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EMILIO CRENZEL
PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Emilio Crenzel: «El estudio de la historia reciente cuestiona premisas asentadas por Nunca Más»

Doctor en Ciencias Sociales y reputado especialista en memoria social y justicia transicional, Emilio Crenzel es autor de numerosos trabajos de investigación y de publicaciones como “La historia política de Nunca Más”. En esta entrevista evoca la vigencia universal pero también los cuestionamientos más recientes de la «verdad alternativa» asentada por un informe de referencia para otras CVR.


La publicación del informe Nunca Más sobre la represión en Argentina marcó un hito histórico, cuyas consecuencias son palpables, 35 años después, tanto en el país como a escala continental. El doctor Emilio Crenzel desgranó, días atrás, en Baiona los aportes de ese «best-seller de la memoria» –más de 700.000 copias distribuidas– pero también ahondó en las evoluciones que ha experimentado desde entonces la larga batalla por la justicia y la memoria social que libra su país. Hasta el punto de que, según remarca en esta entrevista, algunas de las tesis asentadas por Nunca Más están siendo cuestionadas hoy, «lo que pone de manifiesto la apropiación diversa y la legitimación desde ópticas incluso inesperadas» de que ha sido objeto un informe que es objeto de culto para los especialistas en Comisiones de Verdad y Reconciliación (CVR). Esta y otras experiencias fueron analizadas en el coloquio organizado a caballo entre Pau y el campus universitario de la capital labortana.

Una pregunta de partida. Trascurridas tres décadas, ¿cuál es el estado de salud del informe Nunca Más?

Creo que la vigencia que de forma general se otorga a ese informe se explica por los diversos usos y apropiaciones de que ha sido objeto en estos 35 años. Por mencionar los más inmediatos, el uso por los compradores convirtió el informe en un best-seller, mientras que su uso judicial quedó avalado en los juicios a las juntas militares y en los procesos posteriores. En todo caso, yo destacaría que muy diferentes colectivos han hecho uso del informe, y no necesariamente para reforzar el relato que asentó Nunca Más, sino que muchas veces esa apropiación se ha dado para extender los datos, para plantear reformas, y hasta para construir sentidos nuevos, en todo o en parte enfrentados a la construcción que proponía su prólogo. Esa apropiación diversa y muy extensa le ha dado una mayor legitimidad, en ciertos casos inesperada, al informe.

Los Acuerdos de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC plantean una Comisión de la Verdad y una Unidad Especial para la Búsqueda de los Desaparecidos. ¿Estamos ante un legado de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) ?

No sé si se puede establecer una relación directa pero sí es de reseñar que tras la disolución de la CONADEP argentina se constituyó una entidad que siguió recogiendo denuncias. La continuidad vino dada de la creación de esa subsecretaría de derechos humanos, a la que se acercó desde gente que tuvo antes miedo de denunciar ante la CONADEP o que no lo hizo porque no confiaba en su trabajo que, sin embargo, puso las bases para el juicio de las juntas, luego interrumpido por las leyes de punto final y que, una vez revocadas éstas, siguió con los nuevos juicios.

¿Esa continuidad en el tiempo es indispensable para hacer la luz sobre las desapariciones?

En el caso de las desapariciones es importante remarcar que hablamos de una práctica masiva y sistematizada, pero sobre todo de una práctica clandestina. Ello conlleva, efectivamente, que la revelación de esos crímenes no es rápida, que su esclarecimiento tarda muchos años, porque es difícil conseguir pruebas, recolectar documentos, testimonios… es preciso, por tanto, asegurar esa continuidad.

En su conferencia remarcó usted que el prólogo de Nunca Más construyó una identidad, nueva, un «nosotros», que se apoyó en la dicotomía dictadura-democracia. ¿Esa base argumental está vigente ?

En los últimos 10-15 años se ha producido una situación insólita que en el tiempo de Nunca Más no estaba vigente. Se ha legitimado social y académicamente el campo de estudio de la historia reciente. Eso en la década de los 80 del siglo pasado no estaba aceptado por la academia. Ello ha puesto en cuestión muchas de las imágenes que proponía Nunca Más. Y ha roto esa dicotomía dictadura-democracia, porque ha mostrado que también existieron violaciones de derechos humanos, represión y prácticas clandestinas en periodos constitucionales. Creo que se ha resquebrajado esa idea que se construyó de un «nosotros democrático», ajeno a la violencia. Esa imagen se ha roto al ponerse de manifiesto las profundas responsabilidades de distintos actores: corporaciones empresariales, Iglesia, pero también gentes comunes, en el proceso de violencia. Ha permitido aflorar, además, otra aproximación a la cuestión de los desaparecidos poniendo en discusión esa identidad de los desaparecidos ajena al proceso de violencia política que asentó Nunca Más. Yo diría que en gran medida se han puesto en cuestión muchas premisas que estableció Nunca Más en el año 84. Todo ello ha abocado a la construcción de un nuevo sentido sobre ese pasado reciente.

Una enmienda la plantea la nueva generación, la de los-as hijos-as que sacan a la palestra el historial político de sus progenitores desaparecidos.

El surgimiento no ya del movimiento de madres sino de hijos a mediados de los 90 significó un cambio de paradigma que es imprescindible tener en cuenta para entender esta transformación tan relevante. Son ellos y ellas quienes empiezan a plantear preguntas en la línea de resquebrajar ese discurso de desaparecidos desprovistos de identidad política con que se saldó esta cuestión en Nunca Más. Los hijos empezaron a preguntar por la militancia política y el compromiso social de sus padres, y luego a poner en cuestión el silencio social sobre la represión, pusieron, en definitiva, en tela de juicio algunas de las premisas que estableció Nunca Más y que nadie se había atrevido a plantear hasta entonces.

¿Cómo explica usted esa desnaturalización política de los desaparecidos que había prevalecido hasta ese momento ?

La militancia de los desaparecidos era en cierto modo una cuestión tabú en los años 80 y eso se traslada con claridad al informe Nunca Más. Yo lo explicaría principalmente porque en ese entonces imperaba el temor a que la asociación de algunos desaparecidos con la violencia política fuera utilizada como justificación de su destino. Esos miedos se han perdido y han aflorado esas historias militantes que yo diría que hoy circulan con más libertad en la escena pública argentina.

¿Cuáles son las tareas pendientes para romper el pacto de silencio que aún perdura? ¿Deben verse con preocupación las excarcelaciones de algunos represores emblemáticos como Etchecolatz o Bianco ?

La estrategia del Gobierno de Macri ha tenido que ver con entorpecer los juicios, en vista de que no puede eliminarlos porque no puede quebrar la legitimidad establecida sobre la continuidad de los procesos. Su forma de hacerlo es torpedeando la labor de las instancias que deben seguir esas causas y, al tiempo, dando protección en el discurso político a las iniciativas de desprocesamiento, con los cómputos dos por uno de los días de detención, las prisiones domiciliarias, etc… Afortunadamente, frente a esas iniciativas se ha alzado una voluntad pública significativa en nuestro país.

Además de objetivos tan urgentes como el rescate de los 400 nietos que aún falta por encontrar, ¿cuál es la labor que dibuja mirando al futuro próximo?

Por mencionar materias a las que se ha atendido menos yo señalaría que hace falta hacer un trabajo mayor entre sectores populares que, por sus condiciones de vida, fueron objeto de la represión política. Se trataría de extender la atención más allá de las causas de derechos humanos tal como las conocemos hasta ahora. Y, por supuesto, el trabajo que hay que asegurar globalmente es el dar continuidad a esta causa por la justicia social, la memoria histórica y los derechos humanos hablando con las nuevas generaciones que, evidentemente, tienen una mayor distancia temporal respecto a ese pasado reciente y pueden tener la tentación de vivir lo ocurrido en nuestro país como algo ajeno y no propio.

 

CVR, un producto cultural latinoamericano que ha tenido un devenir con claroscuros

Emilio Crenzel se mostró cauto a la hora de plantear si el modelo de la CONADEP es trasladable a otras latitudes. También evitó dar pautas respecto a los ingredientes e integrantes, aunque para quienes buscaron inspiración en su intervención remarcó los factores positivos de la experiencia argentina.

«Las condiciones son particulares a cada país pero el ejemplo de la CONADEP demuestra que es posible constituir una alianza entre el Estado y el movimiento social más significativo sobre esa materia dando por resultado un objeto cultural de gran valor como es el informe Nunca Más», afirmó.

«Más allá del valor probatorio que se dio en los juicios a los contenidos del informe, hay que subrayar otros avances, y para mí uno de los más destacados sería la inclusión de esta materia en el currículum educativo, o que en las escuelas militares se hayan implantado programas específicos para fomentar el aprendizaje de derechos humanos», explicó.

El investigador otorgó un valor simbólico importante a la creación de sitios de memoria en los centros clandestinos, «porque esos lugares fueron el núcleo central del sistema de desaparición forzada», remarcó, para completar la reseña con «un reconocimiento expreso al trabajo sostenido del movimiento de derechos humanos en Argentina que ha permitido dar pasos de gigante».

En el seminario se escucharon aportaciones de otros escenarios continentales en los que el balance es más mitigado. Así, mientras uno de los anfitriones del encuentro, el profesor de Derecho Político, Pierre Massias, explicitaba en la intervención de resumen de uno de los paneles que «la reparación es el nudo gordiano de la justicia transicional, porque es un tema difícil, con una paleta de casos compleja, y en la que a menudo se viven mal las asimilaciones», una asistente hacía patente que en el caso de Guatemala «para el Estado ha sido más fácil pagar que pedir perdón»

La profesora en EEUU, Jo-Marie Burt, autora del libro “Autoritarismo y Violencia en el Perú”, se centró en analizar esa CVR con claroscuros. Tras remarcar a las mujeres y los campesinos como víctimas principales de una violencia política que dejó 69.000 muertos y 15.000 desaparecidos, mostró su preocupación por el revisionismo que destilan decisiones recientes como el indulto al ex presidente Fujimori. M.U.B.