«Seguiremos hasta que todos los responsables sean juzgados»
Cuarenta y siete años después un soldado es acusado de asesinato, pero las familias de las víctimas del Domingo Sangriento seguirán luchando hasta conseguir justicia para todas.
El vídeo del sacerdote Edward Daly agitando un pañuelo blanco ensangrentado cuando intentaba ayudar a transportar a una víctima de los disparos del Ejército británico el 30 de enero de 1972 es una de las imágenes más simbólicas del Domingo Sangriento, en el que los militares masacraron a 13 civiles en las calles de la ciudad de Derry.
Cuarenta y siete años después, el estado británico sigue justificando la actuación de los soldados que abrieron fuego sin aviso sobre cientos de civiles desarmados. Cuarenta y siete años de lucha de las familias de las víctimas de uno de los muchos incidentes de violencia de Estado en el norte de Irlanda que han desembocado en tan solo una acusación de asesinato contra uno de los soldados que participaron en la matanza.
Una acusación que ya ha abierto el cajón de la realidad del establishment político británico donde los nacionalistas en el norte de Irlanda son ciudadanos de segunda clase como evidencian las declaraciones de Karen Bradley, secretaria de Estado para el norte de Irlanda, que declaró en el Parlamento de Londres que la actuación de los soldados en las muertes de civiles fueron «dignas y apropiadas». Esta afirmación se produjo en respuesta a una pregunta pre-acordada de una diputada del DUP en el Parlamento a la representante del Gobierno británico.
Una declaración que evidencia tanto la actitud del partido conservador en relación con la población nacionalista, como la influencia del DUP en la política del Gobierno de Theresa May para con el norte de Irlanda.
El Gobierno apoya al acusado
Aún así, la Fiscalía Pública del norte de Irlanda decidió llevar a juicio a uno de los soldados del regimiento paracaidista británico que el 30 de enero de 1972 participó en un ataque contra la población civil de Derry que se saldó con la muerte de 14 civiles en lo que se dio en llamar el Domingo Sangriento.
Como respuesta, el secretario de Defensa británico, Gavin Williamson, dijo que el Gobierno pagará la factura de la defensa del ex soldado: «Estamos en deuda con los soldados que sirvieron con coraje y distinción para llevar la paz a Irlanda del Norte. El bienestar de nuestro personal de servicio anterior es de suma importancia y ofreceremos apoyo legal y pastoral completo a la persona afectada por la decisión de hoy. Esto incluye financiar todos sus costos legales y proporcionar asistencia social».
«Evidencia insuficiente»
El director de la Fiscalía norirlandesa, Stephen Herron, aseguró que «se considera que existe suficiente evidencia para procesar a uno de los soldados, denominado Soldado F, por la muerte de James Wray y William McKinney, y por el intento de asesinato de Joseph Friel, Michael Quinn, Joe Mahon y Patrick O’Donnell».
Herron defendió su decisión de no iniciar acciones similares contra los otros 18 sospechosos, que incluyen a 16 soldados y dos miembros del IRA Oficial, porque considera que «la evidencia existente es insuficiente para asegurar una posibilidad razonable de que sean condenados». La identidad de todos los sospechosos y del ahora acusado fue protegida durante los doce años del tribunal de investigación presidido por Lord Saville, que concluyó que las catorce muertes fueron injustificadas ya que los soldados no pudieron sentirse amenazados por las víctimas que no estaban armadas, y que los miembros del Ejército fueron los primeros en abrir fuego sin ningún tipo de aviso o advertencia a los manifestantes.
Además de las trece personas que murieron durante el día, otras quince resultaron heridas de bala. Una de ellas murió meses después a causa de un tumor inoperable, y los vecinos de Derry la consideran la víctima decimocuarta.
«Hay una terrible decepción por el resultado», afirmó John Kelly, hermano Michael Kelly, una de las víctimas. «Hemos realizado un largo viaje desde que nuestros hermanos fueron brutalmente asesinados en nuestras calles (...) El costo total del Domingo Sangriento no se puede medir solo en los que murieron ese día», afirmó Kelly.