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Un crimen de odio desvela el peligro de la extrema derecha en Georgia

Un joven georgiano de 25 años fue apuñalado porque hablaba en ruso con extranjeros y era de origen judío. Su madre y su hermana viven ahora abrazadas a sus fotos y luchan para que se haga justicia. Estos son los hechos. Les ha seguido la lentitud y la falta de respuesta por parte de las autoridades georgianas.


E n la madrugada del 30 de setiembre, en un céntrico barrio de Tiflis, el activista por los derechos humanos Vitali Safarov fallecía antes de la llegada de los médicos tras haber sido apuñalado por otros tres jóvenes georgianos. La discusión había empezado dentro del bar y siguió en la calle, lejos de cualquier cámara. «No es la primera vez que se denuncia la implicación de estas personas en otras agresiones violentas, pero las autoridades no prestan atención», denuncia en una entrevista a GARA Marina Alanakyan, la madre del joven muerto. Uno de los integrantes del grupo que cometió el crimen era menor de edad. Vitali Safarov era un joven georgiano que trabajaba para erradicar las ideas xenófobas entre la juventud. Tanto la familia como los responsables del Centro para la Participación y Desarrollo (CPD), donde Vitali trabajaba, acusan a los autores de la muerte de un delito de crimen de odio y reprochan a los investigadores del caso que quieran ocultar que el motivo del apuñalamiento fuera precisamente el odio: «¿Cómo se puede probar que no fue odio? ¿Cómo pudo no haber ningún tipo de odio para que lo matasen? Han cometido un crimen, eso para mí ya es odio. Nadie mata por amor. Mataron a mi hijo por odio», resalta su madre. Mientras, en los tribunales, a uno de los autores lo dejaron en libertad por ser menor de edad, otro ha sido acusado únicamente de ocultar información y solo una persona aparece como inculpada por el crimen. «Pero tienen todas las evidencias de que fue un crimen de odio y en grupo», explica Agit Mirzoev, coordinador del Centro por los Derechos Humanos.

Las autoridades tampoco calificaron el crimen como «asesinato en grupo», a pesar de la existencia de las pruebas. Pero pocos días después, la familia encontró en las redes sociales los perfiles de los autores del crimen rodeados de símbolos nazis, elogios a Hitler o Franco y mensajes antisemitas o amenazas a los extranjeros. «Todo esto se muestra públicamente en Facebook, en sus páginas y grupos. Son adolescentes que no encuentran su lugar en el mundo y lo descubren allí. Se ven atraídos por estos grupos y pierden la razón, ahí se sienten fuertes», cuenta la madre de Vitali durante la entrevista.

Desfiles nazis e inmovilismo

La violencia de los grupos de extrema derecha que amenazan directamente a extranjeros, a miembros del colectivo LGTBQI o que increpan a la gente por el idioma en el que hablan ha aumentado en los últimos dos años en Georgia sin que las autoridades muestren algún signo de preocupación. «No hay leyes en Georgia sobre esto, los mensajes fascistas en las redes sociales tampoco tienen castigo. Se habla mucho, pero reina el miedo y no se actúa. Acudir a la Policía no sirve de nada, el inmovilismo se está convirtiendo en tendencia», advierte la madre de Vitali.

Un informe de Transparency International sobre la presencia de la extrema derecha en Georgia alerta de la existencia de los grupos neonazis que han organizado varios ataques contra miembros del colectivo LGTBQI, así como contra la Fundación Soros de Georgia o contra extranjeros que se encuentren en la calle. Este mismo año declararon que iban a formar patrullas ciudadanas para perseguir a los extranjeros, difundiendo mensajes xenófobos y homófobos. En Georgia, un país que ha perdido en sus últimas dos décadas casi un 20% de la población debido a la emigración de sus ciudadanos, es muy probable que los mismos jóvenes que entran en estos grupos tengan familiares con estatuto de inmigrante en otros países.

Uno de los líderes de estos grupos, Giorgi Chelidze, ha ingresado en prisión por llevar armas, no por sus mensajes fascistas. Su grupo ha difundido videos titulados los «sábados fascistas» en los que aparecían entrenamientos de tiro con armas de fuego. Las organizaciones de derechos humanos reclaman cambios legislativos urgentes que penalicen la difusión de los mensajes de odio y la existencia de estos grupos. «No hay una ley que persiga la difusión de estos mensajes de odio. No podemos decir que nuestro Gobierno no tenga idea de la existencia de estos grupos en Georgia. Si revisamos sus páginas de internet, existen muchos mensajes de odio», aclara Agit Mirzoev. En entrevistas con la televisión georgiana, la camarera del bar cerca del cual fue apuñalado Vitali cuenta que varias veces los grupos de jóvenes neonazis han entrado para amenazar e insultar a los extranjeros. La Policía, aunque lo sabía, no había tomado medidas.

Alanakyan confía en llegar a la Corte Europea de Derechos Humanos si no recibe justicia en Georgia. «Vitali era un joven que amaba mucho a su país. Nunca había recibido amenazas previas, no podría haberse imaginado algo así. No podemos permanecer impasibles, esta vez ha sido Vitali, pero mañana podría ser otro», resalta.

 

georgian, faxismoaren gorakada agerian

Talde nazi batek Vitali Safarov giza eskubideen aldeko ekintzaile gaztea erail zuen joan den irailean Tbilissin. Haren amak eta arrebak oroimenari eutsi eta justizia eskatzen dute. «Nire semea gorrotoagatik hil zuten», nabarmentzen du amak, ikertzaileek gorroto hori ezkutatzeko asmoa dutela gaitzetsiz. Agintariek ez zuten taldean egindako krimena zela ere onartu, egileek ikur naziak eta mezu xenofoboak zabaldu arren. Indarkeria faxista gora doa Georgian, agintarien geldotasunaren aurrean.