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Sin hacernos trampas al solitario


La víspera de ayer, Daniel Bernabé presentaba en la librería Katakrak de Iruñea el libro “La trampa de la diversidad”. No quiero hacer una crítica de esa obra, tiempo habrá. Basta decir que en mi opinión recoge algunas de las preocupaciones ideológico-antropológicas de las nuevas generaciones de hombres del Partido Comunista Español. Por ahora me remito a Federico Krutwig para señalar que, por mucho que vuelvan una y otra vez a nuestras playas, no son mis preocupaciones. En general, diría que no son las preocupaciones de los hombres y mujeres de izquierdas de Euskal Herria, que responde a intereses ajenos a nuestras tradiciones emancipadoras.

Pero me resultó paradójico que, a menos de un kilómetro y a las pocas hora de ese evento, ayer nos encontrásemos un centenar de personas de la sociedad civil vasca discutiendo sobre la diversidad y la cohesión en nuestro país. Personas con orígenes e intereses diferentes, que asumen como referencia los territorios y la cultura vasca para reflexionar sobre su vertebración en términos sociales y políticos. Personas que piensan y sienten cosas distintas, reunidas con plena voluntad de aportar, escuchar y entenderse, que no por ello estar de acuerdo.

El Congreso de Eusko Ikaskuntza ofrece un marco excepcional para la reflexión estratégica como país. Están haciendo un trabajo brillante en medio de este océano de mediocridad. Nos puede servir para perfilar nuestros retos de futuro, para revisar nuestros consensos y disensos, para reformular los conflictos y poder así gestionarlos mejor.

Ayer quedó claro que en la sociedad vasca la pluralidad es un hecho que no va a desaparecer. Es mejor no hacerse trampas al solitario. Pienso además que es un valor que aporta riqueza, aunque implique justicias e injusticias que hay que resolver. Si acertamos a entenderla, aprender de ella y a gestionarla democráticamente, puede ser un factor decantador en clave de emancipación.