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Donibane Lohizune ensaya la vía digital hacia la solidaridad intergeneracional

Bizi Vivre Ensemble nace de la alianza entre médicos e ingenieros informáticos. Su función, combatir el aislamiento de los mayores. En base a un sistema de voz, que desafía la brecha digital, el sistema se propone restaurar el sano hábito de la ayuda vecinal.


Una ciudad vasca, Donibane Lohizune, ha sido elegida como campo de experimentación de una plataforma digital, Bizi Vivre Ensemble, que parte de la idea de dos médicos bordeleses, preocupados por buscar nuevas respuestas al desafío social que implica el aumento de la esperanza de vida. Esa curva de longevidad no les llevó a hacer una reflexión necesariamente negativa, ni a buscar pistas limitadas al espacio asistencial. Más bien, su punto de partida fue otro.

De una parte se trataba de poner en valor el hecho de que cada vez se vive más y mejor y, en consecuencia, se puede aportar experiencia y pericia en dominios diferentes durante más tiempo, y de otra, de aportar herramientas nuevas, porque el mayor peso de la población de edad avanzada exige actuar para retrasar, y cuando ésta llega, afrontar mejor la pérdida de autonomía.

Hecho el pre diagnóstico, los médicos entraron en contacto con investigadores en ingeniería cognitiva, y de la mano de expertos informáticos dieron forma a «la idea de crear una red de ayuda mutua accesible a todos, y que permita mejorar la vida cotidiana de las personas más frágiles de la sociedad».

El doctor Stéphane Lafitte, uno de los impulsores del proyecto, resumió, en una primera presentación, desarrollada en el Ayuntamiento de Donibane Lohizune, el camino recorrido hasta ahora por ese proyecto.

Principio de reciprocidad

Con el respaldo de diversas estructuras territoriales, entre ellas el Departamento de Pirineos Atlánticos y el Consejo Regional de Nueva Aquitania, el proyecto cuenta con el aval de partida del Ministerio francés de Salud y Solidaridad, a la espera de que se completen, este mismo año, etapas claves como el prototipaje tecnológico y la solución de voz en que se sustenta la plataforma.

Esa es precisamente una de sus especificidades: las personas que disponen de dispositivos tipo smartphone o tableta podrán servirse de ellos en sus relaciones con otros usuarios de la plataforma, pero las personas que no dispongan de los mismos recibirán un dispositivo para poder transmitir de forma hablada sus peticiones, lo que levanta las barreras ligadas a la brecha digital o a distintos tipo de hándicap, ya que, entre otras cuestiones, los expertos que trabajan en esa configuración oral han tenido en cuenta incluso dificultades en el habla para garantizar una comprensión universal.

Los promotores de la plataforma ligan la iniciativa a la batalla contra la «deshumanización» lanzada por las autoridades francesas a raíz de la muerte de 70.000 personas en Europa, de ellas 20.000 en el Estado francés, durante la canícula de 2003.

Las cifras hablan por sí solas de la dimensión del reto. Se estima que cinco millones de personas viven en situación de aislamiento en el Hexágono. Si en 2010 la soledad afectaba al 16% de las personas de edad avanzada, en 2014 ese porcentaje se elevaba ya al 24% y sigue aumentando. Ante esa situación, gobiernos como el británico han creado ya un ministerio para abordar las problemáticas ligadas al aislamiento social.

«Hablamos de una nueva forma de pobreza, que se traduce en degradaciones de la calidad de vida, de la salud», explicó Laffitte, para aportar otro dato que llama a la reflexión: el 50% de los contratos del servicio de pago implantado por la Poste (Correos) para que un cartero acuda de forma regular a una casa no los suscriben los familiares sino las propias personas que viven en soledad.

Los impulsores de la plataforma estiman que es imperativo revisar el modelo de intervención social «no sólo por una cuestión de costes, sino porque con el modelo actual se están desperdiciando recursos muy valiosos». Y uno de los anclajes para dar sostenibilidad –y elevar la calidad– de ese sistema sería «restaurar el sentimiento de utilidad social». De ahí que se trate de romper desde el primer momento con la idea de que «los mayores solicitan servicios y los jóvenes los proporcionan». Todos los usuarios aparecen como «personas con capacidades y que están dispuestas a intercambiar ayuda en función de su situación y posibilidades».

En definitiva se trataría de «apoyarse en la tecnología para buscar la recomposición del tejido social, y ensayar, al tiempo, un modelo de solidaridad universal, que no exige tener competencias precisas, tan solo querer dar y recibir de forma altruista pequeños servicios y establecer nexos con personas que viven en nuestro entorno cercano».

 

una red de 1.500 personas para explorar la validez del sistema

La experimentación de Bizi Vivre Ensemble arrancará en Donibane Lohizune en junio de 2019. Para entonces, deberá estar conformada una red de alrededor de 1.500 personas a las que se dotará bien de la aplicación, si son ya usuarias de tecnología digital, bien del sistema vocal. A partir del 20 de mayo y hasta setiembre los y las lohizundarras podrán responder a un cuestionario que recogerá sus demandas cara a afinar el propio dispositivo. El Ayuntamiento dará cobertura a la experimentación de un sistema que, para ser validado, en 2022, deberá dotarse de un modelo de financiación y de protección de datos que garanticen que es sostenible y seguro. M.U.