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Biarritz Océan, el legado megalómano de Didier Borotra, hace aguas

El informe de la Cámara Regional de Cuentas ha caído como un jarro de agua fría. Desvela nuevas irregularidades y confirma que el proyecto Biarritz Océan, concebido en su ocaso político por Didier Borotra, se sustenta en «un modelo económico irreal».


Biarritz Océan –suma de Cité de l’Océan y Aquarium– fue el proyecto con el que el hombre que guió durante 25 años Biarritz, el centrista Didier Borotra, quiso hacer perenne su huella. Fiel a su trayectoria, en la que se vio obligado a explicarse más de una vez sobre la mezcla entre funciones públicas e intereses privados, Borotra puso en marcha allá por el año 2009 una sociedad mixta, de la que el Ayuntamiento era el primer socio, para explotar un proyecto, en su opinión «indispensable» de cara a atraer nuevos visitantes a una ciudad que en los meses de verano quintuplica su población en razón de su fuerte afluencia turística.

Ese modelo de gestión pública-privada ha demostrado su auténtico rostro en un sinfín de proyectos, en los que los partenaires se desvanecen dejando tras de sí un agujero económico del que se hacen cargo las instituciones y que, en consecuencia, impacta durante décadas en la ciudadanía.

Sin embargo, aquella entonces elogiada como «innovadora modalidad de gestión», llevó a Biarritz a arrojarse en brazos del grupo Vinci, que se ha apropiado desde entonces, entre otros servicios, de buena parte de la red de autopistas y algunos de los aeropuertos en el Estado francés.

La entente público-privada se sumó en el caso del borotrismo a una megalomanía considerable. Basta mirar las crónicas de la época, con metáforas grandilocuentes sobre la arquitectura de la Cité, que recrea una gran ola, símbolo de la vocación de Biarritz de ejercer como capital europea de los deporters del mar. Hoy, los actores del mundo del surf, tanto en el ambito deportivo como en su vertiente empresarial, no dudan en afirmar que han sido los grandes olvidados de Biarritz Océan. Podrían recordarse, igualmente, las ensoñaciones sobre la implantación de un polo de oceanografía, con que el anterior equipo municipal trató de acallar las dudas que pesaban sobre ese proyecto.

entradas gratuitas, publicidad...

La Cámara regional de Cuentas es taxativa en su informe, publicado el lunes, al afirmar que el modelo económico con que se justificó una infraestructura, que según sus impulsores debía acoger a 450.000 visitantes cada año y que en realidad recibe a unos 120.000, era del todo irreal.

Tras remarcar la «vaguedad» de los datos manejados por los gestores de Biarritz Océan, el tribunal estima en 224.000 euros anuales el costo que acarrea a la ciudad la política de entradas gratuitas o los descuentos con que entre 2011-2015 se maquilló la baja afluencia. Entre líneas el informe apunta a otras irregularidades, a tics de nepotismo y a una notable falta de transparencia.

En los últimos años, la prensa se ha hecho eco de un sinfín de decisiones incomprensibles. Por poner un ejemplo, no hay posibilidad de acceder en autobús al Aquarium, un polo de atracción de visitantes importante para la ciudad costera desde mucho antes de que se adosara al mismo la Cité.

Tampoco parece que las campañas erráticas de comunicación, que unas veces pivotan sobre la divulgación científica y otras sobre la idea de un parque de atracciones, hayan contribuido a aligerar el peso de esa herencia envenenada para el actual alcalde, Michel Veunac, que es Biarritz Océan.

Con una deuda global de 1,7 millones, la sociedad mixta gestora fue reflotada in extremis hace dos años, en base a un plan de salvamento cifrado en cerca de 6 millones, a sufragar en parte con el dinero de varias instituciones públicas extramunicipales.

La Cámara de Cuentas, no obstante, advierte ahora que persistir en la dinámica de gestión público-privada, que llevó a Borotra a los tribunales por varios contratos de la propia Cité otorgados a su hija, deja la puerta abierta al tráfico de influencias.