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El lobby israelí de EEUU ataca a Angela Davis en su ciudad natal

Tras solicitudes «anónimas», el Instituto de Derechos Civiles de Birmingham ha decidido, sin precisar los motivos, desposeer del Premio Shuttlesworth a Angela Davis, en lo que es el último capítulo de la campaña para censurar y castigar a los críticos con Israel.


Hace casi 75 años, Angela Davis nacía en Dynamite Hill, un barrio de Birmingham (Alabama) así llamado por ser un objetivo repetido de las bombas que los miembros del Ku Klux Klan colocaban en las casas de los afroamericanos que pretendían mudarse a los barrios de los blancos durante la época de los levantamientos por los derechos civiles. De hecho, fue tan dura la campaña de bombas de los supremacistas blancos que la ciudad que vio nacer a la activista y revolucionaria cuya influencia abarcó a distintas generaciones llegó a apodarse «Bombingham». Eran tiempos de resistencia en Alabama, en uno de los bastiones de los racistas de capirote y antorchas, donde prendió la mecha de la lucha por los derechos civiles.

La activista, académica y escritora iba a recibir a mediados de febrero el premio de Derechos Humanos Fred L. Shuttlesworth, en honor al reverendo baptista y líder del levantamiento de los afroamericanos de Alabama, íntimo amigo de Martin Luther King y, junto a este y Ralph D. Abernathy, considerado como uno los «tres grandes» de la lucha por los derechos civiles. El Instituto de Derechos Civiles de Birmingham, en palabras de su presidenta Andrea Taylor, había decidido entregar ese galardón a la icónica hija de la ciudad, a la que incluyó entre «los campeones de derechos humanos más reconocidos a nivel mundial», por su capacidad de «dar voz» a aquellos colectivos que no tienen capacidad de hacerse oír. Además, declaró que Shuttlesworth estaría «muy orgulloso» de ver el premio que lleva su nombre otorgado a ella.

Davis estaba particularmente deseosa de volver a casa. Conoció personalmente al reverendo Shuttlesworth, fue a la escuela con su hija Patricia y su madre, Sallye B. Davis, trabajó sin descanso en el Instituto de Derechos Civiles de Birmingham desde su creación. Pero no va a poder ser. Al menos no a la ceremonia oficial de entrega. En un comunicado en el que no se precisan los motivos, ni qué criterios incumple Davis, ni tampoco identifica el origen de las solicitudes que han forzado a reconsiderar su candidatura al premio, el BCRI ha informado que «tras un examen más detenido de las declaraciones de Davis y el registro público, llegamos a la conclusión de que, lamentablemente, no cumple con todos los criterios en los que se basa el premio».

Campaña contra los críticos a Israel

Las reacciones no se han hecho esperar y las muestras de indignación se multiplicaron por las redes. El alcalde de Birmingham, Randall Woodin, apuntó que la decisión del BRCI se produjo tras «las protestas de la comunidad judía local y algunos de sus aliados (en alusión a los cristianos sionistas)». La propia Davis declaró sentirse asombrada ante la decisión, por no haber tenido respuesta a su petición al Instituto para que revelara las razones reales. Afirmó que su apoyo en favor de la causa de la justicia para Palestina y, en particular, al Movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones –campaña global de presión económica y política sobre Israel contra su ocupación de Palestina– está en el fondo del asunto.

Por otra parte, la decisión de rescindirle el premio parece el último capítulo de una bien documentada campaña en EEUU que busca censurar y castigar a los críticos con Israel. Davis se une así a la gran lista de académicos y activistas que han sido censurados, despedidos, desprovistos de financiación, difamados, hostigados y atacados con litigios frívolos mediante el esfuerzo concertado del gobierno israelí y su lobby en EEUU para así silenciar el debate. Antes que Davis, fue el turno del colaborador de la CNN, Marc Lammont, que fue despedido por hablar en una conferencia de la ONU en favor de Palestina, sobre un único estado secular desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Exmiembro de las Panteras Negras y del Partido Comunista de EEUU, Davis ha sido una devota de la solidaridad internacional y, específicamente, del esfuerzo de unir las luchas de otras partes del mundo con las campañas de base en su país contra la brutalidad policial, el complejo industrial carcelero y el racismo, al que se ha enfrentado con la misma pasión que contra el antisemitismo. En su nota pública, en la que consideró la decisión más que contra ella «un ataque contra el espíritu de la indivisibilidad de la justicia», dejó claro que «apoyo a los presos políticos palestinos como apoyo a los presos políticos vascos, catalanes, de India o de otras partes del mundo. Siempre he expresado mi oposición a las políticas y a las prácticas del Estado de Israel, al apoyo de EEUU de la ocupación israelí de Palestina».

Otros destinatarios del Premio Shuttlesworth como los actores Danny Glover y Harry Belafonte han sido también críticos con Israel, pero nunca les hicieron lo que han hecho con Davis, negarle su herencia, el reconocimiento de su ciudad natal, donde ya se anuncian movilizaciones de protesta. No obstante, a pesar de la decisión, Davis ya ha adelantado que estará en Birmingham en febrero en un evento alternativo organizado por aquellos que creen que «el movimiento de derechos civiles en este momento debe incluir un debate serio de todas las injusticias que nos rodean». Esta controversia es la última en la historia de Angela Davis, genio y figura extraordinaria.