Arrestan a Josu Urrutikoetxea a las puertas de un hospital de Saboya
Josu Urrutikoetxea fue detenido en la mañana de ayer en los accesos al hospital de la localidad de Sallanches, en la Alta Saboya francesa. La Fiscalía de París confirmó que la detención responde a su condena en rebeldía por un tribunal francés en 2017. El arresto provocó reacciones, de distinto signo, en Madrid y en Euskal Herria.
El Ministerio de Interior español se encargó de hacer pública la detención del histórico militante de ETA Josu Urrutikoetxea, que se produjo hacia las 7.30 de la mañana, en la localidad de Sallanches (Alta Saboya).
Sin esperar a conocer más detalles, el presidente español en funciones, Pedro Sánchez, expresaba su satisfacción, vía redes sociales, porque «la cooperación franco-española vuelve a demostrar su eficacia», marcando así el mensaje que después repetirían, de un modo u otro, diversos representantes políticos e institucionales españoles.
A media mañana, la emisora France Bleu-Pays Basque emitía unas declaraciones en las que el alcalde de Sallenches, Georges Morand, concretaba que el arresto del exdirigente de ETA, llevado a cabo por agentes de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) francesa con el apoyo de la Guardia Civil, tuvo lugar en el aparcamiento del hospital al que se dirigía en esos momentos el vecino de Ugao.
Fuentes policiales españolas afirmaron con posterioridad que la detención del veterano militante independentista «se vio facilitada por sus constantes visitas al hospital».
A primera hora de la tarde, la Fiscalía francesa confirmaba al semanario “Mediabask” que, tras su arresto, Josu Urrutikoetxea, de 68 años, fue llevado a instalaciones de la Gendarmería. Allí, Urrutikoetxea habría solicitado ser visto por un médico, por lo que fue conducido al hospital. Fuentes del centro sanitario confirmaban, pasadas las 15.00, que el detenido había recibido el alta.
Anoche, la Fiscalía parisina situaba a Urrutikoetxea en la prisión de Bonneville e informaba de que hoy será llevado ante el juez, en París. Al tiempo, esta instancia recordaba que, al haber sido condenado en rebeldía, el ciudadano vasco podrá mostrar su oposición a la condena de ocho años que le fuera impuesta, y solicitar un nuevo juicio, lo que, de producirse finalmente, descartaría la entrega inmediata al Estado español.
Larga persecución
El arresto de Urrutikoetxea pone fin a un largo periodo de clandestinidad que comenzó tras su huida al Estado francés en 2003. En este tiempo no han faltado los intentos de proceder a su captura. Así, entre 2011 y 2013, la Policía gala protagonizó varios operativos fallidos. Uno de ellos se produjo en la misma región alpina, fronteriza con Suiza e Italia, en la que ayer fue detenido. Ese operativo se desarrolló en el verano de 2011, y Urrutikoetxea se zafó del cerco policial y huyó por el monte.
Esa operación resulta especialmente significativa, si se tiene en cuenta que por esas fechas se preparaba ya la «hoja de ruta» de Aiete que llevaría al anuncio por ETA del final de la lucha armada, el 20 de octubre del mismo año.
La alusión a ese episodio cobra más sentido si se tiene en cuenta que el arresto de ayer tiene lugar solo unos días después del primer aniversario de la desaparición definitiva de ETA tras 60 años de andadura.
Josu Urrutikoetxea fue, de hecho, uno de los encargados, junto a la presa Marixol Iparragirre, de poner voz a la declaración final, el 3 de mayo de 2018.
Ese mensaje de voz fue grabado también en vídeo y mostrado a los mediadores internacionales a modo de aval definitivo de la desaparición de ETA.
Una vida militante
Nacido en Ugao-Miraballes el 24 de diciembre de 1950, Urrutikoetxea entró en ETA cuando rondaba la veintena y ya en 1971 se refugió en Ipar Euskal Herria. En esa época fue acusado de diversas acciones, entre la que destaca el robo de material explosivo que fue utilizado en el atentado que costó la vida al almirante Carrero Blanco, jefe de gobierno y apuntado como sucesor del dictador Francisco Franco.
Amigo personal de una de las figuras más emblemáticas de ETA, José Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, Josu Urrutikoetxea se posicionó a favor de los postulados de la V Asamblea y tomó partido por ETA-m, al igual que Txomin Iturbe, el propio Argala o Manuel Pagoaga Gallastegi, Peixoto.
Desde los años 80, Urrutikoetxea fue señalado como miembro de la dirección de la organización armada ya desaparecida.
Este militante vizcaino fue detenido por primera vez el 11 de enero de 1989, en Baiona, exactamente tres días después de que ETA declarara una tregua en el contexto de las conversaciones de Argel, que se iban a iniciar justo entonces con el Gobierno español, presidido por Felipe González.
Para la segunda fase de esas conversaciones, que finalmente no se produjo al romperse la mesa de diálogo, estaba previsto que Urrutikoetxea saliera de prisión y se incorporara a la delegación de ETA.
El vecino de Ugao fue condenado, en 1990, a diez años de prisión en el Estado francés y tras cumplir seis fue extraditado al Estado español el 4 de mayo de 1996, el mismo día en que tomó posesión como ministro de Interior Jaime Mayor-Oreja, ya con el conservador José María Aznar en la Moncloa.
Excarcelación y acoso
Tras ser encarcelado en el Estado español, el Tribunal Supremo español decretó finalmente su puesta en libertad al considerar que ya había sido juzgado en Francia por las causas que se le imputaban. Fue excarcelado desde la prisión de Langraiz, en enero de 2000, y se incorporó de inmediato a la vida política, y más en concreto a las funciones de parlamentario en la Cámara de Gasteiz, responsabilidad para la que fue elegido, en la lista de Euskal Herritarrok, en las elecciones autonómicas celebradas en mayo de 1998, un cargo que posteriormente renovó, ya bajo las siglas de Batasuna.
En un contexto fuertemente marcado por la promulgación de la Ley de Partidos, y ante la inminencia de un nuevo procesamiento, Urrutikoetxea optó por huir. Tras una aparición en Ginebra, donde participó en un encuentro con corresponsales acreditados ante la ONU, pasó a la clandestinidad, en 2003.
No obstante, volvió aparecer en las negociaciones desarrolladas entre el Gobierno español y ETA entre 2005-2007. Referente de ETA para distintos enviados gubernamentales, fue el primer interlocutor de Jesús Eguiguren, quien ayer rememoraba en declaraciones al grupo EiTB sus vivencias al lado de Urrutikoetxea, con quien, según dijo, hizo un viaje en avión privado con destino a Oslo. Aunque ETA ha mantenido siempre la discreción en torno al país anfitrión del diálogo y solo confirmó el papel de interlocutores de David Pla e Iratxe Sorzabal tras su detención en 2015 en Baigorri, diversas fuentes han confirmado que Urrutikoetxea fue también miembro de la delegación de ETA instalada en Noruega en octubre de 2011, y que permaneció hasta febrero de 2013, a la espera de iniciar conversaciones oficiales con el Gobierno español, según lo acordado a través de facilitadores internacionales.
Ese compromiso, que se fraguó antes de la Conferencia de Aiete, tampoco abocó, pese a mediar el fin definitivo de la lucha armada por parte de ETA, a un proceso de diálogo bilateral.
Primero en 2010 y luego en 2017, Urrutikoetxea fue juzgado y condenado «en rebeldía» a siete y ocho años de prisión, respectivamente. En ese último juicio se le acusó de ser «responsable del aparato internacional de ETA» entre 2011 y 2013, precisamente en el tiempo de interlocución en Oslo. En ese periodo Urrutikoetxea permaneció en la capital noruega bajo la protección del Gobierno del país nórdico, con el acuerdo del Gobierno español y el pleno conocimiento del francés, con quien, ETA compartió también sus planteamientos con respecto al desarme, según corroboró en entrevista con GARA, uno de los miembros de la delegación de ETA, el expreso David Pla.
Ayer, la colaboración franco-española volvió a traducirse en el arresto de una persona a la que todos otorgan un papel clave en términos de resolución.
Esa misma entente ya dificultó el proceso del final de ETA, que, pese a todo, pudo materializar su desarme gracias al concurso de la sociedad civil y electos de Iparralde, en abril de 2017. Un año después, procedió a su disolución, de la que los observadores internacionales recibieron una certificación esencial, ya que a la declaración se añadió el aval de la voz y la imagen de Josu Urrutikoetxea.
Primeras movilizaciones en Euskal Herria como muestra de rechazo al «sabotaje a la paz»
La detención de Josu Urrutikoetxea provocó numerosas reacciones en Euskal Herria, donde, anoche se celebraron los primeros actos de protesta por su detención.
Euskal Herria Bai convocó concentraciones en Maule, Donibane Garazi y Baiona. A las puertas de la Subprefectura de la capital labortana, su portavoz, Anita Lopepe, denunció el arresto y transmitió su solidaridad a la familia de Urrutikoetxea. Tras reiterar el compromiso de la formación con la paz, llamó a secundar la cadena humana que bajo el lema «Orain presoak» tendrá lugar el próximo 8 de junio en Biarritz.
También Sortu convocó concentraciones anoche en pueblos, mientras que el sábado tendrá lugar una manifestación en Ugao, localidad natal de Urrutikoetxea. LAB llamó a secundar esas movilizaciones «en favor de la paz y de la libertad».
El sindicato abertzale calificó de «venganza» la detención de Urrutikoetxea mientras que el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodriguez, afirmó que con la detención de una persona referencial en la búsqueda de la paz «los estados demuestran que siguen obstaculizando» el camino emprendido por la sociedad vasca.
También el ex presidente del PSE Jesús Eguiguren, que conoció a Josu Urrutikoetxea tanto en su etapa de parlamentario en la Cámara de Gasteiz como cuando integró la delegación negociadora de ETA primero en Suiza y luego en Noruega, reconoció al veterano militante abertzale como una «pieza clave» en el proceso que condujo al fin de ETA, tanto es así que definió, en los micrófonos de Euskadi Irratia, a Urrutikoetxea como «héroe de la retirada».
Vicent Bru, diputado adscrito a la mayoría presidencial de La République en Marche (LREM) y miembro de la delegación vasca que mantiene una interlocución abierta con el Ministerio de Justicia galo, evitó cuestionar «una actuación judicial», aunque reconoció que el arresto de Urrutikoetxea «llega en mal momento», cuando «llegan signos positivos» de ese diálogo en París. Abogó, en todo caso, por que el arresto del exdirigente de ETA no perjudique «los avances sobre la cuestión de los presos».
La también integrante de la delegación vasca Anaiz Funosas recordó, por su parte, que la grabación con la declaración final de ETA fue leída en el centro Henri Dunand de Ginebra y que ese mensaje, trasladado por Urrutikoetxea, confirmado el 4 de mayo de 2018 en Kanbo, «permitió que la sociedad vasca entrara en un nuevo contexto». Tanto Bake Bidea como Artesanos de la Paz reiteraron, mediante un comunicado, su compromiso con la consecución de una paz definitiva y con la construcción de la convivencia. Además de censurar que «los estados francés y español no han escuchado en los últimos ocho años el trabajo desarrollado desde la sociedad civil» animaron a todos los sectores de la sociedad a apoyar el encuentro por la convivencia, que tendrá lugar el 7 de junio en Biarritz, y la cadena humana bajo el lema «Orain presoak» que se desarrollará al día siguiente.
Por su parte, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, compareció ante los medios para definir la detención de Josu Urrutikoetxea como un intento por volver al pasado.
«No nos van a sacar de este camino de la paz», reivindicó, tras lo cual aseguró que el 26 de mayo la ciudadanía tiene una oportunidad como la de 2011 «para redoblar esta apuesta».
El lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, expresó su confianza en que la detención de Josu Urrutikoetxea y el proceso judicial «que se pueda abrir» en su contra se desarrollen «en la normalidad de los principios, procedimientos y garantías del Estado de Derecho», al tiempo que abogaba por resolver «todo aquello que esté pendiente de ser esclarecido, sea cometido por ETA o por otras organizaciones terroristas o bandas criminales». La lehendakari de Nafarroa, Uxue Barkos, declinó pronunciarse sobre el arresto. GARA
Sucesión de maniobras para incriminar al histórico de ETA
Los intentos de construir nuevas acusaciones que permitieran mantener a Josu Urrutikoetxea en prisión fueron una constante desde su entrega al Estado español en 1996, y se intensificaron más si cabe desde que el Tribunal Supremo decretara su puesta en libertad en 2000.
Aunque la Audiencia Nacional española le construyó finalmente una causa relacionada con el atentado de ETA contra la casa-cuartel de Zaragoza de 1987, con anterioridad, el arrepentido y delator Soares Gamboa fue requerido, en junio de 1996, para que declarara en relación a la hipotética implicación de Urrutikoetxea en el atentado de la plaza República Dominicana, en el que murieron 12 guardias civiles. Aunque no lo lograron, las autoridades judiciales españolas querían que Urrutikoetxea fuese señalado como el responsable de ETA que ordenó la acción.
También el abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye, constata ese tipo de maniobras en su último libro «Y ahí lo dejo». Boye cumplió pena acusado de colaborar con ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla como miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. En el citado libro, Boye desvela que, en noviembre de aquel 1996, el fiscal Ignacio Gordillo le ofreció «celebrar esas navidades en casa si implicaba a Josu Urrutikoetxea Bengotxea en el secuestro de Emiliano Revilla». GARA