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Un movimiento vecinal que busca parar la «imposición» del metro

En junio del 2015 un grupo de vecinos de Donostia decidió crear un movimiento para luchar contra el Metro Donostialdea. Desde que volvieron a activar el plan de la construcción de la nueva pasante, Satorralaia ha presentado varias estrategias alternativas.


En noviembre comenzaron las obras de la primera fase del Metro Donostialdea, tanto en la avenida Zarautz como en Pío Baroja, ambas zonas situadas en el barrio del Antiguo. El movimiento vecinal Satorralaia, que busca concienciar y activar a la ciudadanía en la lucha contra este proyecto, advierte que no se ha puesto en valor la opinión de los donostiarras. Mikel Álvarez, miembro de la plataforma, recalca que desde el primer momento han insistido en la necesidad de realizar «un proceso participativo, escuchando a los vecinos y atendiendo cualquier propuesta alternativa». Según Álvarez, en los dos años y medio de vida de Satorralaia, nunca se les ha escuchado, «y cuando se nos ha recibido, el alcalde Goia nos transmitió que dicho proyecto no era la competencia del ayuntamiento».

La creación de Satorralaia viene de cuando unos 30 donostiarras se reunieron para analizar el proyecto, una vez abierto el proceso de alegaciones. «Cuatro días después de las elecciones, entre mayo y junio, abrieron el plazo de información pública –y para cumplir con el expediente–, pero en muy poco tiempo y con una participación mínima decidieron seguir adelante con el metro», explica. Desde el principio, la finalidad de este movimiento ha sido exigir un cuestionario, «porque existe la posibilidad de otra estrategia alternativa si el objetivo real es mejorar la accesibilidad a los pasajeros o incluso si desean aumentar el uso del transporte público, y no solo el interés de mercantilizar la ciudad».

Y es que en setiembre del 2015 se reunieron con el arquitecto Ander Gortazar que en su Trabajo de Fin de Grado analizó consecuencias como, por ejemplo, el detrimento de otras formas de transporte colectivo y no tanto del vehículo privado. «El metro entrará de lleno en la disputa con DBus», opina Álvarez por lo que argumenta que lo ideal sería buscar una solución complementaria entre la red de ferrocarriles y el autobús. Según un estudio de viabilidad que se puede encontrar en la propia web de Lakua, el impacto del metro sería «brutal» en las líneas de autobuses: «Por ejemplo, disminuirían en un 34% los pasajeros en la línea más utilizada como es la 5 que va a Benta Berri».

Desde la creación de Satorralaia, cada semana han estado reuniéndose para analizar qué paso dar. Ya han quedado atrás las alegaciones presentadas y la recogida de 9.000 firmas que entregaron a la Diputación y al Gobierno de Lakua en 2015. El movimiento empezó en el centro pero poco a poco barrios como el Antiguo se van uniendo a las manifestaciones.

Hacer más ruido

Se trata de una construcción con un gasto superior a los 200 millones de euros para 4,2 kilómetros de red. «Quizá la nota más positiva sea la reducción del tiempo en cada trayecto, pero nos parece un despilfarro que no se llegará a financiar completamente y creemos que con menos se puede mejorar la accesibilidad», señala. Las personas con mayor edad son las más afectadas, según Álvarez, porque mientras la estación tiene una parada, «el bus de Benta Berri tiene nueve».

Ahora que han comenzado las obras, desde la asociación no quieren transmitir el mensaje de una derrota. «Hemos hecho tres grandes movilizaciones y esperamos alimentar el debate en toda la ciudad».