Josefina Lamberto, memoria viva de la represión franquista
Josefina Lamberto vive en la Clínica Misericordia de Iruñea, aunque no le gusta «porque aquí no tienen más que misa y rosario». Vive feliz colaborando en el comedor social París 365 pero no olvida a su hermana Maravillas, «me la desgarraron y se la comieron los perros. A mi padre no lo hemos encontrado todavía».
Nos espera en la puerta puntual, a las nueve de la mañana, con chándal blanco, abrigo y el pin morado del movimiento feminista. En la Misericordia desayunan a las 9.30 y se tiene que tomar las «pastillicas» pero, previsora ella, las ha pedido de víspera por si la entrevista se alarga.
Toda mi familia es de Larraga. Doy cuenta a Josefina de mi sangre raguesa y enseguida me pregunta, «¿pero tu abuelo era de los malos o de los buenos?». Le contesto que uno no fue a la guerra y que el otro era carlista. Entonces, sentencia, «eres de las malas». Así comienza nuestro encuentro.
Su hermana Maravillas ya tiene plaza en Iruñea, Josefina cree que es una plaza bonita pero que falta mucho por hacer. La entrevista coincide con que Fermin Balentzia va a estar en Info7 Irratia por su reciente nominación para el premio Príncipe de Viana, le proponemos entrar en directo. «Claro que se merece el premio, con todo lo que ha hecho», dice Josefina que también alaba la labor del alcalde Joseba Asiron, impulsor de la plaza Maravillas Lamberto en el barrio Lezkairu, «gracias a él está saliendo toda la porquería», sentencia.
Fue en Sartaguda, en el parque de la memoria, donde Fermin Balentzia cantó por primera vez la canción que cuenta la historia de Maravillas, Josefina se la sabe entera, de arriba abajo, y nos la canta, con la voz un poco ronca, «he estado acatarrada» dice. Cuenta que ha estado en varias escuelas contando su historia, que muchos jóvenes conocen la canción pero no la verdadera historia de la «florecica de Larraga».
¿Qué ocurrió aquel 15 de agosto? Antes de empezar alerta, «a ver qué contáis... ». Josefina recuerda cómo entró la Guardia Civil en su casa en busca de su padre, su hermana quiso acompañarle, «ella no sabía que le iban a hacer lo que le hicieron». Al día siguiente Josefina y su otra hermana fueron a la cárcel para llevar el desayuno a su padre, volvieron desoladas: «Los guardias nos dijeron, tu padre ya no lo necesita. Ya no está aquí». Sigue, «de Maravillas supimos igual». Su padre fue fusilado y todavía no han encontrado su cadáver. Su hermana de 14 años fue violada y luego quemada, «ya no queda nada de ella», lamenta Lamberto.
La «escritura» de la familia
La familia tuvo que dejar Larraga y moverse a Iruñea, su madre tuvo que pedir limosna y las hijas salieron adelante en el auxilio social. «Nos quitaron todo», recuerda. Se metió monja con la idea de «hacer el bien» y ayudar a los niños «para que no sufriesen lo que sufrí yo». «Pero nada de eso, yo ya llevaba la escritura de la familia», lamenta. Intentó dejar el convento pero las monjas en vez darle el permiso la enviaron a Pakistán. Allí estuvo durante 14 años, «fui una esclava. No salía para nada, caí malica con la malaria».
Su retorno lo provocó la muerte de su madre a la que no veía en años... y no la volvió a ver. La vuelta pasaba por un permiso previo de la Iglesia para dejar el país, estos se complicaron y para cuando Josefina volvió a Nafarroa «madre llevaba tres días bajo tierra».
Murió Franco y dieron permiso para buscar a los familiares desaparecidos, pero las monjas se lo prohibieron. «Algo harían», le dijeron estas al decir que quería buscar a su padre y a su hermana, «¿qué hizo mi hermana?» le preguntó a la religiosa, «ah, eso yo no lo sé», le respondieron, «pues yo sí y se lo diré», se dirigió a la monja, «ser demasiado hermosa fue su pecado». Josefina no cedió, «yo he de ir a buscar a mi padre allá donde esté», insistió, y así lo hizo, aunque al volver se encontró con la puerta cerrada y tuvo que dormir en la calle.
Josefina cumplirá 89 años el próximo 20 de marzo. Tiene una fuerza vital que sorprende a cualquiera. «Estoy feliz» dice tras recordar que lleva ya nueve años colaborando en el comedor social Paris 365 de Iruñea, «ayudando a los pobres», como dice ella.
La entrevista se ha alargado más de lo previsto y Josefina Lamberto se ha quedado sin desayuno; y en consecuencia, sin poder tomas las pastillas. Así que le invitamos a desayunar y dice que sí, pero que «algo ligero»; un café con leche, pan y txistorra.