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JAUME ROURES
PRODUCTOR, DUEñO DE MEDIAPRO

«Me preocupa que el PNV se apoye en la retirada formal del 155 para pactar con el PP»

Militante trotskista de primera hora metido a empresario de éxito –aunque él niega dicha condición–, Jaume Roures (Barcelona, 1950) ha sido señalado por la Guardia Civil como uno de los cerebros del procés, algo que también desmiente. No es su primer encontronazo con el instituto armado, que en 1983 ya lo detuvo acusado de acoger en casa a un «polimili».

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Lluís Llach lo definió como un «ser peligroso» el martes en Iruñea, donde ambos participaron en el ciclo ‘‘Imágenes contra la impunidad’’, organizado por Sanfermines 78 Gogoan en el marco del 40 aniversario de la muerte de Germán Rodríguez. Ocasión idónea para entrevistar a Jaume Roures, poco amigo de las exhibiciones públicas.

La Guardia Civil lo ha señalado como uno de los cerebros del Procés. ¿Qué le parece?

Yo lo que esperaba de la Guardia Civil era que alguna vez se disculpara por operaciones anteriores con respecto a mi persona, todas sin resultado para ellos. En lugar de esto, me veo en un informe que ni siquiera es una exageración. Es demasiado burdo como para que alguien lo pueda haber pensado seriamente. Creo que, después de los grandes fracasos de operativos policiales como los del 20 de setiembre o el 1 de octubre, tratan resarcirse de aquel ridículo. Recordemos que Rajoy incluso dijo que no hubo referéndum. Para compensar hacen una lista de posibles sospechosos y se inventan acusaciones. Yo he entrado en esa categoría, pero es algo ridículo por anecdótico. Sin embargo, esa es la misma línea que ha seguido el juez Llarena, que ha emitido una interlocutoria basada en una gran mentira, que es que ha habido violencia, y sobre esta falsificación de la realidad se ha metido a gente en la cárcel.

Se ha complicado bastante la lectura del momento catalán actual. ¿Dónde estamos?

Después del 1 y el 3 de octubre, cuando se demostró la fuerza de la movilización, lo que se hubiese tenido que hacer el 26 es convocar elecciones para fortalecer todavía más el movimiento. Porque Catalunya necesita una correlación de fuerzas favorable al soberanismo, que entonces podía haber llegado a los 80 ó 90 diputados. En lugar de esto, se optó por una vía unilateral que yo creo que no tiene una base suficiente para tener éxito, por lo que ahora estamos en una situación confusa que provoca divisiones en el movimiento. Aunque esas divisiones seguramente se notarán menos mientras el Gobierno del PP y esa teórica Justicia española no paren de encarcelar y perseguir a gente...

¿Cree que se valora suficientemente lo que supuso el 1-O?

El 1 de octubre fue un gran éxito. La gente tomó masivamente el destino en sus manos, y esto no acostumbra a ocurrir. El 1 de octubre le dio a la gente la medida de su fuerza, creó eso que se podría llamar comunidad. Nos dio una fuerza y un dimensión que después hubiese tenido que ser bien canalizada y que no lo fue en su momento.

Con todo, las elecciones del 21D se ganaron...

Fue muy importante que ganasen los independentistas, y yo no lo soy, pero fue importante en un ambiente de represión, de aplicación de 155 y de grandes amenazas. Dicho esto, si la campaña se hubiese hecho con una perspectiva no tan independentista, más soberanista, en el sentido de la gente que cree que somos los catalanes los que tenemos que decidir nuestro futuro, seguramente hubiese tenido un resultado más amplio, porque no puedes aspirar a nada con el 47-48%. Es mucho, pero no te da pie a dar ningún salto hacia adelante.

En este camino, creo que necesitamos resolver apoyos importantes en el resto de las Españas, y eso pasa por confluencias y acuerdos con las fuerzas de izquierda. En primer lugar, con Podemos, aunque hayan tenido una actitud un poco tibia. Ya sé que en España es muy difícil de llevar que los catalanes tienen derecho a hacer un referéndum, pero quien aspire a cambiar el Gobierno español tiene que entender que el tema catalán tiene que ser más apoyado. Ahí encuentro a faltar un poco más de apoyo fuera de Catalunya. Y no quiero ser muy crítico, pero hemos encontrado a faltar un poco más de calor en el País Vasco.

¿Por parte de las instituciones?

No solo, en general. La gente tiene que entender que estamos en un proceso en el que la derecha española, que no es solo el PP, quiere recuperar el protagonismo y recortar libertades. Hoy esos recortes se nos aplican con más dureza en Catalunya, pero el pueblo vasco es el siguiente. Digamos que, de un lado, agradezco que el PNV no pacte ahora con el Partido Popular. Pero cuando se constituya un Govern y se derogue el 155, el control y la intimidación por parte del Gobierno de Madrid va a continuar. Entonces, me preocupa que el PNV se apoye en la retirada formal del 155 para volver a pactar con el PP.

¿Si ocurre?

Será una desgracia, no solo para los catalanes, sino también para el pueblo vasco, porque ese oportunismo táctico siempre tiene un precio que se paga tarde o temprano. El próximo pacto de Estado entre Ciudadanos y el PP va a atacar directamente al corazón del Concierto vasco, me parece evidente. Y que nadie dude de que el Tribunal Constitucional encontrará una soberana explicación a por qué hay que derogarlo.

¿Puede explicar un poco esto de que no es independentista?

Muy fácil. Nosotros defendíamos la autodeterminación de los pueblos del Estado español hace ya 50 años. También el PSOE o el PSC. Ese soberanismo, o derecho a decidir, como se le llama ahora, no hay que identificarlo con la independencia. El día que pueda votar tranquilamente sobre qué hay que hacer en el futuro, ya lo votaré en ese momento, pero ahora la lucha es porque se nos reconozca este derecho y lo hagamos efectivo. Lo que está en el orden del día es si los catalanes tenemos derecho a decidir nuestro futuro o si lo tienen que decidir otros.

 

«El periodismo no es un quinto poder, forma parte del primero»

Al margen del proceso catalán, usted tiene una vida que da para mucho. Como empresario en el campo de la comunicación, tuvo su experiencia en la prensa escrita con “Público”. ¿Es una espina clavada?

Creo que la prensa escrita tiene un recorrido de corto plazo, por la evolución de las nuevas tecnologías y porque las nuevas generaciones viven en la esfera de internet, aunque la prensa escrita continúa siendo un referente a la hora de marcar agendas. No soy profeta, pero creo que entre 5 y 10 años el papel dejará de existir. Pero “Público” no fue víctima de eso, fue víctima de la crisis de 2007 y de que ni al PSOE ni a nadie le gustaba tener un periódico a su izquierda. En el momento de la crisis otros consiguieron publicidad institucional y créditos importantísimos, pero a nosotros nadie nos hizo caso y nos quedamos sin dinero. Eso sí, “Público” ha continuado existiendo como diario digital, tiene 11 millones de usuarios únicos y ha destapado importantes exclusivas. Por tanto, digamos que lo que perdimos allá, bien perdido está.

Pero la crisis no es solo de la prensa, es una crisis del periodismo. La transición implicó un maridaje entre los políticos y los periodistas que ahora se paga. El periodismo no es en España el quinto poder, sino que forma parte del primero, y esto es un problema social importante. Y la izquierda sigue teniendo otro gran problema, que es que no tiene medios propios, y se está viendo en Catalunya.

Una última pregunta sobre el fútbol, de lo que también sabe usted un rato [Mediapro gestiona los derechos audiovisuales de la Liga y la Champions]. Tenemos un pueblo en Bizkaia, Ondarroa, en el que entre dos personas, Iñigo Martínez y Kepa Arrizabalaga, cobran al año el equivalente al presupuesto de todo el municipio. ¿No le parece que esto del fútbol moderno se nos ha ido de las manos?

A Ondarroa iba yo por fiestas a vender marmitako (ríe). Esa lógica del mercado del fútbol es absolutamente inmoral, no hay nadie en el mundo que cueste 40 millones de euros, y menos en una situación social como la que se vie en España, pero el mundo del fútbol vive en un apartado especial donde se permiten muchas cosas que en la sociedad no se permitirían. La Ley Bosman abrió el mercado y, de normal, cuando la oferta crece, los precios bajan, porque hay más jugadores fichables. Pero resulta que aquí ha ocurrido exactamente lo contrario. Una parte de esa inflación tiene que ver con la corrupción, porque cuanto más cuesta un jugador, más dinero hay para repartir, como se ha visto con la FIFA y todos los escándalos que han saltado. Supongo que alguien tendrá que intervenir en algún momento para que se corrija, porque no tiene ningún sentido.B.Z.