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La autoridad electoral rusa rechaza registrar al opositor Navalni como candidato presidencial

El Comité Electoral Central (CEC) de Rusia ha rechazado registrar al líder opositor Alexei Navalni como candidato a las elecciones presidenciales en el país en marzo de 2018. Navalni ha llamado al boicot de los comicios tras afirmar que el jefe del Kremlin, Vladimir Putin, está tras esa decisión.

El líder opositor Alexei Navalni, a las puertas del CEC. (Dmitry SEREBRYAKOV/AFP)

«No habrá elecciones. Putin está muy asustado. Teme enfrentarse a mí. Me ve como una amenaza. Ha ordenado a sus siervos de la CEC que me nieguen el registro», ha dicho Navalni en una alocución por vídeo.

El político opositor ha anunciado «una huelga de votantes» con el argumento de que en las presidenciales del 18 de marzo próximo solo «participarán Putin y aquellos candidatos elegidos personalmente por él», una vez que él ha sido excluido de la contienda electoral por tener antecedentes delictivos.

«No se puede acudir a votar. Eso sería apoyar el engaño y la corrupción. Llevan 18 años en el poder y quieren otros seis años. ¿Creen ustedes que van a conformarse con eso?», ha dicho Navalni, que se ha autoproclamado como «el principal rival» de Putin.

Ha advertido de que la oposición extraparlamentaria «no reconocerá ni los resultados de los comicios ni a las autoridades resultantes».

El opositor y abogado de 41 años hizo este anuncio después de que la mayoría de miembros de la CEC se negara a registrar la candidatura de Navalni, considerado el único político que puede hacer frente a Putin, especialmente en las grandes ciudades.

«Represento a un gran número de electores. La decisión de la CEC de prohibirme participar en las elecciones excluye a millones de personas de las elecciones y del sistema político. Muchos no reconocerán los resultados», ha advertido.

Navalni ha acudido en persona a la sede de la comisión, a la que ha atribuido repetir los mismos errores que sus antecesores, que en 2011 fueron acusados de fraude electoral, lo que desembocó en multitudinarias protestas.

«Robaron millones de votos. Ustedes siguen haciendo lo mismo. Antes con la falsificación y ahora porque el resultado electoral es conocido de antemano, ya que no permiten que los candidatos participen en las elecciones», ha dicho.

Ha acusado a la comisión de impedir que participen los candidatos como él que «denuncian la corrupción» y «no tienen miedo de criticar al poder».

Esta misma semana Navalni, que labró su fama en la denuncia de la corrupción en la administración pública, ha acusado al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, de comprar un apartamento en París por 1,7 millones de euros, acusación que este último ha tachado de «calumnia».

La CEC ha argumentado que, según la legislación vigente, no puede ser candidato a la Presidencia rusa un ciudadano que haya sido condenado por un delito grave y que tenga antecedentes el día de las elecciones.

Según la comisión, ese es el caso de Navalni, ya que fue sentenciado en febrero pasado a cinco años de cárcel por apropiación indebida, lo que implica también una inhabilitación por diez años.

Aunque el Tribunal Europeo consideró injusto ese veredicto, dicha corte no puede anular las sentencias judiciales nacionales.

Navalni ha asegurado que la Constitución rusa estipula «blanco sobre negro» que podrán participar en unas elecciones presidenciales aquellas personas «que no se encuentren en prisión» a la hora de registrar sus candidaturas.

Por ello, ha agregado: «tengo derecho a participar en las elecciones presidenciales».

Y ha adelantado que recurrirá dicha decisión ante el Tribunal Constitucional «a pesar de ser consciente de que es parte de un mismo sistema».

«Usted es joven y tiene buenas perspectivas. Como se dice comúnmente, tiene toda la vida por delante», le ha espetado Ella Pamfílova, presidenta de la CEC y primera mujer en presentar su candidatura al Kremlin en las elecciones de 2000.

Navalni decidió registrar anoche su candidatura tras movilizar a más de quince mil de sus seguidores en una veintena de ciudades rusas, pese a que Pamfílova había afirmado en varias ocasiones que no tenía derecho a ello.