momento en el que salgan los resultados de estas elecciones cruciales.
Estamos en Barcelona. Si no encontramos algo para hacer aquí, mejor cambiar de oficio. No termino de entender que Catalunya aburra, pero menos entendería que alguien se aburra en Barcelona. La oferta cultural aquí es impresionante.
Leyendo la prensa, he encontrado el anuncio de una exposición de Rodin en Barcelona. La figura elegida es, cómo no, el pensador. Me he acordado de un libro de Isaiah Berlin que tenía esa misma estatua en la portada. No sé si finalmente iré a la exposición, pero en estas horas ansiosas es interesante recordar el pensamiento de Berlin.
Según él, sentirse humillado es el sentimiento que más aviva el nacionalismo y el deseo de independencia. En la política de Estado que se ha aplicado contra Catalunya hay una voluntad manifiesta de humillar a la sociedad catalana. El 1 de octubre esa voluntad fue muy explícita, pero ya en aquel momento me pareció que la operación policial contra el pueblo en el que debía votar el president Puigdemont era su máxima expresión. Querían humillar al país impidiendo que su máximo representante votase. Las imágenes fueron bestiales y el mensaje tanto o más.
Hoy veremos cómo ha operado en la sociedad catalana esa voluntad de humillación, que estoy de acuerdo en que es la más efectiva gasolina del nacionalismo pero que viene acompañada de un miedo difícil de gestionar socialmente. Lo que no hay duda es que la política de los poderes del Estado no va a cambiar en este punto, ganen o pierdan. Tampoco hay duda de que en esa voluntad de humillación, antes o después, el independentismo catalán volverá a encontrar la fuerza que le haga reaccionar y reformular su apuesta por la democracia y la libertad.