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‘Resultados y resultadismo’ tras el empate en Ipurua del Athletic de Berizzo

El proyecto de Eduardo Berizzo necesita su tiempo y como se suele decir, tiempo al tiempo. Eso sí, entretanto, que nos haga un poco felices.

Berizzo en Ipurua. (Jon URBE / FOKU)

El entrenador metido a filósofo, o viceversa, Jorge Valdano decía que «el juego sirve para ser un poco felices, para huir de lo serio, para amigarnos con el otro. Ese fondo fascista del resultadismo es propio de gente que divide el mundo en dominantes y dominados, en ricos y pobres, en blancos y negros, en ganadores y perdedores». El Athletic pudo, perfectamente, haber perdido ayer y el proyecto de Eduardo Berizzo seguiría intacto, lo mismo que si Mikel San José hubiera afinado más en ese golpeo desde la frontal cuando el encuentro agonizaba y le hubiese dado a los suyos una victoria injusta. El Athletic llegaba urgido y en puestos de dencenso a Ipurua, campo amigo en resultados aunque plagado de minas durante esos 90 minutos de batalla. Y si realmente, cosa dudosamente entendible, el argentino planteó este duelo físico para jugar a ras de yerba, no le pudo ir mejor a los leones. Difícil comprender la propuesta rojiblanca con Muniain y Unai López, casi inéditos, en la medular, difícil entender que el equipo perdiera la mayoría de duelos individuales, difícil entender que el equipo viniera aquí a llevarse los tres puntos. Pero salió vivo, se llevó un punto marcándole al Eibar con su propia medicina, saque del portero, peinada y gol del ‘forastero’ del gol Iñaki Williams, y el punto de alivio lo debería hacer bueno en Vallecas. Eso sí, ante el Rayo la imagen debe ser otra. Ipurua es Ipurua y aquí nada sale gratis. Hasta la calamitosa imagen dada ayer puede ser perdonable, pero siempre y cuando sea un borrón en una propuesta futbolística creíble pero todavía no reconocible. La rueda de prensa postpartido, o mejor, las preguntas de la prensa, fueron una crítica en sí mismas hacia el juego del Athletic. El plan era otro, pero hubo que bajar al barro y se bajó, vino a resumir el argentino. Contentos a medias, como la afición. Hacen falta resultados, es verdad, pero tampoco pequemos de resultadistas. El proyecto de Eduardo Berizzo necesita su tiempo y como se suele decir, tiempo al tiempo. Eso sí, entretanto, que nos haga un poco felices.